La fecha arriba indicada, no va de broma. Seis de la mañana, paseo a Atos, mi mascota, en manga corta por el bulevar de Sagasta. Un personaje se encuentra sentado en uno de los bancos, con la cabeza apoyada en sus manos, medita hacia sus adentros, concretamente hacia la zona del hígado, que tan castigada ha sido (me lo parece) durante la noche. ¡No tiene frío!. En las redes sociales se ha bautizado a esta estación como "veroño".
Más de una treintena de esbarristas, posamos las nalgas sobre los asientos del cómodo autobús que nos conduce por la M-N (Mudéjar del Norte). Es de noche, pasado Zuera parece querer amanecer, pero ¡no!, son las luces de la cárcel en la que "son todos los que están (creo), pero no están todos los que son (afirmo)", no los enumero por no gastar más tecla de la que se merecen. Echa un vistazo a la prensa y los reconocerás.
Este caluroso otoño (¿o veroño?), se hace sentir, incluso, en el paisaje. Los colores que nos regala la estación, parecen no estar muy de acuerdo con las fechas. Al menos, mi vista no capta la belleza de los amarillos y pardos de otros años, lo que si capta es lo imponente de nuestro objetivo y de las paredes que lo sustentan.
Arrancamos motores, bueno: movemos las garras por la carretera en que hemos llegado con el bus. Trescientos metros y tomamos la senda que sube en dirección N. por el barranco de Salarons. Las hayas ya han cubierto el suelo con la caída de las hojas, tan solo el abedul porta en sus ramas el rojo que contrasta con el verde del boj, algún acebo y pinos. En principio, la subida es fresca y cómoda, pero "es subida". En este valle, la práctica totalidad de rutas que de él parten, nos acogen con estos bellos bosques, bien surtidos de setas y con unos coquetos refugios de madera, como el que ahora encontramos.
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Tras el acebo. |
Hasta el desvío de la faja de Racón, vamos todos juntos, en fila de a uno, clásica formación de este batallón de incansables pateadores de mil y un senderos. Escoltados por los "bosses" Carmen y Fernando, parten, en dirección E., un tercio del grupo, van medir su grado de vértigo por las fajas de estas impresionantes paredes.
El resto, tiramos p´arriba encabezados por Javier (aquel que hace unos años le denominábamos "el niño". Ya no). Atrás, Ricardo hace las funciones de escoba, barriendo los frutos del canguelo, que algunos perdemos. Y como no, rastreador infatigable, "el Juli" se adelanta, investiga, olfatea y ¡regala alguna que otra risa!.
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Primera trepada. |
¿Risa?, "pues s´acabó el jolgorio", que por verde prado, atacamos la primera de las varias trepadas que tenemos por delante (cinco tramos, he contado). Unos sarrios, nos contemplan.
El boss Javier, vuelve a sacar un buena ración de lucidez y decide que no subiremos por las clavijas de Salaróns, somos muchos y algunos no estamos dotados del tamaño requerido en nuestras extremidades, para alcanzar los clavos. Daremos un rodeo por el paso de "La Fajeta", menos arriesgado pero más expuesto al patio, sobre todo en el descenso.
Una senda aérea, nos sirve de antesala de una bonita ascensión.
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Por la Fajeta. (foto de Ricardo) |
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En las paredes del Circo de Carriata. |
El Circo de Carriata, nos enseña algunas de sus paredes, una de ellas, base del pico Gallinero, nos demuestra lo pequeños que somos ante la majestuosidad de estos gigantes.
Finaliza esta estrecha y colgada senda, en una esquina que da paso a una chimenea que el grupo ataca con más o menos soltura en función de la habilidad de cada cual.
Las rocas dejan agarrarse y, uno a uno, vamos salvando los obstáculos.
Como vamos en ascenso, no tenemos la sensación de estar en un andamio, a la bajada, ¡ya veremos!.
