martes, 25 de noviembre de 2014

SIERRA DE BONÉS

Día 22 de Noviembre de 2014
Un año más y van..., no recuerdo, los amigos de Esbarre nos regalan una jornada sendero gastronómica, es decir: "poco paso y mucho peso", que traducido viene a decir que andaremos poco, comeremos mucho y pesaremos más.
Es Noviembre, la luz del día, que ya acorta, se nos come parte de la jornada, el paisaje se ha teñido de los tonos pastel propios de la estación... Pero lejos de entristecernos, cuarenta y ocho mozas y mozos salimos a disfrutar de una bonita excursión con jugoso postre.
Punto Kilométrico de la antigua C-136
Bonés se encuentra al norte de Arguis, en las sierras exteriores del Prepirineo oscense. Aquí vinieron los de Huesca en el siglo XVII para buscar agua con que regar sus cultivos. La obtuvieron trasvasando al Isuela caudales que eran del Flumen, guardándolos en el embalse de Arguís. 
Nueva autovía.
Los tiempos cambian. El paisaje, antaño, entonces y ahora, sigue siendo espectacular.

Ya de niño, junto con mis tres hermanos y mis padres, acometíamos las viejas curvas del puerto de Monrepos montados en nuestro flamante "Seat Seiscientos", camino de algún lugar del Pirineo en donde plantar "la canadiense". Cientos de veces más, hemos atravesado esta ruta, hoy convertida en "autovía guadianera"(aparece y desaparece a tramos, víctima de unas interminables obras). Pues bien, no podía imaginar, que los montes de este transitado entorno, podrían esconder tantas sorpresas.
¡A caminar!
Son las siete de la mañana, todavía de noche arranca el autobús de las mismísimas puertas de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza en dirección del acostumbrado Norte.
En poco más de una hora, llegamos a Arguís, el embalse esta medio lleno, no paramos a desayunar, creo que por un par de motivos: ¡no lo hemos ganado y hay que dejar hueco para la comida!. Para otros menesteres, rincones tendrá el camino.
A las 8:30 (record Guiness de Esbarre), arranca el ejército esbarriano, hoy algo más numeroso por eso de que habrá...
Al fondo, embalse de Arguís.
Arguís nos despide con su pantano algo menos lleno que otras veces aunque "no está mal". Unos perros ladran a nuestro paso por una finca, menos mal que está vallada porque los animalitos se las traen.
La senda cruza la antigua carretera que antaño llevaba al mundo y que hoy lo hace a Belsué y Nocito, pueblos que no son "el mundo", pero sí, unos encantadores rincones del planeta.
En el suelo, la planta del erizón se encarga controlar la calidad de las perneras de los pantalones.
El resto de árboles, tiñen el monte de los colores clásicos del otoño, todos ellos derivados del oro.
Luces de Otoño.
Al fondo, asoma el Gratal.
El sendero que asciende entre quejigos y bojes,  pasa junto a unas viejas construcciones denominadas “Tiñas”, vocablo aragonés equivalente más o menos a establo o lugar para recoger el ganado.
No tardamos mucho en alcanzar el acantilado que se abre a nuestra izquierda y en el que la vista se pierde, abajo, en el valle que preside el embalse con el pico Gratal asomando por encima de montes más cercanos, así como el Pico del Águila, Las Calmas, el Peiró…
Los campos del valle comienzan a verdear, fruto del despunte del cereal recién sembrado por los campesinos de estas duras tierras.
Piedad, atacando unas rocas.
Delante de nosotros, ya se adivina el Pico O´Pozo, punto culminante de la cresta y que el grupo se resiste a alcanzar, guiado por el carismático "Juli".
Tras salvar algunas rocas que fuerzan a estirar algunos músculos poco habituados, llegamos a la mencionada cima en la que damos cuenta de alguna chuchería, no muchas pues el día terminará con buena ración.
Giramos, en descenso, hacia el NE para, tras pasar por el Collado de Murallón, volver a ascender por la senda que ahora atraviesa unos muros de piedra que, no hace mucho, delimitaban un corral de ganado.
Esbarre en el Pico O´Pozo.
Hacia el Collado de Murallón.
El tramo que sigue, se vuelve un poco penoso, ha llovido recientemente y la senda se ha convertido en un barrizal. Gracias a la cantidad de erizón, logramos no embarrarnos, utilizando este de verde felpudo.
Alcanzamos un collado que nos permite cambiar a la vertiente norte de la Sierra de Bonés. El sendero desciende ahora en busca de una pista que un poco más abajo discurre paralela al río Flumen, que por cierto nace, para luego labrar la tierra, muy cerca de donde nos encontramos.
Pasamos por un vallado de ganado, que alguien confunde con un tentadero. ¡Como estamos!
Ermita de la Magdalena.
Una vez alcanzada la pista continuamos caminando por prados hasta la cercana Ermita de la Magdalena (S. XVI a XVIII), reconvertida en refugio pastoril. Si entráramos, cosa no recomendable por el estado del techo, nos encontraríamos detalles que delatan el antiguo uso religioso del edificio.
Junto a la edificación, una balsa para el ganado, delata que el Flumen anda por las cercanías del lugar.
Un pequeño descanso del esfuerzo no realizado (hoy no toca cansarse), y las ligeras mochilas retornan a los dorsos de estos cuerpazos.
La umbría.
Nos da la sensación de que se ha producido el milagro de la naturaleza.
Hemos pasado a la cara norte de la Sierra de Bonés y ahora, en la umbría, aparece un bosque mixto de haya y pino silvestre. 
Nuestro pies flotan sobre una alfombra de hojas, a nuestro alrededor, el musgo delata que aquí no entra más luz que la producida por los iluminados que andamos por estos lares.
Entre la vegetación, asoman varias setas que uno, desconocedor del arte de la micología, no se atreve a denominar. En fin, así es esta sierra.
Un rayo de luz.
Maite por la senda.
























