Recorrido |
Distancia: 17,2 Km.
Desnivel aprox.: 900 m.
Misma hora que el pasado domingo (14/4/2013), la misma faena matinal, sí, pero la calle ha cambiado. La temperatura es más baja, hace viento y, parece que el personal trasnochador se ha refugiado en su guarida, víctima de los efectos contraproducentes del exceso de tragos no muy bien medidos.
Con gran puntualidad, la pareja lola-luis nos recoge con su recién estrenado "buga", para acercarnos al lugar de arranque del bus, que hoy será conducido por Carlos, habitual de los "caminosantiagueños".
Hoy toca Esbarre y los partícipes del grupo, hoy vamos algo abrigaditos, los sabiondos de la meteo nos han transmitido, a través de los medios, que hoy en Tella va ha hacer "viento fresco" (luego nos acordaremos de ellos).
En un abrir y cerrar de ojos, ya vamos por la autovía d´ Osca y, efectivamente, el cierzo no solo mece la mies (más verde que nunca), sino que tambien lo hace con el volante de Carlos, que domina a la perfección. No hemos llegado a la cárcel de Zuera, a la que le sobran unos y le faltan otros, cuando el sol asoma por encima de la sierra de Alcubierre, coronada por el pico que alberga a la ermita de San Caprasio, espectacular mirador al que Maite y yo accedimos en nuestra primera excursión, con este grupo, el 15 de Febrero de hace 10 años, ¡como hemos crecido!. Frente a nosotros, como siempre que vamos al Pirineo, el Gratal asoma por encima de las nubes de agua que los aspersores de los llanos de la Violada, vierten sobre el verde cereal, manchado por algunas fajas de la planta amarilla de la colza.
En Huesca giramos hacía Barbastro y el paisaje se torna, en un verde todavía más intenso y con más variados tonos. Cuando el bus, vuelve a tomar la dirección norte, son las vides del Somontano, que recién plantadas y entutoradas, se disponen a arrancar de la tierra los alimentos que terminarán dando unos de los mejores vinos (eso dicen, yo soy más de tintorro garnachero), que uno puede echarse al cuerpo. El embalse del Grado, lleno hasta el aliviadero, queda a nuestra derecha mostrándonos en la orilla opuesta, el monstruoso santuario que la "Obra" edificó, haciendo gala de su acostumbrada prepotencia. Ya se que muestro mis creencias pero, ¿que le vamos hacer?.
Abizanda |
Menos mal que pocos kilómetros adelante, una fortaleza musulmana denominada Abinyuyas, de donde viene su nombre actual, Abizanda, nos alegra la vista. Su torre es obra indiscutible de maestros lombardos llevada a cabo hacia 1023, para plantear el ataque de la cuenca del Isábena. La edificación del recinto y capilla del castillo es posterior, obra de maestros locales. Muchísimo más reciente, es la Casa de los Títeres, que los de Binefar rehabilitaron para convertirla en centro de operaciones de su espectáculo.
Ya cerca de Ainsa, miramos a la derecha. Es la imagen del embalse de Mediano, hace años que no lo veíamos tan lleno de agua. La vieja e inundada iglesia, solo deja ver, parte del campanario. En piragua se puede atravesar de un lado a otro por las ventanas que en otros tiempos albergaron sus campanas.
Al fondo, el conjunto religioso-militar de Muro de Rueda, asoma en lo alto de la sierra de Gerbe.
Nada que ver el paisaje de este año con el de otros, como el pasado, de dura sequía.
Y es que la climatología tiene sus caprichos y el uso que los humanos hacemos del agua, creo que no es el más correcto.
Paramos a tomar el reglamentario desayuno en Labuerda. Allí nos encontramos con unos de los mejores amigos que se pueden tener y que hace tiempo que por diversas circunstancias, no nos veíamos. Son Carmen, Miguel y su encantadora hija Elena, que en compañía de un amigo, se dirigen, a través del túnel de Bielsa, a un pueblecito de la vertiente francesa donde, nos cuentan, se celebra una reunión de Slow Foot.
Ellos estan muy metidos en ese apasionante mundo de la agricultura ecológica y además, son productores de la famosa Alcaparra de Ballobar, tan altamente valorada por los grandes chefs de la cocina internacional. Recomiendo probarla, nada que ver con la del supermercado de la esquina. Y es que la tierra de Monegros da poco pero bueno.
