lunes, 25 de noviembre de 2013

CAMINO NATURAL DE LA HOYA DE HUESCA (Agüero a Riglos)

Día 23 de Noviembre de 2013


En la iglesia de S. Salvador.
Segunda jornada, que la Sección de Montaña y esquí del Stadium Casablanca, organizó para la travesía, por etapas (esta es la primera), del Camino Natural de la Hoya de Huesca, apta para todos los públicos.
Comenzamos en el mismo punto que terminamos, aquel día de finales de Septiembre, en la misma puerta de la Iglesia de Agüero, la de S. Salvador.
Más de cuarenta almas, partimos de la plaza para en un fácil y bonito recorrido, empaparnos de la naturaleza y cultura (y frío) de estos parajes.

Saliendo de Agüero.
Bien guiados por el amigo Félix y tras un pequeño pero lógico despiste, abandonamos Agüero, kilómetro cero del Camino Natural de la Hoya de Huesca.
Vamos a traspasar el tajo que el río Gállego va horadando en el transcurrir de sus aguas, entre la Peñarrueba y los Mallos de Riglos.
Conviven entre las gentes de la zona algunas leyendas, entre las que sobresale la de la Giganta de Riglos. Cuenta una vieja historia que en una aldea de la zona, Foz de Escalete, habitaba una extraña anciana de un tamaño tan gigantesco que atemorizaba a todos los habitantes. 

Peñarrueba.
Era hilandera, hilaba en el mallo Puro (también llamado "huso", por su forma), y además, tenía fama de bruja. Cansada de ser rechazada por todos, hizo aparecer de la nada estas inmensas rocas, y con una fuerza sobrehumana las clavó junto al río Gállego para refugiarse tras ellas. Desde entonces se oculta allí, y casi nadie la ha vuelto a ver. Pero dicen que la giganta bruja se aparece una vez al año, en la Noche de San Juan. Surge desde las alturas, se sienta sobre uno de los mallos, el Pisón, y desde allí, peina sus cabellos blancos mojando su peine en las aguas del río. Otros aseguran que apoya un pie en Peñarrueba y el otro en Riglos, y se inclina sobre el río que queda en medio para remojar el lino con el que hila.
Enfilados
Nosotros, que en la leyenda seríamos los duendecillos, seguimos con buen humor, el camino que queda por andar. La mañana ha salido fría y ventosa, debe se la giganta que nos sopla de lo lindo.
Cruzamos el barranco Espadiero, que vierte las aguas en el Gállego, en la zona de su curso que los regantes monegrinos reivindican inundar, para cosechar más maíz, no vaya a ser que los pocos cines  que van quedando, se queden sin palomitas. Estoy convencido de  que el sentido común de unos y otros, es compatible con el desarrollo de ambas comarcas.

Bajo el roble.
El otro curso, el del camino, nos lleva por rincones atractivos, unos  por su vegetación y otros por el paisaje que desde algunos puntos podemos contemplar.
La suavidad de distancia y desnivel, nos facilita charrar y hacer uso de las cámaras fotográficas.
A nuestra izquierda, la Peñarrueba nos va vigilando durante todo el trayecto para que nos nos despistemos y seamos buenos. ¡Que no le quepa la menor duda!, somos buena gente y amamos la tierra que pisamos.



Murillo de Gállego.
Allá abajo, asoma Murillo de Gállego, centro de el turismo de aventura de la comarca.
Murillo de Gállego se apoya en el Pirineo, desde allí mira hacia el sur, hacia la depresión del Ebro. Sobre su espalda, como no, carga con su iglesia parroquial de La Virgen de La Liena. Conserva de su edificación original, una ventana con dos arcos en uno de sus muros, de mediados del siglo X. Junto a la iglesia se encuentran restos de una necrópolis medieval. Las tumbas antropomorfas, excavadas en la roca, están en muy buen estado de conservación.

Un descanso.
A la entrada del pueblo, un pequeño y verde parque nos acoge para reponer las escasas fuerzas que hemos gastado. La despensa mochilera, al más puro estilo de mercadillo, muestra toda su variedad de productos: plátanos, mandarinas, almendras, frutos secos variados, higos secos, chuches, etc., ¡vamos!, montón de calorías que hoy no se prevé quemar.
Enseguida, retomamos la marcha, vamos a visitar la iglesia, bueno el exterior ya que se encuentra cerrada.



Pequeños edificios.
A la entrada del pueblo, el exterior de una casa se encuentra decorado con multitud de pequeñas réplicas de edificios y monumentos, entre los que destaca, una torre mudéjar que podría ser la de S. Martín de Teruel.
Curiosas construcciones que  por su tamaño, son totalmente antagónicas con leyendas de gigantas. En este entorno, los gigantes parecemos nosotros.
Estrechas y empinadas calles, nos van acercando a la plaza, en la que se encuentran la iglesia y el ayuntamiento ("Casa de la Billa"). También es sitio privilegiado para disfrutar del paisaje de los alrededores.

Iglesia de la virgen de la Liena.

