miércoles, 31 de julio de 2024

PEÑA OROEL (Por la umbría de su cara norte)

 Día 30 de julio de 2024
        Altivo y majestuoso se erige este farallón rocoso de impresionante silueta y de apariencia a un gran buque varado, también conocido como el León dormido o La Esfinge. Vigilante y protectora atalaya de la ciudad de Jaca y, sin ser un gigante, sus 1.769 metros de altitud no le restan personalidad. Mucho se ha escrito sobre esta Peña, incluso desde esta atalaya de mi Vieja Mochila.
Cara sur de la Peña Oroel (foto de la anterior ascensión)
        No es la primera vez que ascendemos a esta Peña, y no precisamente porque se oculte entre un mar de montañas, ni tampoco porque la hayamos contemplado en cientos de ocasiones en los viajes hacia los valles de la Jacetania. Tampoco es la primera vez que desde otras cumbres hemos buscado y encontrado esa inconfundible silueta.
Tres años atrás
        La subida a esta montaña mítica de la comarca Jacetana es sencilla y clásica, pero no por ello menos imponente. Además, ella esconde en sus recovecos una buena dosis de magia por estar en el vértice oriental de un triángulo cuyos otros dos vértices se sitúan en San Adrián de Sasabe y San Juan de la Peña. También es refugio de historias y leyendas, pero de esto ya comentaremos más adelante.
        En esta ocasión, el grupo está compuesto por tres generaciones de la familia de Maite: esta, su hermano Tomás (ejerciendo de guía), su sobrina María y los zagales y zagalas Martín, Laura, Marcos y Candela. ¡Leches, me falta uno!, ¡Ah!, y un servidor.
¡Grupazo!
        Las última vez que ascendimos a la Peña Oroel, lo hicimos por su cara sur, por la solana; en esta ocasión atacamos la clásica subida desde el parking que se encuentra junto al que fue Parador de Oroel y una área recreativa y la Fuente de los Forestales (1178 m.).
––Hay que ir por aquí, luego por allá y, después...––
        El sendero se encuentra perfectamente señalizado, así que este pequeño ejército, cargado de entusiasmo, comienza a introducirse en la umbría de un bosque compuesto de pinos silvestres, hayas, abetos, avellanos, sauces, etc.
Un alto en el camino
        Pasado el desvío que se dirige hacia la ascensión, más técnica que esta, por la Vía Mayencos, la senda empieza a trazar un interminable zigzag, algo así como un vals más adecuado para un salón de baile vienés que para estos pies mortales que intentan seguirlo sin perder el compás ni la compostura.
        Por suerte, el amable cobijo del bosque nos salva de un sol que, como buen agresor anual, se esmera cada vez más en achicharrarnos. Hoy, para colmo, es uno de esos días gloriosos que los meteorólogos celebran como "récord". ¡Qué encantadora hazaña del clima!
Por buena umbría
        Al llegar al collado de Las Neveras (antiguamente había allí unos grandes hoyos neveros donde se recogía la nieve en invierno para trasladarla a Jaca, a Huesca y a Zaragoza), se adivina lo que queda hasta nuestro objetivo: guiar nuestros pasos, por cómodo cordal, hacia la enorme (para mí, horrorosa) cruz, y alcanzar la cima de Peña Oroel situada, como decía arriba, a 1769 metros de altitud.
Hacia la cima