Volviendo al orden del día y ya repuestos, bajo el fuerte ritmo que, ya de salida, nos impone la cabecera de los cerca de treinta esbarrados, comenzamos la ruta por un bonito sendero, dejando tras de nosotros, Hospital de Tella.
Pronto nos metemos en un bosque habitado por pinos, robles, abundante boj y floridas aliagas que, junto con alguna que otra zarza, van dibujando abstractos cuadros, sobre el lienzo de la piel de quienes, presos del calor, han dejado al descubierto sus extremidades superiores.
En un pequeño claro, la verde espesura nos deja ver, por vez primera, el imponente Castillo Mayor que con sus 2014 metros, no nos abandonará en toda la marcha.
Los "hombres del tiempo" se han equivocado. Hace calor y las cuestas nos calientan el cuerpo, además, las fechas en que nos encontramos, llaman a proteger las pieles con las mas variadas marcas de cremas de alto factor. ¡Cuidado con Don Lorenzo!.
La subida es suave aunque continuada, lo hacemos por la margen derecha del Yaga, río famoso por sus gargantas al que van a parar varios barrancos que tenemos que cruzar. También hay alguien que ha decidido probar la temperatura del agua con sus nalgas. Este año, con la pluviometría por las nubes, no hay barranco que no traiga agua y la sombra se encarga de dotar a las piedras que lo encauzan, de una suave capa que, ¡caray como resbala!.
Conforme ganamos altura, se van descubriendo rincones que en otras ocasiones hemos visitado o que al menos, lo hemos intentado. Si la salud no nos abandona, procuraremos alcanzar otras metas como lo hicimos, ya hace años, en la Peña Montañesa que detrás la de la Solana, nos guarda las espaldas durante la primera parte de la excursión.
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Paramos en esta pequeña pero bonita aldea a aligerar la mochila y cargar nuestras entrañas, de los alimentos que a primeras horas del día, hemos depositado en el fondo de nuestra amiga.
Retomamos el camino girando hacia el sur, la pared oriental del Castillo Mayor, ahora la vemos en toda su grandeza y espectacularidad. Cruzamos el Yaga para retomar el camino que en un pequeño descenso nos dirige hacia el Caserío Miraval.
Ya en la orilla izquierda del Yaga, este caserío nos da pie para fotografiar su puente y molino con el Castillo Mayor por sombrero.
Volvemos sobre nuestros pasos y por la GR-15, seguimos nuestra ruta.
El agua del río, baja con gran claridad, si no fuera porque todavía no son fechas, un baño sería consuelo de nuestros deseos, residuo de cuando éramos peces. Lo mío debe de ser reciente.
Se acabó la cómoda senda, ahora toca subir y aunque sopla algo de viento, nada que ver con las previsiones, caen las primeras gotas de sudor sobre las frentes de estos curtidos (muy curtidos) sendero-montañeros. Nos reconfortamos con grandes vistas. Revilla con sus inacabados unifamiliares, asoma entre el espesor del bosque. La fiebre del ladrillo también ha dejado su huella en estas latitudes. A cambio, las Gargantas de Escuaín que el Yaga ha labrado y sigue labrando, compensa el paisaje de las atrocidades especulativas del personal.
En nuestro ascenso, pasamos por otra pequeña población: Arinzué.
Una anciana que alguien ha comparado con la de un anuncio de conservas, camina sobre el prado y se asoma a observar el desfile de "norfaces", que por debajo de su propiedad, pasan ofreciéndole un caluroso saludo.
Mas adelante, un pastor con su zurrón de piel de cabra muy pelada, cuenta el rebaño de elementos de la capital, de la misma manera que lo hace con las cabras que, justo al lado, comen del enorme forraje que lucen los prados.
Javier nos lleva hasta el Dolmen de Tella o Dolmen de Losa Lacampa. Se trata de un dolmen que data del III milenio a. C. (Neolítico-Eneolítico). De cámara rectangular, esta estructura presenta una curiosa asimetría entre sus piedras que provoca un interesante efecto dinámico; conserva la cubierta y se intuyen levemente, aunque apenas persistan, los restos del túmulo.
Nos hacemos una foto de grupo con el Castillo Mayor al fondo, ni este ni el dolmen se aprecian entre tanto musculito.
