viernes, 4 de octubre de 2019

TRAVESÍA DE SAN FELIÚ DE VERI A ALINS (Por la sombra del Turbón)

Día 28 de septiembre de 2019
            Con las piernas, todavía calientes de la última batalla por los caminos compostelanos, retomamos las salidas por los senderos del Pirineo que en el caso de esta de hoy, recorre un agradable sendero bajo la sombra de la espectacular mole del Turbón.
           Otro año que se nos presenta con un "veroño" seco y caluroso; de seguir así, en el Ebro, los barbos van a tener que usar cantimplora.
          Fuera de bromas, algo estamos haciendo mal; los glaciares en alarmante descenso; los polos como flanes; los mares inundados de plásticos, principalmente de envases de agua, de esa agua que se puede beber en fuentes, manantiales, grifos, vasos, etc., sin necesidad de recurrir a esa moda de la botellita de agua de tal o cual marca de moda. 
¡Equipazo!
             Y es que hoy, con las gentes del Stadium Casablanca, echamos el cuerpo por zona de manantiales de aguas presas. 
                Junto a la gloriosa Puerta del Carmen de Zaragoza, arranca el autobús cargado con veintisiete animosos "zagales y zagalas" camino del norte. La carretera es amable hasta que la comarca de La Ribagorza, se encarga de lo contrario. Paramos en Graus, hay que estirar las piernas, descargar biodepósitos y echar un café al cuerpo para agitarlo en el Congosto de Ventamillo.
San Feliú de Veri.
           Estábamos convocados a iniciar la travesía partiendo de San Martín de Veri, pero debido a la dificultad para que el autobús alcanzara la población, comenzaremos en San Feliú de Veri, pequeño núcleo pedáneo que nos acoge en un paisaje en el que abundan fresnos, manzanos, chopos y prados. Entre algunas casas que conservan sus elementos tradicionales como sus llamadores y sus puertas, destaca la iglesia de San Félix con una robusta torre campanario.
            No sé si lo de comenzar en este lugar es por el tema de los accesos o por dedicar la jornada a ese guía de lujo que nos va a introducir en un mágico sendero: me refiero a Félix, no tan santo como el de la iglesia pero sí de "antigua y robusta construcción". Bueno, hay que aclarar que el guía cuenta con ayuda: tres perros se han unido al grupo marcando el camino a seguir.
El Turbón.
Casa en Abella.
         Advertidos de que comenzar por la GR.15 podría entrañar alguna dificultad, producto de algún desprendimiento, la primera parte la recorremos por una pista que une San Feliú con Abella. El camino está flanqueado por altos pinos, siempre bajo la atenta vigilancia del Turbón.
         Llegados a Abella nos detenemos a esperar a los más rezagados, cosa que aprovechamos para echar un vistazo al pueblo, embellecido por las flores que muestran algunas de sus casas. Se ve que es un lugar tranquilo y acogedor. Su casco urbano nos traslada a un escenario típicamente pirenaico, con bellas muestras de arquitectura popular de entre las que destaca su Iglesia parroquial dedicada a Santa Julita Mártir, que está datada en el siglo XVII, construida siguiendo claras líneas barrocas.
Marchando.
                En Abella nos abandona uno de los canes, los otros dos nos acompañarán hasta el final de la ruta. No sé sus nombres pero bien podrían llamarse "Compe" y "Garmin".
              Retomada la GR.15, continuamos por un bonito sendero que se introduce en la vegetación que rodea al barranco de Las Navinas cuyas aguas badeamos un par de veces con más o menos suerte, en función de la habilidad de cada cual.
            Los chopos de la vereda comienzan a perder el verdor de sus hojas, preparándo a tornar en amarillas los próximos días, en contraposición con los fresnos que se mantinen espectacularmente verdes. Alguno de los tramos del sendero se encuentran en mal estado, pero eso no es problema para estos aguerridos senderistas.
Maite y un servidor (que también estaba).
Espes Bajo.
            Alcanzamos Espés Bajo, estamos a mitad del recorrido y es un magnífico lugar para hacer un descanso y echar un tentempié (Garmin y Compe se unen a la fiesta).
          Algunos nos introducimos en el pueblo ascendiendo por sus empinadas calles hasta la iglesia de San Martín. La entrada al exterior del templo se acomete por el cementerio, aquí un matrimonio de avanzada edad está dejando flores a sus seres queridos, seres que reposan en el campo santo. La cabecera de la iglesia está edificada a base de grandes sillares. Lo centra un ventanal derramado al exterior. A su costado norte se añadió en época posterior otra nave y al sur, sacristía, capilla y atrio. La porción inferior de la torre bien pudiera ser coetánea del templo original. Empotrada en el atrio de acceso hay una lamentable inscripción de la que me permito ignorar su contenido para no manchar este humilde blog.
Ermita de la Piedad.
          Abandonamos Espés Bajo pasando ante la ermita de la Piedad que conserva buena parte de sus muros así como la cornisa del muro sur. Su origen nos traslada probablemente al S XI.
              El sendero discurre por un preciosos entorno el que el boj se eleva como queriendo transformarse de mata a árbol, todo un bosque por el que caminamos animosamente.
          De nuevo hay que badear, esta vez es el barranco del Lobo el que pone a prueba la impermeabilidad de las botas.

