miércoles, 22 de octubre de 2014

PARAPENTE, AMOR Y ALGO MÁS EN EL VALLE DE BENASQUE

Día 18 de Octubre de 2014.
A veces hay que volar muy alto para ver lo que queremos alcanzar. Contra más alto subes, mas claro ves el cielo y percibes la luz que ilumina la Tierra.

"Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje."


Amor.
Bello poema de mi admirado Miguel Hernández, que da entrada a este humilde relato de un fin de semana en el que el agua, el aire y la tierra se han aliado con el amor y es gracias a eso, a Amor (esta vez con mayúscula), compañera que fue, y amiga que lo es, que con otras buenas gentes, lo pasamos en la Vall D´Benás (valle de Benasque).
Tras muchos años de servicio en el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón, Amor se nos fue (todavía en activo, yo) al SALUD. Una compañera, siempre abierta a lo que haga falta, tanto en el trabajo como en el resto de asuntos, bien merecía una "fiesta sorpresa" y tanto fue, que le arrancamos alguna que otra lágrima y de regalo de despedida ¡ahí va!, "UN VUELO EN PARAPENTE".
El "SALUD" gana una gran persona.
Pues eso, que nos vamos para Benás.
Hotel Tres Picos.
Me habían encargado realizar las reservas en el hotel que propuse, el Tres Picos de Eriste.
No soy nada amigo de hacer ningún tipo de publicidad en estas  páginas, pero de vez en cuando hay que hacer alguna excepción. Pedro, Pili y Ana, nos atienden como si fuéramos un grupo más de la familia. Y si el trato es bueno, más si caben, los exquisitos y abundantes platos que nos sirven para cenar y, como no, regados con un buen vino del somontano.
Ya con las estrellas luciendo en el cielo, vamos llegando a Eriste unos y otros. Los últimos, lógicamente, los que acuden con niños en edad escolar.
Vieja casa.
Desayuno
Muchas de las casas de Eriste conservan la belleza de la arquitectura de montaña, anchos muros de piedra, tejados de pizarra, carpintería de madera. Además, la reciente rehabilitación de la Iglesia de San Félix, en el centro de la localidad, la ha dotado de un renovado aspecto, mucho más hermoso. Eriste que fue villa en la antigüedad, ahora pertenece al municipio de Sahún. El pueblo tuvo origen románico y alcanzó su mayor esplendor en la época medieval. Esta población siempre se caracterizó por su enfoque a las labores de ganadería. En la actualidad, es el turismo de montaña, el que mantiene viva la localidad.
Entrada la noche, nos sentamos en la mesa: Javier, Charo, Pilar, Luis, Amor, Guillermo, Olga, Maite, los "jóvenes" Pablo y David, y yo.
Con la barriga llena y la cabeza vacía, nos metemos en la cama, preparados a despertar en un día en el que los "altos vuelos" van a ser protagonistas.
Ya por la mañana, tomamos un buen desayuno. Maite y yo, vamos a la plaza del pueblo, a las 9 h. llegará el panadero, no hay que olvidarse del avituallamiento.
Los tres aguerridos voladores.
Montados en nuestros espectaculares bólidos, nos vamos a Castejón de Sos, reino internacional del parapente.
Amor no va a volar sola, le acompañan, su sobrino Guille y Maite. Lógicamente lo van a hacer en un biplaza conducido por dos expertos pilotos.
Deciden que los primeros en volar serán tía y sobrino.
Así que a las 11 horas, parten en un todoterreno a la salida, o sea a la rampa de lanzamiento. Creo que en todo el Pirineo, es aquí, con perdón de los fieles a Torreciudad, donde más se reza.
Nos comentan que tardarán en llegar a la zona de aterrizaje, como  una hora.
Fotografiando el ¿otoño?
La mañana es espectacular, en estas fechas no recuerdo tal temperatura. El cielo despejado, la vegetación preocupadamente retrasada en su ciclo vital, los ríos con unos caudales más propios de la primavera que de estos días. Pero como no hay mal que que por bien no venga, a los voladores les va de rechupete.
Mientras les trasladan, el resto damos un paseo hasta la capilla de San Salvador construida en el siglo pasado sobre un promontorio al que le llaman "La Roqueta". El camino es bonito y las vistas más.
Nos entretenemos en observar el paisaje, fotografiar el entorno y...