        Con las mochilas tiradas por ahí, las espaldas empapadas cuentan la heroica batalla contra la cuesta, sus bailes, y "la chicharrina" que nos regala el sol. ¡Qué maravilla de subida, sudor y "todo incluido"! Sí, todo incluido porque es momento de echar un tentempié y disfrutar del paisaje que esta cumbre nos regala a bajo precio.
La cruz
        La bruma impide sacar buenas fotos, pero nuestras retinas consiguen admirar, b
ajo nuestros pies, inmensamente bella, Jaca con su Ciudadela y la Catedral. Al oeste se abre la Canal de Berdún en cuyo extremo brillan las aguas del embalse de Yesa; los Pirineos, al norte, nos muestran las más famosas cumbres, desde el Ori hasta el Turbón, pasando por Ezcaurre, Lenitos, Agüerri, Bisaurín, Aspe, Collarada, Infiernos, Tendeñera, Taillón, Tres Sorores, Tres María, Peña Montañesa, Cotiella... ¡Uf!, todo un regalo para la vista y el espíritu. 
Jaca desde la cima de Oroel
        Todo esto desde este impresionante murallón en el que, seguro, se encuentra aquella cueva de la leyenda del Dragón de Oroel:
        "Pues resulta que en esa cueva de las laderas de Peña Oroel se había aposentado un dragón con aspiraciones de déspota, teniendo a todo el valle tiritando de miedo. Pero como toda buena historia necesita un héroe, apareció un caballero jacetano, que estaba encarcelado por defender a las brujas locales (porque, claro, las pobres brujas siempre tienen mala prensa, pero alguien tenía que hacerles justicia).
            El caballero, que de tonto no tenía un pelo, conocía el cotilleo local: los dragones podían hipnotizar a sus víctimas con un simple vistazo. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Recordando la vieja historia de Perseo, el caballero decidió pulir su escudo hasta convertirlo en un espejo digno del mejor tocador.
        Con el plan trazado, se dirigió a la cueva del dragón esperando que el monstruo estuviese echándose una siesta. Justo al despertar, el dragón, que al parecer no había oído hablar de los peligros de la vanidad, se miró en el escudo y cayó hipnotizado por su propia mirada. Y fue entonces, en ese momento de suprema ironía, cuando el caballero aprovechó para clavarle la espada en el corazón, librando así al valle de su opresor y, de paso, quedando libre de su condena. 
        Un final feliz, cortesía de un espejo y un poco de sentido común".
El dragón
        Entre paisaje y leyenda podríamos seguir entusiasmados sobre el lomo de la Peña, pero una nube nos aconseja tomar las de "Villadiego" y, entre una colección floral, iniciar el descenso, cosa que realizamos por el mismo trazado que el de subida. 
        Afortunadamente, la nube ha transitado hacia otros lugares.
Clavel de montaña, o de pastor
        Abajo, en la fuente, nos espera el pelotón joven del grupo. Claro, con sus piernas frescas y poco gastadas, han bajado como si nada, mientras nosotros, con nuestras ancas veteranas y cargadas de historias, vamos detrás como si lleváramos el peso del mundo en los tobillos. ¡Qué suerte la de la juventud!
Final en la Fuente de los Forestales
        De regreso a Siresa, una poza del río Aragón Subordán nos recibe con sus cristalinas y reconfortantes aguas. Allí, nos libramos del sudor y el polvo del camino, pero no del recuerdo de una agradable mañana.
        Hasta pronto