Badeando.
            Poco a poco, conducidos por Félix, Compe y Garmín vamos ascendiendo por un incómodo camino de piedra suelta, con un calor impropio de estas fechas, hasta alcanzar una de las poblaciones más septentrionales de la zona en plena Sierra de la Carrodilla un mágico lugar donde el paisaje mezcla llanura y montaña: estamos en Alins, población situada en un alto que da al río Isábena, sobre el congosto de la Croqueta.
            La iglesia de Alins está dedicada a San Pedro, es del siglo XII con nave única, cabecera recta y torre cuadrada a los pies. Sobre la puerta de acceso está inscrita la fecha de 1520.
En Alins.
            Nos detenemos junto a una fuente en la que Compe y Garmin calman su sed, refrescando sus cuerpos caninos sobre el agua desparramada. Las vistas son espectaculares: aquí el Turbón, allá el Circo de Armeña; abajo el río Isábena, el desfiladero de La Croqueta...
            ¿Ya hemos terminado?, ¡no!. Hemos de bajar hasta la carretera en la que nos espera el bus y... ¡vaya bajadita!: poco más de un kilómetro descendiendo  190 metros, con un suelo de bolos sueltos que, ¡cagüen!, cada cual acomete como buenamente puede.
Félix y el resto.
Compe y Garmin.
          Nos acicalamos mínimamente (unos más que otros) para abandonar este territorio; aquí quedan, exhaustos, Compe y Garmin; casi 15 kilómetros guiándonos y acompañándonos hasta el último metro. ––Ahora tendréis que volver a casa pero, tranquilos no hay prisa, descansad, ved como nos alejamos, y cuando os hayáis recuperado, tomad el camino de regreso. Hasta otra, amigos.
             Nosotros también volvemos a casa, no sin antes, en un garito a orillas del río Isábena, detenernos a dar cuenta de los bocadillos de la jornada, acompañados de unas frescas "estrellas".
                  De La Ribagorza a Zaragoza el viaje es placentero, nuestra ciudad se ve animada, pronto estaremos en fiestas en las que, ¡caray!, habrá que cometer algún que otro pecado.
                 Hasta pronto.

Datos técnicos
Recorrido.
Perfil:
Distancia, 14,6 Km.
Desnivel de ascenso, 440 m.
Desnivel de descenso, 655 m.

2 comentarios:

  1. Como siempre, un relato vivido, contado con el gracejo que te caracteriza, unas fotos preciosas, tu fiel compañera algunas veces junto al del carhirulo y dos guías de lujo.
    Esperando el siguiente capítulo.

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  2. Gracias Marta. Comentarios como el tuyo me animan a seguir con la Vieja Mochila al hombro, también viejo, mochila cargada de ilusión y de buenas gentes y, como dices, con mi fiel compañera.
    Y cuando regresamos a casa, abajo, en el bar, con los amigos y amigas, la cerveza sabe mejor.

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