Allí están.
...una mirada al cielo y ¡leches, que ya bajan!. Nos ha pillado el toro, así que a correr en dirección a la zona de aterrizaje, para darles la enhorabuena. Sabemos que son ellos por los colores del parapente correspondiente.
Pero esos cacharros corren que se las pelan y observamos como van acercándose más rápidos que nosotros.
Y así fue. Yo llego el primero y tan solo puedo ver como la tela cubre el prado y a Amor y Guille, que han llegado sin consecuencias.
Amor, satisfecha.
Y "El Guille", también.
El sobrino en pleno vuelo.

Y la tía, también.
El grupo con los voladores.
Nos cuentan su experiencia, sus impresiones del vuelo, Amor dice que habrá que repetir.
Para celebrar la hazaña y tener reportaje gráfico del momento, posamos con los héroes del primer turno (al final del relato, dejaré los enlaces a las fotografías de los vuelos).
Ahora toca el segundo turno y Maite monta en el vehículo para ser transportada al despegue.
Hace, verdaderamente, calor y mientras suben por una tortuosa pista, el resto, o sea, los que tenemos el pie amarrado al planeta Tierra, decidimos refrescar nuestras gargantas con unas cañitas de cerveza en el pueblo.
Balcón en Castejón de Sos.
Oficios perdidos.
Oficios olvidados:
En una localidad del Pirineo, un 18 de Octubre, unos forasteros atacados por una ola de calor, se sientan en "un velador" a tomar unas cervezas.
Son tiempos de tablets, smarphones, conexiones inalámbricas, archivos en nubes virtuales, satélites orientadores, televisiones con internet y, no lo puedo remediar, siento una gran nostalgia del pasado, cuando veo a una mujer, Olga, ejercer uno de los oficios que ya no existen. Se trata de sacar punta a un palo con una navaja de verdad, o sea "autentica", vamos que no es digital (salvo que te cortes un dedo).
El Posets desde Castejón.
Maite volando.
Y como esta vez no nos fiamos, nos vamos a la pista de aterrizaje, sin perder  tiempo.
Pero nada, venga a mirar al cielo y que Maite no se le aprecia. Los prismáticos recorren uno y otro punto cardinal y nada, que no se la ve. Luego nos contaría, que habían cogido una buena térmica y al igual que los buitres que volaban por debajo de ellos, han permanecido bastante tiempo "en el aire".
Finalmente, un parapente de color vino, se aprecia allá, a lo lejos, cerca del firmamento: -¡es ella!-

David, controla "el protocolario" deshacer del equipo.

Al igual que los que la han precedido, cuenta las sensaciones que le han acompañado durante el vuelo, que ha visto los grandes picos de la zona: Aneto, Perdiguero, Posets, incluso el que pisó hace un par de semanas, el Perdido.
Vamos, que a los que no hemos volado se nos ponen los dientes largos. Ya veremos.
Sesión de parapente concluida y lo avanzado de la hora, nos llama a comer.

¡Volando voy...!
A comeeerrr...
Encabezados por Pilar, amiga bloguera autora de "Viajar a Ratos" y que te invito a echar un vistazo desde aquí mismo, nos desplazamos a "La Roqueta", que no solo alberga una capilla, también un par de mesas con sus correspondientes bancos, una de ellas, nos acoge cual restaurante de tres tenedores. "No podía yo imaginar, que en unas micromochilas, cupieran tal cantidad de variados y ricos alimentos". Incluso, Javier saca una botella de excelente Cariñena. Vamos, una comilona, impropia del esfuerzo realizado hasta el momento.