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Datos técnicos
Recorrido
Datos técnicos
Distancia, 7,8 Km
Desnivel positivo, 610 m.
Desnivel negativo, 610 m. 
(585 m. en Wikiloc)
Track

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domingo, 14 de julio de 2024

LAGOS DE NÉOUVIELLE (circular)

Día 11 de julio de 2024
        Nos vamos a las Galias, pero no es para seguir los pasos de Asterix y Obelix en su eterna batalla contra las legiones romanas, ni para celebrar haber derrotado a la selección francesa en la Euroliga. No, nuestro propósito es mucho más sereno y contemplativo: vamos a dar un "paseo tranquilo" alrededor de unos lagos impresionantes. Sí, esos lagos que nos invitan a olvidarnos del estruendo de las batallas, de las derrotas y victorias deportivas, para sumergirnos en la paz de sus aguas y la belleza de sus paisajes.
Uno de los lagos
        Este recorrido por la Reserva Natural de Néouvielle nos lleva a explorar uno de los entornos naturales más impresionantes de los Pirineos. El agua es el elemento central en esta ruta circular por la Reserva de Néouvielle, conocida por albergar más de 70 lagos y lagunas, aunque nosotros recorreremos las orillas de los más conocidos.
Un par de lagos de la Reserva Natural de Néouvielle
        Tras atravesar el túnel internacional de Bielsa, nuestro agradecido buga, con la carga de un par de aventureros, se lanza con ímpetu por las sinuosas carreteras francesas, prometiendo, curva tras curva, llevarnos a un destino mágico: el lago Orédon (1850 m.), un modesto anticipo de lo que nos espera. Cuenta el lago, con un aparcamiento, eso sí de pago, en el que dejar el buga.
Lago Orédon
        Ataviados con el look montañero perfecto, empezamos nuestra travesía bordeando las orillas orientales del lago. No es precisamente un camino solitario, ¡pero tampoco nos codeamos con multitudes! Los primeros pasos son un paseo llano y relajado, hasta que el sendero decide ascender en zigzag.
Comenzamos a subir
        Enormes pinos nos brindan sombra del rey sol, mientras abajo, los rododendros estallan en colores deslumbrantes, exhibiendo lo mejor de su paleta. Para rematar la escena, los desagües de los lagos muestran la furia del agua chocando contra las rocas, como un recordatorio impresionante de la naturaleza en su estado más salvaje.
Rododendros
        El Orédon ha quedado atrás, y ahora emergen Les Laquettes (2080 m), una sucesión de lagos de agua cristalina que se entrelazan entre sí, en el corazón de un impresionante bosque de pinos. Aquí, vale la pena detenerse y dejarse cautivar por el reflejo de las montañas circundantes que se pintan sobre el espejo sereno de sus aguas.
En uno de los Laquettes
        Recorremos las orillas orientales de estos lagos por un sendero que invita al paseo, un sendero que, metros más arriba, nos deja sobre el lago represado de Aubert, a 2148 metros de altura. La presencia de un bus del parque que sube hasta aquí hace que este hermoso lago se encuentre con más visitantes. Sin embargo, esto no nos impide sentarnos a descansar sobre el verde césped que lo rodea y disfrutar de las vistas reflejadas en el agua, especialmente del imponente pico Néuvielle, que alcanza los 3091 metros, y su picudo hermano Ramoun, de 3011 metros.
En el lago Aubert
        El descanso es corto, pues aún queda mucho "paseo" por recorrer. ¡Mochilas a la espalda y, hale, vamos! 
        Dejamos el lago Aubert y su coqueto refugio, y en una ligera subida alcanzamos otro lago, el Aumar, a 2192 metros. Ahora nos toca recorrer algo más de 1,5 kilómetros por su orilla sur, un trayecto cómodo por un sendero, el GR.10 francés, abierto entre prados y turberas, camino que nos ha de devolver a nuestro final. Antes de seguir echamos un vistazo atrás, para volver a ver el pico Neouville reflejado en las aguas del lago.
Lago Aumar
         Atrás queda el lago Aumar con la tranquilidad de quien deja el vecino del piso de arriba. La senda al principio nos regala pastizales anchos y cómodos, como esos sofás reclinables que te abrazan. Además, el grueso de turistas ha quedado en el Aubert. Pero, agárrate bien, porque poco a poco nos vamos abriendo paso por la ladera del Pic D'Anglade, en un rompe piernas que parece más largo que un día sin pan.
        Afortunadamente, este sendero nos regala una gran variedad de flores, cuya presencia y belleza embriagan el alma al pasar, ofreciendo un festín de colores y aromas que capturan la esencia de la naturaleza. Una pequeña muestra:
Por la GR.10
            Finalmente, después de tres kilómetros que nos dejan en el Col D'Estoudou a 2260 metros, llega la hora de hacer un alto. Aquí no es momento de heroicidades. No, aquí es momento de sacar el bocadillo, aligerar la mochila y recuperar esas energías que vamos a necesitar para lo que viene: ¡bajada infernal!
Cerca del Col D'Estoudou
        Ahora no es tiempo de subir más, sino de descender, y no precisamente en plan suave y relajado. Descenderemos cerca de 400 metros en un !plis plas". Ahí abajo está el lago Orédon, esperándonos como si fuéramos estrellas de cine. Así que, hagamos cuentas rápidamente: ¿cuántas veces nos tropezaremos? ¿Cuántos resbalones nos llevará encontrar el equilibrio? ¡Esas son las preguntas que importan ahora!
De bajada
        En fin, amigo, prepárate para sentir cómo los músculos claman por un masaje, y cómo las rodillas empiezan a tener su propia opinión sobre la ley de la gravedad. Pero, ¿sabes qué? Al final de la ruta, cuando estemos junto al lago Orédon habremos conquistado no solo lagos, sino también nuestro propio sentido del humor. ¡Y eso, amigo mío, no tiene precio!
        Hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 9,4 Km.
Desnivel positivo, 507 m
Desnivel negativo, 507 m.
En Wikiloc, 462 m.
Track






