domingo, 23 de mayo de 2021

POR LAS HOCES DE FUENDETODOS

 Día 22 de mayo de 2021
Reencuentro
        Dicen que al paso del tiempo se olvida el querer; dicen, también, que al paso del tiempo se alejan los amigos; y dicen, así mismo, que al paso del tiempo, la cercanía se aleja. Eso no puede ser verdad, ¡si dicen que digan!, pues, tras quince meses, volver a realizar una excursión con los amigos de Esbarre, el querer, los amigos y la cercanía siguen más vivos que nunca. Dicho esto, vamos al grano.
        Pese a haber pasado tanto tiempo, las mascarillas no esconden la cara de alegría del personal cuando, en el parking del Parque de la Balsa de Fuendetodos, uno a uno, en coches particulares (lo del bus, por prudencia, habrá de esperar) vamos llegando. Nosotros, Maite y yo, compartimos transporte con los "Luño Brothers" que, en el camino, al paso por Jaulín, les explota la nostalgia de tiempos pasados.
Fuente Vieja
        Fuendetodos, anteriormente conocida como Fuentedetodos, debe su nombre a la Fuente Vieja de la que todos bebían. Pero hoy esta villa bebe de la fama que le da el ser cuna de uno de los mejores pintores que ha dado la historia, Francisco de Goya.
        Cuando nos introducimos en sus calles, cada uno de los rincones irradia la huella del pintor, empero no esconde la belleza de sus casas, muchas de ellas engalanadas con flores; ni esconde la iglesia de la Concepción, construida en el siglo XVII, de estilo mudéjar y barroco (se conserva la pila bautismal en la que fue bautizado el pintor); ni esconde el establecimiento que asaltamos para adquirir una buena carga de productos derivados del puerco.
Vista de Fuendetodos
La Iglesia de la Concepción y...
..."la carnicería".
La Balsa de Fuendetodos
        La huella del pintor, tampoco esconde la espectacularidad del paisaje que hoy vamos a recorrer: Las Hoces de Fuendetodos (hoces o focinos, en función de su tamaño).
        Inauguramos esta temporada, esperemos que pospandémica, bajo la dirección de "El Javi", "El Juli", "EL Richi" y "El Morata", muy bien asistidos por la troupe de costumbre.
        Abandonamos la localidad por la balsa que da nombre al parque adosado a ella, en sus aguas se reflejan, no solo los árboles que beben de ellas, sino también el paso de estos emocionados esbarristas.
Tiramos por el camino que lleva a Valmadrid. A nuestra izquierda, vemos la Paridera del Corralico (o Corralillo). 
Primeros pasos
Paridera del Corralico
La Hoz Plana
        A la derecha, los campos de verde mies se aferran a la tierra para no caer sobre la, cada vez más profunda, Val de Santa María. Más adelante, desde el camino, observamos la cabecera de la Hoz Plana.
        Poco más adelante, nos desviamos para asomarnos hacia el vacío de otra cabecera, disimulada por la densa vegetación, la de la Hoz Mayor por la que, más tarde, nos adentraremos. 
        Por unos metros, volvemos sobre nuestros pasos para proseguir el camino.
        Pronto descendemos, con cuidado, por una trocha hacia el Focino de la Bajada. En su cabecera, una bóveda en la roca, nos sirve de decorado para la acostumbrada "foto de grupo", imagen en la que se aprecia que el tiempo no ha dejado huella en estas gentes de Esbarre.
Descenso al Focino de la Bajada
Quedamos tres ––¡ya vaaa, ahora bajamos!
Aquí estamos porque hemos venido
¡Agacha el lomo!
        Avanzamos por el focino, admirando las paredes verticales que cierran uno y otro lado de nuestro paso, salpicado de enebros, hasta alcanzar un árbol caído en medio del cauce, y sendero, que cada cual salva como puede en función de la antigüedad de sus articulaciones.
        Una vez salvado el obstáculo, continuamos el paso por la senda que discurre por en medio del seco cauce, que cada vez se va abriendo, para dejar de ser hocino y tornarse en un camino que discurre bajo enormes pinos.
