miércoles, 5 de mayo de 2021

HOCES DEL RÍO PIEDRA (retorno)

 Día 4 de mayo de 2021
Las Hoces del río Piedra
        Cuatro años y tres días después, volvemos a disfrutar de este agradable rincón esculpido por las aguas de un río, más conocido por su paso, junto al monasterio que adopta su nombre, que por los caprichos de su recorrido a lo largo las "Hoces del río Piedra". (Para quien no lo sepa, "hoz", en este caso, se refiere a un paso, estrecho y de paredes escarpadas, que transforma el río).
        En la anterior ocasión, de la que di buena cuenta en este enlace, comentaba de la escasez, por no decir, ausencia superficial, de agua en este tramo del Piedra, cuyo caudal se esconde en Aldehuela de Liestos, para reaparecer en los "Ojos de Cimballa". El origen del nombre "Piedra", viene originado por la capacidad que tienen sus aguas de petrificar, o convertir en piedra, toda materia orgánica que baña, explicado por el alto contenido de carbonatos que llevan disueltos sus aguas, que favorecen su depósito en las orillas, creando rocas ligeras y porosas como los travertinos y tobas
        No es el caso de esta ocasión, pues si hemos de buscar alguna diferencia entre aquella de 2017 y la de hoy, es en el agua que, como veremos, nos obliga a descalzarnos y remangar los pantalones para salvar algunos tramos del sendero engullidos por el río.
Avanzando entre paredes

"La partida"
        La partida caminera de esta ocasión la componemos Maite, Mª Ángeles, Alfredo y un servidor, todos portadores de nuestras respectivas "dosis de Phizer", no muy imprescindible en este camino en el que guardamos una gran distancia sanitaria con el resto de habitantes de la zona; me refiero a los buitres, pues humanos no andan en fecha y hora por aquestos andurriales.
        En el viaje hasta el principio de la ruta, ya se adivina que, pese a las tormentas de la noche anterior, el día va a ser redondo. Viaje que nos lleva a la localidad de Aldehuela de Liestos, desde la que sale, perfectamente señalizada, una pista de firme arcilloso que la lluvia ha dejado bastante resbaladizo; no obstante, las ruedas del buga de Alfredo, cargadas del dichoso material, con los apuros correspondientes, se encargan de dejarnos en el punto de arranque.
Pozo bajo La Puerta de la Hoz
      Frescos y lozanos, comenzamos el camino que en sus primeros metros, discurre entre campos agrícolas, hermosamente pintados por el verdor del cereal que la lluvia ha lavado.
        En buena parte del recorrido, el camino transita por la GR.24, cuyo trazado se encuentra perfectamente señalizado e informado en lo referente a la geología, fauna, flora e historia de la hoz.
    Pronto alcanzamos el punto denominado como "Puerta de la Hoz", puerta que nos adentra en un terreno marcado por el río, cuyo cauce hemos de salvar en varias ocasiones, las primeras dotadas de unas pasarelas, de las siguientes... ya hablaremos.
Cueva del Asno
        Aguas arriba, vamos pasando junto a algunos pozos y cuevas como estos de la Puerta de la Hoz, que dejamos a la izquierda. Más adelante encontramos la Cueva del Asno, con mesa y banco para descansar, pero como no lo estamos, proseguimos el camino.
        Alcanzamos el Pozo del Muchacho, el sendero avanza hasta el Pozo del Sombrerillo en el que la senda se bifurca: a la derecha sale la que lleva al Mirador de las Hoces, que visitaremos al regresar, nosotros seguimos por la izquierda que sigue por la orilla del Piedra.
        Unas veces, junto a él, y otras cruzándolo, el río Piedra se muestra manso, reflejando sobre sus aguas las rocas que labró y el cielo que hoy presume de un color excepcional.
Pozo del Muchacho
Pozo del Sombrerillo
Guillomo
        El entorno por el que transita el sendero es impresionante; la humedad reinante facilita el crecimiento de un sinfín de ejemplares como guillomo, jazmín, cerezo de Santa Lucía, arce de Montpellier, carrasca, quejigo, enebro, chopo, fresno, escaramujo, sauce y muchos más que mi ignorancia me lleva a omitir.
    El elegante vuelo de algunos buitres que se elevan a merced de alguna corriente térmica, se acompaña con la musicalidad de los "coros ornitológicos" que en esta bella mañana rinden homenaje a estos cuatro amigos. Allá arriba, en las paredes que cierran la hoz, algunos carroñeros nos observan con atención; ––¡pues no, bichos!, que estamos vivos, muy vivitos––.
Menos mal que este buitre leonado no tiene mucha hambre
Zona de Peñas Caídas
        Más adelante, observamos lo que fue una vieja carbonera en donde un panel nos informa de aquel viejo oficio (recomiendo uno de los reportajes de Eugenio Monesma que puedes ver en este enlace).
        El siguiente paraje que atraviesa la senda es el de "Peñas Caídas". Fácil le resultó a quien osara nominar el lugar de tal modo, pues, una a una, vamos salvando las grandes rocas que en alguna ocasión decidieron divorciarse de las paredes que tenemos encima ––esperemos que hoy no sea día de hábil––. Una sirga ayuda a salvar algún punto de no muy difícil paso, pero "si hay que agarrarse se agarra"
¡Agárrate fuerte!
Toca pescar
        El sendero transcurre siempre por la ribera del Piedra que, como serpiente, curvea creando múltiples meandros; sendero que, al contrario que la vez anterior, es engullido por las aguas del río. 
        Como decía arriba, toca descalzarse y remangar las perneras de los pantalones en varias ocasiones, incluso, a fin de no andar "ahora me calzo, ahora me descalzo", por unos metros caminamos descalzos, eso sí, por un piso cubierto de fresca hierba. 
        Es momento de recordar aquellos pueblos en que sus gentes no tienen más calzado que la piel de sus pies y palabras como "pandemia" es de uso frecuente en su idioma.
Por la senda
Esto mejora
            Siguiendo el curso del río, el camino se estrecha al alcanzar el "Paso del Angostillo", junto al que desemboca la senda que sube al Mirador de los Buitres, que, a la vuelta, tomaremos. De nuevo, el sendero se sumerge bajo las aguas del río, que aquí cubre más arriba de la rodilla, por lo que hemos de salir del cauce para subir por lo alto de las paredes que lo escoltan, eso sí, sin ningún tipo de peligro.
        Afortunadamente, poco a poco, la hoz se ensancha y los varios vadeos los realizamos con las botas puestas.
        A uno y otro lado, las altas paredes nos enseñan la cantidad de buitreras, toda una ciudad, en la que los carroñeros (me refiero a los de alas), en esta época, andan en la tarea de incubar los huevos.
Buitreras adosadas, con vistas
Poco a poco...
...el camino se muestra más cariñoso
Merecido descanso
        Con más retraso de lo esperado, motivado por los pasos acuáticos, alcanzamos la zona conocida como Esta zona es conocida como Torrejón del Molino o Pozo de las Escaleras, en la que quedan las ruinas de un antiguo molino harinero. De posterior construcción, un refugio nos invita a posar, sobre el poyo de la puerta, nuestras nalgas con el fin de realizar un merecido descanso.
        Aunque hoy vacío, este sitio suele estar concurrido en fines de semana pues se llega en vehículo desde Torralba de los Frailes y, además, posee algunas paredes de escalada.
        Lo cierto es que el lugar es muy agradable e invita a quedarse, pero hay que seguir.