Tecnología digital. 
Por cuestas, ahora en descenso, vamos abandonando Murillo de Gállego, población mil veces pasada por carretera y es la primera vez que puedo decir que la he visto desde sus adentros. Vale la pena, lo recomiendo.
Con suma precaución, cruzamos la mencionada vía, para adentrarnos en lo mas bajo de nuestro recorrido: el Río Gállego.
Su curso, desde el Pirineo axial hasta las entrañas de Zaragoza, es toda una carrera de obstáculos que los humanos vamos colocando para nuestro provecho. Ya, a pocos metros de su nacimiento, donde el río debería mostrarnos toda su fuerza y esplendor, dos grandes embalses coartan esta posibilidad: los de Lanuza y Búbal, tristes ejemplos del abandono forzoso de tantos pueblos que luego nunca llegaron a inundarse. Al llegar a Sabiñánigo el río Gállego pierde ya toda esperanza. Entre 1975 y 1989 la empresa Inquinosa, fabricante de un pesticida peligroso y muy tóxico llamado lindano, vertió sus residuos al río hasta que fue cerrada por la presión social. Ningún Gobierno de España ni de Aragón, transferidas las competencias en medio ambiente, ha abordado seriamente el tratamiento de esos residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente.
Nueva pasarela.
Tras salvar otro embalse, el de La Peña, un bonito tramos discurre por la zona en que vamos a cruzar el río, eso sí, lo hacemos por una imitación de pasarela colgante, realizada con los "nobles materiales" de hormigón y acero (está sin inaugurar, la agenda de los políticos...). Poco más abajo, se pretende construir otro embalse, el de Biscarrues. Superados estos obstáculos, la presa de Ardisa, desvía parte importante de su caudal hacia el embalse de la Sotonera, que alimenta el canal de Monegros. Vamos, que si los cauces de los ríos fueran olímpicos, el Gállego, ¡medalla de oro!.
El Gállego y Peñarrueba.
A pesar de todo, también es centro de vida para sus pueblos y recuerdos de viejas tradiciones y oficios, como aquel del descenso de madera (hoy no se podría) por sus aguas hasta el Ebro. Cada año, se realiza la bajada de las navetas. Eugenio Monesma nos muestra en uno de sus documentales, "Navateros de la Galliguera", del que puedes ver una pequeña muestra aquí.
Es una de las zonas mas bonitas que espero no sea destruida a cambio de colocarse alguna medalla, uno de esos personajes que campan por el universo de las instituciones del país.


Camino de Riglos.
Pasada esta "atractiva" pasarela, un cuidado tramo de senda, nos sube hacia el mismo centro del Reino de los Mallos, uno de los mas grandiosos y bellos paisajes de toda la península ibérica. Grandes paredes de conglomerado de color anaranjado de hasta 300 metros de altura. Lugar especialmente bello para observar el atardecer. Paraíso de escaladores, montañeros y amantes de la naturaleza, escenario de épicas escaladas y grandes gestas a lo largo del siglo XX y XXI, morada de grandes aves como el quebrantahuesos y buitre leonado.


Los Mallos de Riglos.
Apeadero del "Canfranero" en Riglos
Cruzamos las vías del, también castigado, tren que por estas latitudes, lucha por llegar a Canfranc. La leyenda de un cartel que dice "peligro atención al tren" me hace dudar de la interpretación correcta. Puede ser un advertencia o una aseveración: "el tren está en peligro, hay que poner más atención, por parte de las autoridades responsables del futuro del Canfranero".
Unos, muy centenarios, olivos nos indican que ya llegamos a Riglos.
Al amparo de las enormes masas pétreas, y a las orillas del Gállego, se encuentra Riglos, asentando su casco urbano en una adaptación a la pendiente ladera, y con una arquitectura muy alterada en alturas y niveles. Su templo parroquial es un edificio del s. XVII que alberga las tallas románicas de la Virgen del Mallo y de la Virgen de Carcavilla. 
Riglos
Escalando el Pisón.
En las paredes del mallo Pisón, unos escaladores, juegan una partida contra la ley de gravitación universal de Newton. Felizmente, por esta vez ganan la apuesta las arañas humanas.
Poco a poco vamos descubriendo más y más alpinistas practicando el noble deporte de la escalada.
Ya es mediodía, en nuestro interior se produce esa sinfonía desafinada que los jugos gástricos, interpretan para recordarnos que el depósito ya marca reserva. Entramos a comer en el Refugio de Riglos, en el que al amparo de unas jarras de zumo de cebada, damos buena cuenta del fondo de la mochila.
Quebrantahuesos.
Terminada la faena, nos dirigimos al Centro de Interpretación de Aves "Arcaz), destinado a la difusión y conocimiento de las aves del entorno del Reino de los Mallos. Desde un mirador acristalado y unas vídeo cámaras, observamos las aves.
.La guía Teresa nos da unas pequeñas nociones de las aves que habitan en las paredes de los mallos y su entorno: el quebrantahuesos, el buitre leonado, el alimoche, el águila real, el treparriscos...
Con prismáticos, catalejo y las pantallas que, a tiempo real, recogen a los buitres en su intimidad, el personal, principalmente los más jóvenes, disfrutan de un rato bastante agradable e instructivo. Teresa, nos cuenta una de las múltiples versiones de la leyenda de la Giganta de Riglos.
El ocaso en Riglos.
En el exterior, el panorama de los mallos al atardecer es impresionante, poco a poco la sombra va cerrando el telón de una sesión espectacular en que no solo hemos recorrido esos caminos, sino que también hemos aprendido muchas cosas con respecto a las aves y su entorno, que seguro que hay páginas y más páginas en la red que instruyen al lector con más rigor de lo que yo pudiera hacerlo desde  este humilde rincón.

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