viernes, 12 de julio de 2024

PICO EL CUEZO (circular desde Espierba)

 Día 10 de julio de 2024
        Aprovechando que estamos alojados en Espierba, hacemos esta ruta circular con el objetivo de alcanzar aquella punta que divisamos desde nuestra "casa".
        Espierba es una aldea con sus construcciones dispersas, incluida la iglesia; algunas mantienen la arquitectura típica de montaña, pero gradualmente están surgiendo nuevas casas, no tanto para actividades agrícolas o ganaderas, sino como residencias de vacaciones. Lugareños del valle nos cuentan que, durante todo el año, tan solo es habitada una de las casas, madre e hijo, este último dedicado al pastoreo.
Iglesia de Espierba
        ¡Al lío! Aunque la ruta atraviesa nuestra ubicación (1350 m.), la PR-HU.92, subimos con el buga hasta lo más alto de la aldea (1410 m.).
        Como ya hemos llegado con las botas ajustadísimas, el ungüento antisolar untado milimétricamente y la cabecita cargada de sabiduría, nos lanzamos a la aventura avanzando por la mencionada senda, la cual, con un desnivel que más bien parece un desafío personal para nosotros, va dejando atrás las últimas casas de Espierba.
Dejamos Espierba
        El sendero, perfectamente señalizado, se abre paso por un umbrío bosque que en principio nos muestra una buena población de hayas y boj. En algún claro, el prado deja que las flores muestren su pleitesía al sol, como la blanca achilea. Conforme vayamos ganando altura aparecerá el pino negro.
Achilea
        Chino chano, no sin esfuerzo alcanzamos el collado de Espierba (1809 m.), a la izquierda arranca el camino que sube al pico Comodoto, pero nosotros cogemos el de la derecha, en dirección SE, que nos lleva por un cordal desde el que contemplamos, a nuestra derecha, las impresionantes montañas que cierran el Valle de Pineta
: Pala de Montinier Sierra d’as Zucas y sus Tres Marías, así como de las Puntas Verdes, de los rocosos mallos Gran (2475 metros) y Embasador (2550 metros), de la cresta de Monesma y de las Treserols.
En el collado de Espierba
        Estamos en una buena posición para admirar los dos valles, pues a la izquierda queda el Valle Del Real, desde donde ya se visualizan el el río que da nombre al valle, la montaña de Ruego y el pico de La Mota, por encima del pequeño pueblo de Chisagüés.
Valle del Real
Chisagües (zoom)
         Nosotros, en nuestra infinita sabiduría, nos lanzamos a "llanear" por la pista, como si fuéramos expertos en la materia, en dirección sureste, rodeando la Punta Taller. Después de unos extenuantes 15 minutos, salimos a una zona más despejada, donde podemos respirar aliviados y presumir de nuestra hazaña, para finalmente alcanzar el collado de Sarratillons (1790 m.).
Collado de Sarratillons
        En este punto, el camino gira hacia el noroeste y desciende hacia el valle de Chisagüés, también conocido como el valle del río Real. Abandonaremos la pista y nos dirigiremos hacia el este, atravesando prados por una senda poco marcada.
        Caminamos por un paraje conocido como "Ereta Tolosa", donde avanzamos cresteando durante unos metros. A lo lejos, en lo alto, se vislumbra el cordal que nos acercará a nuestro objetivo. Sin embargo, por el momento, disfrutamos de un bosque de pinos cubierto de abundante musgo.
Entre pinos
        Cada vez la panorámica se vuelve más espectacular. Al este, se pueden admirar las puntas Suelza, Fulsa y Urdiceto, junto con el imponente macizo de Cotiella, más al sur. El valle de Pineta también nos deleita con la vista de la Pala de Montinier, la Peña Altura y el hermoso Portillón de Tella.
