martes, 8 de octubre de 2019

POR LA FALAGUERA DE ALGAIRÉN

Día 6 de octubre de 2019
             Ahora que se nos fue el verano; ahora cuando las hojas se vuelven amarillas, dejándose caer sobre la alfombra que cubre la senda; ahora cuando el año va tornándose en vieja flor; ahora cuando la jara entristece su color; y ahora, cuando los personajes de la "piel de toro", de mentes retorcidas, marchitan "13 Rosas"; ahora sucede que dos mozos acompañando a los abuelos por estos lares en una bonita mañana de octubre, le aportan un soplo de frescor a estos días de otoño.
             Aunque ya hemos pateado muchos de los senderos de esta sierra, la excursión de hoy es especial por los nuevos actores que nos acompañan. Yaiza y Noah, como otras muchas gentes, nunca habían oído hablar de la "Sierra de Algairén" (del árabe al-gayrân, plural de gruta: sierra de las grutas) y de los rincones que en ella se esconden.
Los colores de la Sierra.
Vamos, zagales.
             ¡Allá que vamos!. Viajamos camino del Campo de Cariñena para, entre vides a mitad de vendimiar, alcanzar el municipio de Cosuenda que ahora duerme tranquilo en espera de que repiquen las campanas de la iglesia de Los Ángeles.
             Pararemos a la vuelta, ahora seguimos con el "buga" remontando el barranco de Cosuenda; vamos bien, pues pasamos junto al peirón de San Cristóbal (lo recuerdo de otras veces).
          Con "polvo en la culera" llegamos al Raso de la Cruz, espacio natural a la sombra de grandes carrascas, donde se ha creado un parque de ocio y recreo.
¡Vamos "p´allá!
            Nos ponemos las botas y comenzamos a caminar por la pista que sube hacia el collado del tío Francisco pero, ¡premio!, tenemos ejército de cazadores luciendo sus espectaculares rifles tan temidos por animales y senderistas. Me acerco al primer puesto que encontramos, dos cazadores están allí:
––Buenos días
––buenos días, contestan
––¿Están de batida de jabalí?
––sí
__¿por que zona van a darle al gatillo?
––no sabemos, no conocemos la sierra
––pero ¿"p´allá o p´acá"?
––"p´allá"
––pues iremos p´acá –– les digo
La guía Yaiza.
                Pues nada, toca tirar del plan B y dejar el Tío Francisco para otra ocasión y subir hacia el collado de La Falaguera por el barranco de los Hortales, algo más duro para los chavales, dureza compensada por la belleza de su trazado.
             Mientra la senda llanea vamos deteniéndonos en las plantas que, aunque algo mustias por las fechas, a Noah y Yaiza les parecen interesantes. A Maite se la ve radiante de felicidad, yo no me veo pero noto que se me cae la baba con la felicidad que siento de caminar por estos senderos con mis nietos:
––Yaiza, huele esto
––¿que es, yayo?
––tomillo
––Noah, esto es romero
Arce de Montpellier.
            Y así, gayubas, jaras, pinos, carrascas, robles, arces de Montpellier con sus hojas amarillas, quejigos..., un sinfín de plantas y árboles que comienzan a teñir el bosque de los más bellos colores que la naturaleza regala en otoño. 
               El encinar se va volviendo denso. Cuando pasamos por la "Peña del Gallo", Yaiza y Noah descubren el porqué de tal denominación, aunque verdaderamente hay que echarle imaginación.
                El sendero se olvida de la horizontalidad y comienza a portarse algo cruel con los zagales, afortunadamente el trazado en zigzag suaviza mínimamente el fuerte desnivel a superar.
Salvando obstáculos.
Por blanda alfombra.
                    La joven pareja parece que han quemado mucho fósforo y demandan una buena aportación de plátano para atacar los últimos metros de subida. Antes pasamos bajo la mole de la "Peña la Tía", una de las rocas que coronan esta sierra, rocas que nos dejan pasar entre ellas para alcanzar el collado de "La Falaguera".
              Los cuatro nos hemos ganado un descanso, cada cual buscamos la piedra que mejor se adapte a nuestras nalgas para aprovechar y tomar un pequeño tentempié. Echamos un vistazo hacia el norte, la bruma nos impide ver más allá de los llanos del campo de Cariñena en el que, además de las viñas, están creciendo algunos "huertos solares"; un poco más lejos, los aerogeneradores de La Muela comienzan a recibir el cierzo que, poco a poco, comienza a soplar. Al sur, es la sierra de Vicort coronada por el pico del Rayo, la que cobra protagonismo.