Charo, sí que sube.
¡Ah, pero esto no se queda así!. Aunque es algo tarde y la luz del día va acortando su duración, decidimos gastar alguna caloría, desplazándonos a "La Besurta" para realizar una pequeña excursión o paseo,  hasta el Forau D´Aigualluts.
Aunque se nota que algunos no están muy habituados a andar "pol monte", subiendo a ritmo pausado, vamos avanzando por un concurrido camino. No solo los llamados domingueros (o sea, como nosotros), sino también se ven bajar a montañeros que por las caras, diría yo que bajan del Aneto. Otros suben a pernoctar al refugio de La Renclusa, otros...
Pilar y Amor (como dos gotas de agua).
No tardamos en llegar al cruce que indica la senda hacia el refugio. Nos cruzamos con algunas personas, en nuestra dirección son pocos los que suben, por lo avanzado de la hora.
Alguien se queja de las tabas, pero, ¡faltaría más!, dice: -¡yo subo!. Y así es, una última cuesta y ya estamos en el Forau al que nos asomamos, admirados de como las aguas que escupe el Aneto, desaparecen bajo nuestros pies para aparecer, -les cuento,- en los Uelhs deth Juèu (ojos del judío, en aranés) y verter sus aguas en el río Garona para ser transportadas hasta el Atlántico. Continuamos subiendo hasta el Pla D´Aigualluts, tras pasar por la cascada del mismo nombre y que con tanta fuerza, vierte sus aguas al "Forau D´Aigualluts".
Cascada D´Aigualluts.
Crepúsculo de la tarde.
Mientras el personal carga pilas enchufados en el paisaje que el lugar nos regala, yo comienzo a descender con "las chicas de piernas blandas", para hacerlo poco a poco, pero sin que se nos eche la noche encima.
Ante la vigilancia del pico Salvaguardia (2720 m.), nos van alcanzando el resto, para en pleno crepúsculo de esta espléndida tarde, llegar a la Besurta. 
Cinco Km. y unos trescientos m. de desnivel han sido suficientes para disfrutar de una hermosa tarde.
Nos detenemos en Benasque, para dar un paseo, tomar unas cañas y, de nuevo montar a los coches que hay que cenar. 
Ayuntamiento.
En Benasque se pueden comprobar dos zonas muy diferenciadas, la parte antigua, en torno a las plazas Mayor y la del Ayuntamiento, y la parte nueva, con edificios, apartamentos, comercios, etc. posteriormente levantados.
Hay muchos ejemplos de arquitectura popular pirenaica, como casa Faure, el ayuntamiento, casa y torre Juste, el palacio de los condes de Ribagorza, etc.
El casco antiguo está lleno de escudos heráldicos, de restos renacentistas y de arcadas góticas. Perderse por las calles de Benasque, es comprobar la misma ruta de paso de la historia, de la zona antigua, con sus calles tradicionales, a la zona nueva.
Pili, de Los Tres Picos, nos sirve una abundante cena. Durante el ágape, charramos de unas y otras cosa, Pilar nos relata algunos detalles de su viaje por China, allá por el año 1989, coincidiendo con la movida de los tanques de la plaza de Tiananmen. Total, que la velada la alargamos hasta primeras horas del...

Día 19 de Octubre de 2014
Primeros pasos
Tras desayunar, preparamos el equipaje y, con mucha pena, despedimos a Olga, su encantador hijo David y a Guille. Otras obligaciones les impiden quedarse a disfrutar de otro espléndido día.
El resto, nos vamos hacia el valle de Estós. En el aparcamiento dejamos los coches y a "las piernas blandas", que se irán andando a Benasque a pasar una "mala mañana". El resto, seis, nos calzamos las botas y emprendemos el camino en dirección al Ibonet de Batisielles.
La canal de Chuisé, desprende por su cascada un buen caudal de limpias aguas.

Aguas bravas del Estós.
Poco más arriba, el río Estos es represado para dar energía a los pobladores del valle.
En principio, recorremos la pista por la margen derecha del río, para tras cruzar un puente, hacerlo por la orilla opuesta.
Pronto pasamos por la Cabaña de Santa Ana en la que pernocté, allá a mitad de los años ochenta.
Pablo, es perseguido, cree, por unas vacas sin darse cuenta que subían achuchadas por el pastor motorizado.
El espléndido día que está haciendo, no esconde la realidad de que estamos en otoño. La paleta con que está pintada la montaña, lo delata.
Colores bajo el Perdiguero.





