Una buena panorámica
        Solo nos queda enfrentar los últimos y desafiantes metros hasta alcanzar la cima, a través de un terreno abierto y rocoso, que nos llevará a la cumbre del imponente y poco conocido pico, o punta, del Cuezo (2034 m.). 
Ahí queda
En la cima del Cuezo
        Si lo comparamos con las cumbres que tenemos la suerte de contemplar, este pico exhibe una buena carga de humildad. Pero, ¡ay, amigos!, el paisaje que se divisa desde su cima es de sobresaliente:
        Al noroeste destaca el Comodoto, detrás de esta sierra de Espierba, que separa los valles de Pineta y Chisagüés. Detrás están los Montaspró y el Pic Blan. En el valle de Chisagüés, se ve la zona de Petramula. Encima, se encuentran el Chinipro, la Punta de las Puertas y el acceso a los ibones de La Munia, así como Peña Blanca, Robiñera y La Munia.
Desde la cumbre
             Dominando el circo de Pineta, se adivinan, tras las nubes, el Cilindro, Monte Perdido, su glaciar, el pico Añisclo, el Soum de Ramond, el collado de Añisclo, La Suca y las Tres Marías, así como parte de la zona visitada hace un par de días, como la impresionante cascada del Cinca. ¡Vamos, una explosión de belleza para los ojos! Abajo divisamos las edificaciones de Espierba, incluso vemos con claridad nuestro alojamiento, una vieja casa de la aldea.
¡A ver si se quitan las nubes que tapan las Treserols!
        ¡Uf! Por poco se me pasa mencionar que llevamos un suculento lastre en las mochilas: un tesoro compuesto de longaniza y chorizo de Sarrión (Teruel), cuidadosamente aromatizados con el hongo típico de aquellas tierras. ¡Cualquiera diría que hemos estado cargando con la charcutería más exclusiva de la comarca! 
Así que a "mover el bigote".
        Habiendo logrado nuestros grandiosos objetivos, es hora de bajar. Por supuesto, podríamos simplemente volver por el mismo camino, pero ¿quién haría algo tan predecible? No, nuestra misión es trazar una ruta circular, así que nos aventuramos hacia un florido sendero, apenas visible, que serpentea por la cara sur del Cuezo.
Comienzo del descenso, entre...
... flores
        ¡Vaya con el sendero! Nada más y nada menos que unos cuatrocientos metros de desnivel, en un tramo que, francamente, es de todo menos amigable para estos dos aguerridos y solitarios montañeros. Pero claro, "no problem". Tomamos todas las precauciones necesarias para no rompernos el "pesCUEZO" (quizás de ahí viene el nombre del piquito, ¿no?).
¡Uf!
        La cosa se 
suaviza cuando alcanzamos la senda que une Javierre con Espierba, un camino que transita por el Llano de Diera. Un pequeño despiste nos quiere enfilar por la senda del error (no horror),  pero nada que el gps no pueda corregir, así que, chino chano, seguimos "p´alante". 
        Poco a poco el camino va tornando en pista, esa pista que nos devuelve al punto de partida.
En el Llano de Diera
        En cinco minutos, el buga nos deja en casa. Ha sido una jornada en la montaña vivida en completa soledad, una soledad que rara vez se encuentra en otros lugares mucho más populares, donde las multitudes restan el encanto de visitarlos. Quizás por eso hemos elegido este pico. No ha sido una hazaña épica, pero el hecho de haber compartido la experiencia solo con los pájaros, los bosques, las flores, el paisaje y, claro, con Maite, sinceramente, ha hecho que valga la pena.
        Hasta pronto

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Datos técnicos:
Recorrido
Perfil:
Distancia, 9,5 Km.
Desnivel positivo, 700 m.
Desnivel negativo, 700 m.
(654 en Wikiloc)
(Track)