Si sumamos la edad de los participantes, casi resultan tantos años como los que tiene el monumento.
Nos incorporamos a la carretera y en pocos minutos llegamos a Tella, que con sus 1378 m., es el punto más alto de la jornada.
Es la hora de comer y ahora sí, ahora sacamos la artillería gastronómica de las mochilas, y acompañados del vino que algunos han traído en sus botas, damos buena cuenta de los más variados bocadillos.
Con las fuerzas repuestas, abandonamos esta bella localidad, comenzando un acusado desnivel de bajada, que pasando por Cortalaviña, rumbo a Hospital de Tella, a las orillas del Cinca, con impresionante disciplina, los esbarristas acometemos entre bromas y buen humor principalmente a cargo de la peluquera o peluquero que ha rasurado a Javier.
El autobus nos está esperando y las jarras de cerveza, también. Frescas nos las sirven en casa Turmo de Labuerda y las tomamos en su soleada terraza, con una agradable temperatura y con un buen sabor, no solo por la bebida, sino también por la bonita excursión que hemos disfrutado.
Enlace con las Fotos de la excursión
Campanario con agua |
Ya cerca de Ainsa, miramos a la derecha. Es la imagen del embalse de Mediano, hace años que no lo veíamos tan lleno de agua. La vieja e inundada iglesia, solo deja ver, parte del campanario. En piragua se puede atravesar de un lado a otro por las ventanas que en otros tiempos albergaron sus campanas.
Al fondo, el conjunto religioso-militar de Muro de Rueda, asoma en lo alto de la sierra de Gerbe.
Embalse vacio |
Y es que la climatología tiene sus caprichos y el uso que los humanos hacemos del agua, creo que no es el más correcto.
Paramos a tomar el reglamentario desayuno en Labuerda. Allí nos encontramos con unos de los mejores amigos que se pueden tener y que hace tiempo que por diversas circunstancias, no nos veíamos. Son Carmen, Miguel y su encantadora hija Elena, que en compañía de un amigo, se dirigen, a través del túnel de Bielsa, a un pueblecito de la vertiente francesa donde, nos cuentan, se celebra una reunión de Slow Foot.
Alcaparras de Ballobar. |
Ellos estan muy metidos en ese apasionante mundo de la agricultura ecológica y además, son productores de la famosa Alcaparra de Ballobar, tan altamente valorada por los grandes chefs de la cocina internacional. Recomiendo probarla, nada que ver con la del supermercado de la esquina. Y es que la tierra de Monegros da poco pero bueno.
Saliendo de Hospital de Tella |
Pronto nos metemos en un bosque habitado por pinos, robles, abundante boj y floridas aliagas que, junto con alguna que otra zarza, van dibujando abstractos cuadros, sobre el lienzo de la piel de quienes, presos del calor, han dejado al descubierto sus extremidades superiores.
Maite y Luis |
En un pequeño claro, la verde espesura nos deja ver, por vez primera, el imponente Castillo Mayor que con sus 2014 metros, no nos abandonará en toda la marcha.
Los "hombres del tiempo" se han equivocado. Hace calor y las cuestas nos calientan el cuerpo, además, las fechas en que nos encontramos, llaman a proteger las pieles con las mas variadas marcas de cremas de alto factor. ¡Cuidado con Don Lorenzo!.
Por el barranco |
La subida es suave aunque continuada, lo hacemos por la margen derecha del Yaga, río famoso por sus gargantas al que van a parar varios barrancos que tenemos que cruzar. También hay alguien que ha decidido probar la temperatura del agua con sus nalgas. Este año, con la pluviometría por las nubes, no hay barranco que no traiga agua y la sombra se encarga de dotar a las piedras que lo encauzan, de una suave capa que, ¡caray como resbala!.
Tronco tirado |
Conforme ganamos altura, se van descubriendo rincones que en otras ocasiones hemos visitado o que al menos, lo hemos intentado. Si la salud no nos abandona, procuraremos alcanzar otras metas como lo hicimos, ya hace años, en la Peña Montañesa que detrás la de la Solana, nos guarda las espaldas durante la primera parte de la excursión.
A la derecha, Peña Montañesa |
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Al fondo, el Castillo Mayor |
Retomamos el camino girando hacia el sur, la pared oriental del Castillo Mayor, ahora la vemos en toda su grandeza y espectacularidad. Cruzamos el Yaga para retomar el camino que en un pequeño descenso nos dirige hacia el Caserío Miraval.