Reponiendo fuerzas.
En el collado de La Falaguera.
Descenso.
          Aunque hoy los protagonistas son Noah y Yaiza que, levantado el trasero, retoman el camino. A nuestra derecha vemos la caseta forestal del alto de La Falaguera, pero esta vez la dejamos en paz para tomar la pista que se dirige hacia el collado de La Nevera y alto de Valdemadera.
        Ahora comenzamos a descender por el barranco de Valdecerezo, por un sendero de buena pendiente y bello entorno. Al menos así lo recordaba y así se conserva, lo que no se conserva tan bien es el firme del suelo, y aquí debo hacer un inciso: alguién tiene que detener esta locura de permitir que las motos destrocen las sendas; ya sé que los trialeros descargan mucha adrenalina metiendo puño al acelerador en las fuertes subidas y lo bonito que les resulta levantar polvo y piedras a su paso, descomponiendo el terreno. Pues bien, esto ocasiona algún que otro resbalón que puede originar más de una lesión a las gentes que caminan por estas sendas con el único objetivo de disfrutar de ellas. Además, el ruido y humo de los motores no hacen ningún bien a la fragilidad del medio de esta preciosa sierra.
La huella trialera.
En el Sitio del Emparrado.
                 Con mucha precaución y algún que otro resbalón, vamos descendiendo con ganas de que el desnivel se suavice, cosa que ocurre al alcanzar el "Sitio del Emparrado", nombre adquirido por las enredaderas (parritas) que trepan por el tronco de los árboles, en busca de la luz que estos ocultan. Una fuente seca y una mesa de piedra completan este rincón que aprovechamos para descansar un minuto, soltar las piernas y, Noah, comer algo de alpiste (tiene hambre el zagal).
            Pero aún no hemos llegado, este barranco de Valdecerezo nos ofrece una gran diversidad de plantas que lo convierten en un hermoso jardín botánico, muy bien informado con tablillas de los ejemplares que nos encontramos (algunos ya los he mencionado arriba); se trata de la recién creada "Ruta Ambiental de Valdecerezo", por los alumnos de la "CRA La Cepa" cuya página web invito a visitar.
Por el sendero de Valdecerezo.
¡Emociones!
            Llegados al Raso de la Cruz, hemos cerrado esta bonita y cercana ruta circular. Nos cambiamos de calzado y, sin perder tiempo, nos acercamos a Cosuenda, pues las tripas de estos chicos suenan más que los tiros de los cazadores que, todo sea dicho, han sido escasos.
                El bar del Centro Cívico "La Unión" nos acoge para... ¡leches!, tenían hambre los zagales pues, en pocos minutos, se han metido al cuerpo una buena ración de huevos fritos acompañados de "cada cual ha querido (longaniza, patatas...)".
           Hoy no hemos recorrido muchos kilómetros ni ascendido a esas cimas en las que las emociones se disparan, pero esas otras emociones como las de salir a estas humildes sierras con tus nietos y tu compañera, esas emociones no se encuentran en las más altas de las montañas que uno es capaz de alcanzar.
                 Noah, Yaiza; gracias por venir.

"Los clics de mi ratón"















Datos técnicos
Recorrido
Perfil:
Distancia, 7,1 Km.
Desnivel de ascenso, 480 m.
Desnivel de descenso, 480 m.

2 comentarios:

  1. Sin duda un día entrañable que recordaréis Mayte y tú durante toda la vida.
    Mi padre también rememoraba recurrentemente esas excursiones que realizó con sus nietecicos, revivía con deleite cada instante pasado con ellos; lo mejor es que ellos también los recuerdan siempre.
    El vínculo abuelos-nietos es muy especial y en las fotos que publicas que percibe.
    Tu fiel compañera, Mayte, rebosante de felicidad, tú orgulloso, Noah olvidando durante un día su adolescencia, y Yaiza preciosa y rompedora con su sombrero ladeado emulando a las actrices hollywoodienses.
    ¡Un día maravilloso!

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    1. Gracias Marta. Efectivamente se trata de un día muy especial que enorgullece a cualquir abuelo que mantenga la suficiente energía para meterles caña a los churrubeles.

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