Con las raquetas recauchutadas (clavos nuevos), nos vamos con los D´Esbarre, camino del norte, a ver si en este suave invierno la meteorología se viene a bien regalarnos un palmo de nieve. Los del tiempo nos han dicho que sí, que la borrasca de estos pasados días, ha pintado de blanco las cumbres pirenaicas. Y como no podía ser menos, el asunto ha ejercido un efecto magnético sobre los aficionados al esquí y -"amante coge el coche que nos vamos a Formigal"-. Resultado: Lo mismo que el gusano de la procesionaria en estas fechas, los otros gusanos, los de hierro y plástico, todos en fila, más parados que andando, nos dirigimos al Pirineo.
Tras cuatro horas de viaje, por fin llegamos a nuestro punto de partida para la de hoy. Estamos en el Balneario de Panticosa con su lago helado, testigo que es de la historia de estos baños. Ya los romanos, en sus idas y venidas por las vías que unían Hispania con las Galias, remojaban el trasero en lo que serían las termas.
Pero fue en el Renacimiento, época en que surgió el interés por las aguas mineromedicinales, cuando los Quiñón de Panticosa, firmaron un contrato con los albañiles de Lanuza para comenzar a construir el primer edificio.
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Remando en el lago. |
Tras varios arrendamientos, el Balneario de Panticosa se convirtió, a lo largo del siglo XIX, en uno de los mayores y prestigiosos de España. De arquitectura de montaña con influencias francesas, la estética y el porte del Balneario, en su conjunto era de auténtico lujo, que supieron apreciar muy bien los personajes más ilustres de la época y los representantes de la alta burguesía aragonesa, catalana, vasca y de Madrid, como: Niceto Alcalá Zamora, Perico Chicote, Zarra, Irondo, Panizo y otros importantes personajes. Un especial recuerdo se guarda de la estancia de D. Santiago Ramón y Cajal que pasó por allí un tiempo de curas, mientras practicó su gran afición favorita: la fotografía.
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Grandezas del ayer, penas de hoy. |
Ya, a principios de este siglo, tuvo la desgracia de caer en manos especuladoras y, pese a que se han rehabilitado algunos hoteles, el aspecto de abandono es palpable.
Arrancamos con las raquetas recogidas, pasamos por la puerta del Gran Hotel, a la derecha caen con fuerza las aguas del Barranco del Brazato, que atravesamos por un blanco puente.
La senda discurre por un agradable bosque de pinos y abetos que, poco a poco, la nieve cubre con capa más gruesa. Unos antes y otros después, calzamos las raquetas para atacar una fuerte subida que su trazado en zigzag la hace llevadera.
Pronto desaparecen los árboles y las vistas pasan a protagonizar cada uno de estos momentos que nos regala la montaña. Abajo va quedando el balneario. El lago, prácticamente helado en su totalidad, refleja la majestuosidad de las montañas que se apoyan en él: Argualas, Garmo Negro, Pondiellos, Infiernos..., casi todos ellos superando los 3000 m.
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Por el bosque. |
Es un día primaveral en un invierno que no tardaremos en olvidar por las altas temperaturas registradas. El calor es inusual, incluso un carbonero entona sus cánticos a nuestro paso. El personal sube con ánimo, además hoy se nos ha sumado Danielle que, hace unos días, se quedó a un suspiro de coronar el Aconcagua.
Llevamos ascendidos cerca de seiscientos metros, atrás parece que alguien no va bien, por la emisora nos comentan que Maite anda algo indispuesta y que tiene que volver al balneario. Sabia decisión la suya, lógicamente retrocedo y la acompaño. Efectivamente, parece ser que el calor ha hecho mella en ella.
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Antes de... |
La temperatura ha reblandecido la nieve y en el primer tramo de bajada, en su punto de más desnivel, comienza a perder estabilidad, lo que dificulta caminar en el descenso. Pero, una vez más, aparece Doña Prudencia que nos acompañará hasta la Casa de Piedra, viejo refugio que se salvó, por los pelos, de la piqueta. Maite ya se ha recuperado, nos pedimos unas cervezas y comemos el bocata.
El resto del grupo tardará en bajar y damos un paseo, la tarde invita a ello. Poco a poco van apareciendo, cuentan que ha sido una excursión circular, que una vez en el Ibón inferior de Brazato, han bajado por el valle del Tablato, que, como nosotros, han pisado por nieve inestable y que el paso de las aguas del Barranco del Brazato ha sido ¡divertido!.
A la vuelta, nos detenemos en Senegüé, unas cervezas, cafés o lo que cada cual dispone, y despedidas, aquí se apean los jaqueses.
Siento no poder reflejar la totalidad de la jornada, lo siento sobre todo, por no haber podido acompañar a estas gentes "esbarrianas", pero ¡lo primero es lo primero!.
En desagravio, por esta vez, dejo la página repleta de bellas imágenes.
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Todas las rosas son blancas... |
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...tan blancas como mi pena... |
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...y no son las rosas blancas... |
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...¡que ha nevado sobre ellas! |
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Antes tuvieron el iris... |
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También sobre el alma nieva. |
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La nieve del alma tiene... |
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...copos de besos y escenas... |
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...que se hundieron en la sombra... |
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...o en la luz de quien las piensa. |
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La nieve cae de las rosas... |
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...pero la del alma queda... |
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...y la garra de los años... |
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...hace un sudario con ellas. |
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¿Se deshelará la nieve?... |
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...¿O después habrá otra nieve? |
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¿Será la paz con nosotros?... |
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Gracias Federico. |
Hasta pronto.
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Dejo un pase de diapositivas aquí. (clic)
Datos:
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En amarillo: Maite y yo (ida y vuelta)
En azul: El grupo (circular)
Distancias: amarillo, 6,2 Km. azul, 7,9 Km.
Desnivel positivo: amarillo, 596 m. azul 716 m
Desnivel negativo: lo mismo. |
Magnífica crónica como siempre y, ¡con regalo añadido!, aunque la "Canción sea otoñal" maravilloso y perfecto encuentro entre la poesía de Lorca, fotografías y espléndida jornada de invierno. Gracias por compartir!
ResponderEliminarNo sabía de la relación del Concierto de Aranjuez con el invierno, más creía yo que fue el vino quien inspiró al maestro Rodrigo, allá en su exilio de Paris.
ResponderEliminarEn palabras del maestro:-En Septiembre de 1938, pasaba yo por San Sebastián camino de Francia. (...) El Marqués de Bolarque nos reunió a comer a Regino Sainz de la Maza y a mí. Se comió bien, y no se bebió mal; el momento era propicio a las fantasías y audacias. (...) De pronto, Regino, con ese tono entre voluble y resuelto que tan bien le caracteriza, dijo:
-Hombre, has de volver con un concierto para guitarra y orquesta- Para enternecerme, añadió con voz patética: -es la ilusión de mi vida- y, para hacerme, como ahora se dice, la pelotilla, continuó: -Eres el llamado a hacerlo, algo así como 'el elegido'.
Apuré dos vasos seguidos del mejor Rioja, y exclamé con el tono más convencido del mundo:
-¡Hombre, eso está hecho!.
Muy bien José Luis, se veía a Mayte muy recuperada y mas con la cerveza...
ResponderEliminarEs lo que tiene la cebada, que da una bebida isotónica muy agradable.
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