Un giro hacia el SO, nos devuelve a la cara sur en la que de nuevo se deja ver la zona de Arguís, con la nueva autovía por la que desfilan algunos bichitos de hierro.
La senda desciende fuertemente, parece comentarnos que la meta se va acercando, que aunque la jornada ha sido poco exigente, no hay camino que no requiera un mínimo esfuerzo.
Y así es, cerca de la población, cerramos el círculo que horas antes hemos abierto y en la misma entrada de Arguís, nos cambiamos de uniforme, mostrando en algunos casos, las vergüenzas de nuestro ser.
Arguís.
Los responsables, creo, del grupo.
El autobús se detiene en un conocido establecimiento que se encuentra junto al embalse. Se trata de agotar la cristalería destinada a servir rica cerveza de la tierra. Aun hay quien no tiene bastante y se desplazan a otro bar aledaño.
A las 15 horas en punto, estamos en Huesca, sentados ante una larga mesa, damos cuenta de unos cuantos kilos de alubias, medio ganado de cordero y algunos dulces de la casa. Todo ello, regado, muy regado con el fruto de la vid.
La "Fiesta de Esbarre", finaliza con las, siempre simpáticas, palabras por parte "del Juli" y sorteo de varios productos de montaña.
Ya en Zaragoza, uno de los de la foto me comenta bromeando: -¿No te ha tocado nada?, ¡a mí tampoco!-. Por no polemizar, no contesto pero siento que sí, que he sido agraciado con formar parte de este grupo en el que, a pesar de todo, existe el buen rollo. 
Hasta pronto.

Si te apetece ver unas fotos, pulsa aquí mismo.

Track de la ruta, pulsa aquí.

Datos técnicos (excluyendo el menú de Huesca):
Mapa del recorrido.

Perfil:  Distancia: 11,5 Km. - Desnivel acumulado de ascenso, 650 m., de descenso 650 m.

2 comentarios:

  1. Muchos recuerdos y saludos a todos. A ver si algún día nos animamos a acompañaros.

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  2. ¡Hala pues!, eso sí, sin correr que dicen que "correr es de cobardes". Un abrazo a Ana y churrumbeles.

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