        Poco a poco, la vegetación se va volviendo más espesa, las paredes se muestran más verticales, la senda se va abriendo paso entre arces de Montpellier y, sobre todo, almeces o latoneros. Cada metro en que nos adentramos en la "Hoz Mayor", se nos apodera una gran sensación de monumentalidad; el bosque (por no decir la selva) se va cerrando. Arriba, un buitre nos observa con atención, aunque, amigo, por el momento no somos carroña.
Avanzando por la Hoz Mayor
¿Bosque o selva?
¿Qué estará pensando?
Dejamos la Hoz Mayor
        Llegamos a la cabecera de la hoz, ¿quién iba a decir que, hace un rato hemos estado aquí?, bueno, unos metros más arriba. Este es un buen lugar para la clásica exposición y degustación de tentempiés: frutas, chocolates, frutos secos, etc.
        Como seguir "p´alante" es imposible, bajo la insistente mirada del carroñero, retornamos por "la selva", observando algunas vías de escalada,  hasta dejar este impresionante rincón escondido en las entrañas del campo de Fuendetodos.
        En el camino que ahora tomamos, se recoge casi todo el desnivel de ascenso de la jornada, desnivel que cada cual ataca en función de su fortaleza física, la mental está por las nubes que, por cierto, durante toda la mañana nos están protegiendo de los rayos solares.
Sí, sí, ahora verás
        A partir de aquí, el camino discurre entre campos, unos labrados y otros de verde estampa con algunas pinceladas de "rojo ababol". Transitamos, también, bajo altos pinos y algunos, más altivos,  árboles: sus troncos se elevan al cielo, sus hojas (tres) se mueven a merced del viento; su brillante color acerado delata que no son árboles los que pueblan este bosque, son aerogeneradores energéticos.
        Y allá donde no crece el árbol, las plantas como el tomillo y el romero, nos deleitan con su agradable aroma. Crece, también, en este terreno la conocida aliaga, planta que, junto a otras de carácter agresivo, se lo pasa de lo lindo con las piernas de Marisa que ha osado lucir garras en esta mañana.
Pobres piernas
Tras las flores, ya se divisa Fuendetodos.
        Esta planicie, llamada del Estal de Vacas, es atravesada por varios caminos que convergen en estos lugares: el de la Sierra Gorda, el del Balsete del Soldado y el Estal de las Vacas a La Quemada, por el que estamos caminando y en el que se esconden los restos de algunas trincheras de la Guerra Civil.
        A lo lejos ya divisamos Fuendetodos, su presencia y la gran cantidad de flores que jalonan los caminos, que pintan los campos y praderas, que alegran a los pájaros con sus trinos... Sí, todo ello nos acerca al final del trayecto, final que, ¡oh, casualidad!, se encuentra junto a una terraza en la que sirven unas frescas birras que nos hemos ganado con creces.
¿Qué sería de una primavera sin flores?
¿Qué sería de una flor sin pétalos?
¿Qué sería de la mies sin ababoles?
¿Qué sería la primavera sin colores?
¿Qué sería de la mariposa sin flor?
¿Qué sería el camino sin caminantes?
        Celebramos habernos reencontrado de nuevo. Pronto llegará el verano y volveremos a recorrer otras tierras. 
        Al regreso, que se prepare el monte, que las gentes de Esbarre tendremos las pilas cargadas, no sé si de "picer, de modernica, de jansen, d´astra o de l´ambar", que si vamos ganando terreno al maldito bicho "nos vemos a la vuelta".
        Mientras tanto regresaremos a ese otro camino que no vamos a dejar de recorrer; nos pondremos las botas de la prudencia, nos apoyaremos en los bastones de la congruencia, ascenderemos a la cima del sentido común, descenderemos de ella cargados de ilusión y, ya en el valle, tomaremos el sendero que nos lleve a la meta que todos y todas estamos deseosos de alcanzar.
        Hasta pronto
(pulsando en cada una de esta crónica, puedes ampliarla)
Datos técnicos:
Recorrido

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1 comentario:

  1. Ya veo, ya que plana es la Hoz Plana. Hay garrapatas entre esas hierbas? El nombre de Fuendetodos de donde viene? Saludos. Carme

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