Ruinas del molino harinero
El Torrejón
Azud
        Volvemos a cruzar el río con la intención de realizar la ruta circular que sube al "Mirador del Reconquillo" pero al llegar a un azud que debemos cruzar, con el peligro de resbalar, valorando que habremos de vadear el alto caudal del Piedra más adelante, decidimos abortar esta idea y volver por donde hemos venido.
        ¡Ah, amigos!, pero esta vez no nos vamos a mojar, pues poco antes de volver a pasar por el "Paso del Angostillo" tomamos, a la izquierda, la senda que asciende suavemente hasta alcanzar "El Mirador de las Hoces".
        Imposible describir las sensaciones que, como una tormenta, se cierne sobre nosotros. Allá abajo, entre la espesa vegetación, se asoma el río Piedra con las aguas que han sentido el pisar de nuestros pinreles. Desde esta altura observamos la zona de "Peñas Caídas" y el porqué del nombre. Al otro lado, frente a nosotros, grandes paredes teñidas de blanco delatan que los buitres tienen allí su morada. El espectáculo y la paz reinante, solo rota por el trinar de los pájaros, nos invita a convertir el balcón en lujoso restaurante (con vistas) y dar buena cuenta del material gastronómico del fondo de las mochilas, como salida de chistera aparece la bota de vino que hoy presume de albergar un rico garnacha de Lécera.
Sensaciones
Desde el Mirador de las Hoces
Panorámica
Regresando
        Con los deberes cumplidos, abandonamos este mágico lugar para descender a la senda que, en dirección contraria, hemos transitado por la mañana.
        Como cuadrilla de toreros, en época de inmunidad, abandonamos la plaza por la puerta grande, es decir por "La Puerta de la Hoz" y pronto estamos en el final de esta bella y sorprendente excursión, recomendable para todos los públicos, eso sí, siempre que el río lleve algo menos de caudal y si no es así, ya sabemos lo que toca.
        En esta ocasión, y que no sirva de precedente, por aquello de quien debe retornarnos a la city, la dosis de Ambar nos la tomamos en el bar del barrio, la otra dosis, la Phizer caerá enseguida.
        Hasta pronto

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Datos técnicos

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