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Una trepada... |
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...otra,... |
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...otra... |
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...otra... |
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Ya queda poco. Al fondo el Tozal del mallo. |
Un último obstáculo, nos deja en una impresionante pradera. La vista del Tozal del Mallo, ha cambiado por completo. Una vez superada la casi totalidad de la ascensión, aquella especie de gigantesca proa de barco que desde el valle se contempla, ha tornado en un suave accidente geomorfológico. En este prado, el "matameriendas" (azafrán), en compañía de algún cardo y edelweiss, se resiste a pasar a mejor vida y es que ¡estamos en veroño!. Paramos a contemplar el paisaje y de paso, a relajar, piernas y brazos (y temple). Una caminata, nos deja en la cumbre del Tozal del Mallo de 2254 m.
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Flor de nieve (Edelweiss) |
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En el Tozal del Mallo. |
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Juli "el musculitos". |
Ya en la cima, unos se cambian de camiseta, otros se bajan al balcón a disfrutar de la belleza de un valle que, vayas las veces que vayas, no deja de sorprenderte.
No estamos muy altos pero el paisaje enamora. Delante de nosotros mirando hacia el Sur, Punta Acuta. Al Oeste Tendereña, Otal, Cebollar. Sobre nosotros, al Norte, los ya nombrados Mondarruego y Gallinero parecen sujetar entre sus paredes la Faja de las Flores, en la que divisamos algunos atrevidos.
Aquí, pese a que no hay mucha claridad, las cámaras echan humo. El decorado, es utilizado por alguna o algún modelo para posar ante las diversas lentes.
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Destrepando. |
Se ven nubes, las previsiones anuncian una pequeña posibilidad de lluvia y destrepar lo trepado con la roca mojada, ¡como que no toca hoy!. Así que tras la consiguiente fotografía del grupo (casi todo), y con las tripas cantando mas que el Bárcenas, decidimos bajar a comedores más seguros.
El descenso lo realizamos con suma prudencia, aunque tengo que confesar, que a algunos no nos parece tan complicado como se decía.
De nuevo, superamos los pasos de subida, incluida la senda aérea, y nos detenemos a comer a la altura del desvío a la Faja de Racón.
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Barrera en la senda. |
Un grupo de montañeros, luciendo turbantes variados, es aconsejado por nosotros para que no inviten a comer, alguno de nosotros no tiene fondo. Sacamos la artillería gastronómica de las mochilas y pese a echar de menos a Valentín, y su bota, que se ha ido con el otro grupo, damos buena cuenta de bocadillos y demás exquisiteces.
Caen unas gotas y como siempre que me protejo con alguna prenda impermeable, deja de llover.
El tramo de senda por el bosque es agradable, el suelo se encuentra tapizado por las hojas y, pese a esconder bajo ellas alguna piedra traidora, la bajada resulta confortable.
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Hidratados. |
Múltiples zig-zags, facilitan el caminar. El grupo se ha partido en varios pedazos, es esta una formación también característica, sobre todo cuando un cerveza espera en la meta y quienes padecen de síndrome de abstinencia, aceleran el paso para aplacar sus ansias.
Abajo, nos esperan los componentes del otro grupo, unos y otros cambiamos impresiones contando nuestra experiencia y hidratándonos. Los del síndrome, no han agotado las existencias que el establecimiento de la pradera, nos sirve.
Y, cargados de energía, de birra y de buen humor, montamos en el autobús que nos devuelve a la realidad de un país lastrado por personajes corruptos que copan cargos públicos en nuestras instituciones. Digo yo, "y si les invitamos a subir al Tozal del Mallo, les decimos que se asomen a la balconada y les damos un empujón, ¿que pasaría?".
Nada más, ¡que me caliento!, un abrazo a los del Himalaya, otro a Pepe Navarro y "hasta pronto".
Aquí dejo un enlace para que veas fotos.
El track para GPS, está aquí.
Datos técnicos.
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Recorrido. |
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Perfil: Distancia, 10,6 Km., desnivel acumulado de ascenso, 985 m., - De descenso, 985 m. |
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