A la derecha, asoma el Molino de Miraval |
Ya en la orilla izquierda del Yaga, este caserío nos da pie para fotografiar su puente y molino con el Castillo Mayor por sombrero.
Volvemos sobre nuestros pasos y por la GR-15, seguimos nuestra ruta.
El agua del río, baja con gran claridad, si no fuera porque todavía no son fechas, un baño sería consuelo de nuestros deseos, residuo de cuando éramos peces. Lo mío debe de ser reciente.
Bajo blancas cumbres, las Gargantas del Yaga. |
Se acabó la cómoda senda, ahora toca subir y aunque sopla algo de viento, nada que ver con las previsiones, caen las primeras gotas de sudor sobre las frentes de estos curtidos (muy curtidos) sendero-montañeros. Nos reconfortamos con grandes vistas. Revilla con sus inacabados unifamiliares, asoma entre el espesor del bosque. La fiebre del ladrillo también ha dejado su huella en estas latitudes. A cambio, las Gargantas de Escuaín que el Yaga ha labrado y sigue labrando, compensa el paisaje de las atrocidades especulativas del personal.
Anciana |
En nuestro ascenso, pasamos por otra pequeña población: Arinzué.
Una anciana que alguien ha comparado con la de un anuncio de conservas, camina sobre el prado y se asoma a observar el desfile de "norfaces", que por debajo de su propiedad, pasan ofreciéndole un caluroso saludo.
Mas adelante, un pastor con su zurrón de piel de cabra muy pelada, cuenta el rebaño de elementos de la capital, de la misma manera que lo hace con las cabras que, justo al lado, comen del enorme forraje que lucen los prados.
En el Dolmen de Tella |
Nos hacemos una foto de grupo con el Castillo Mayor al fondo, ni este ni el dolmen se aprecian entre tanto musculito.
Si sumamos la edad de los participantes, casi resultan tantos años como los que tiene el monumento.
Buen provecho |
Nos incorporamos a la carretera y en pocos minutos llegamos a Tella, que con sus 1378 m., es el punto más alto de la jornada.
Es la hora de comer y ahora sí, ahora sacamos la artillería gastronómica de las mochilas, y acompañados del vino que algunos han traído en sus botas, damos buena cuenta de los más variados bocadillos.
Había un antiguo refrán que decía "Tella, Dios nos guarde de ella". La verdad es que a quien le dijeran hace unos años, cuando no teníamos la posibilidad del transporte como tenemos ahora, que tenía que ir allí para cualquier cosa, supongo que se lo pensaría. El conjunto urbano está agazapado bajo una mole de piedra calcárea que le protege del frío viento del norte (por eso comemos al refugio de la iglesia orientada al sur). Es uno de los pueblos más pintorescos del Pirineo y sitúa sus casas a lo largo de una calle única. Las casas son de tipo tradicional pirenaico: piedra, tejados de losa, pocas ventanas y chimeneas altísimas decoradas con espantabrujas.
Iglesia de S. Martín |
Además del dolmen, también hay una cueva donde se han encontrado restos humanos y materiales correspondientes a la Edad del Bronce, pero también restos de un oso cavernario. Por ese motivo se instaló en Tella el Museo del Oso de las Cavernas.
En Tella es popularmente conocida la ruta de las ermitas que comienza en la iglesia parroquial románica, dentro del núcleo urbano, dedicada a San Martín. Por una senda con una frondosa vegetación de bojes, robles y pinos, se llega a una impresionante ermita justo debajo de una peña. Ésta es la ermita de los santos Juan y Pablo, una de las más antiguas del románico en Aragón, en Barbastro se conserva su acta de consagración del año 1018. Consta de una sala rectangular dotada de un pequeño ábside con planta de herradura, debajo del cual se encuentra una cripta. Otras ermitas son las de Fajanillas y la de la Virgen de la Peña, construidas ambas en el siglo XII.
Al fondo, el río Cinca |
El autobus nos está esperando y las jarras de cerveza, también. Frescas nos las sirven en casa Turmo de Labuerda y las tomamos en su soleada terraza, con una agradable temperatura y con un buen sabor, no solo por la bebida, sino también por la bonita excursión que hemos disfrutado.
Enlace con las Fotos de la excursión
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