Pablo en la Fuen de Coronas.
El pico Perdiguero (3222 m.), nos escolta mientras vamos ascendiendo por la pista que conduce al refugio de Estós.
Llegamos a la Fuen de Coronas en la que Pablo sacia su sed bebiendo un trago de agua fresca y cristalina. Observa la pila en la que por uno de sus lados está tallada una imagen de la Luna y por el otro, un rostro. Pronto abandonamos la pista y tomamos la senda que sale a la izquierda de nuestra marcha. No se si es por el agua o por algún otro elemento, que la visión de la primera rampa, coloca las nalgas de Pablo en una piedra. ¿Bajón?, ¡que va!, el resto de la subida la realiza corriendo. 
Puente en la Palanca de los Carboneros.
Nos adentramos en camino de hayas, que zigzaguea una y otra vez, ganado metros en poco tiempo. Hoy, el grupo está fuerte y se nota en el ritmo de ascensión.
No tardamos mucho en alcanzar el puente en la Palanca de Carboneros, que cruza las bravas aguas del barranco de L´Aigüeta. La vegetación va cambiando, el haya deja paso al pino negro. Al fondo se yergue la aguja de Perramó. Los pastos, muy ramoneados por el ganado, ya muestran la fatiga del verano, algún azafrán silvestre lo colorea, pero se adivina el extraño otoño de este año. El húmedo y esponjoso suelo, delata que ya estamos llegando al "Ibonet de Batisielles".
Ibonet de Batisielles.
Yo también estaba.
Hasta aquí, se accede con relativa facilidad, tan solo se encuentra a 1880 metros de altura, pero para mí, es uno de los lugares más encantadores del Pirineo. Un pequeño ibón, rodeado de pino negro y cerca lo contemplan, la Agulla de Perramó, y sus hermanas Chinebro, Ixeia, etc. 
Si este lugar, dispusiera de derechos de imagen, muchos ya estaríamos arruinados de la cantidad de imágenes que capturamos con nuestras cámaras. Y no digamos, con nuestra retina. El lugar parece mágico, es la enésima vez que lo visito y nunca deja de sorprenderme.

Matrimonio de colores.
Cómodamente sentados, tomamos un tentempié y tras un último vistazo..., "p´abajo". El cuerpo nos pedía subir al Batisielles alto, pero el "esfuerzo madrugador" de alguno de los componentes del grupo, nos lo impide. Abajo hemos dejado "un par de motivos", que nos hacen emprender el descenso. Lo hacemos a buen ritmo, yo me voy retrasando en contemplar los colores del otoño y capturarlos con la cámara fotográfica, algunas de ellas las puedes contemplar aquí.
Por el mismo camino de subida, llegamos a los vehículos, que aparcados al sol, se encuentran a una temperatura propia de Julio.
Rehidratación.
Acudimos a Benasque, allí esperan los "dos motivos", cerveza en mano y con cara y cuerpo de no haber realizado grandes desniveles para alcanzar su objetivo.
Los que sí las hemos ganado, tomamos unas cañitas con acompañamiento de calamares y croquetas.
De vuelta a casa, paramos a comer en un parque de Villanova, en el que, ¡horror!, no conseguimos acabar con todos los víveres del fin de semana y: hambre, hambre, no hemos pasado.
De vez en cuando, bajar el listón en la montaña, no viene mal. Existen otros listones como son, la amistad, el buen rollo, la conversación, compartir buenos ratos, incluso volar, etc., y esos listones, créanme, con estos compañeros de viaje, ¡están superados!.
Hasta pronto

Mis fotos andan por aquí.
Las fotos del vuelo de Maite, creo que por aquí.
El vídeo del vuelo de Maite, mira a ver si lo encuentras aquí.
Las fotos del vuelo de Amor, puede que aquí.
Y Guille volando, busca aquí.

Datos técnicos:

Recorrido al Ibonet de Batisielles.
Perfil del recorrido: Distancia, 10,2 Km. - Desnivel acumulado de ascenso, 665 m., descenso, 665 m.

1 comentario:

  1. Fabulosa narracción de lo que seguro fue un fin de semana fabuloso... me ha encantado!!

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