jueves, 9 de agosto de 2018

PICO DE VALLIBIERNA (3059 m.)

Día 24 de Julio de 2018
Presa del embalse de Llauset.
        Hoy abandonamos el pueblo de Aneto, no nos despedimos del todo pues dejamos equipaje en Casa Moliné, para recogerlo mañana.
         Nos abandonan Sara y Marisa, un par de "mayencas" que en estos días se han adaptado perfectamente al caminar cansino, bromear pesado, sufrimiento callado de los "estalentaos", siempre abiertos a compartir buenos momentos con gentes como ellas. Hasta pronto zagalas.
               Los nueve que quedamos nos montamos en los "bugas" y tomamos la vieja carretera que lleva al embalse de Llauset, carretera de suelo irregular y trazado caprichoso pues, en su tramo final, transita en forma de i griega, para tras un largo túnel, que más bien parece una mina construido para las obras del embalse, dejarnos en un aparcamiento junto a la presa.
Embalse de Llauset.
Primeros pasos.
           El embalse de Llauset (2200 m.), originalmente era un ibón de origen glacial que fue recrecido artificialmente en 1983. Tiene una capacidad de 17 Hm3 que se aprovechan para la producción hidroeléctrica, estando conectada con el Embalse de Baserca a través de la central hidroeléctrica de Moralets.
          Aparcamos los coches y comenzamos a caminar. Tras atravesar un oscuro túnel recorremos toda su orilla norte por un sendero (GR.11), cuyo trazado se asemeja a cualquiera de los paseos de los jardines de Versalles, solo que el jardinero de Llauset no figura en nómina.
             Frente a nosotros, hacia el Oeste, contemplamos las paredes que jalonan el Pico Llauset (2904 m.) enfrentado al Vallibierna (3060 m.). Hacia allá vamos.
Las flores de mi jardín... 

...¿quién las regará?

¿Los jardineros?
Cruzando el puente.
          Rebasamos el embalse cruzando un barranco sobre un puente. Un cartel indica el camino a Vallibierna por el collado de Llauset, nosotros tiramos hacia en norte. Ascendemos unos metros y alcanzamos, primero la cabaña y luego el ibón de Botornás (2360 m.).
          No tardamos en alcanzar el refugio de Cap de Llauset (2425 m.). Como vamos a pernoctar en él, dejamos algunas cosas y seguimos nuestro camino retomando la GR.11.
            Pronto se adivina que la ruta va a exigir el esfuerzo que requiere un terreno como este de alta montaña. La senda se empina, las botas parecen pegarse al suelo; el granito, una vez más, pone a prueba la durabilidad de las suelas de las botas (y de los que van dentro).
Sobre el ibón de Botornás
Llegando al refugio Cap de Llauset.
Ibón Chelat.
            Como donde donde hay granito, no faltan lagos alcanzamos el Ibón Chelat (helado) (2600 m.), al fondo asoma la tuca de hoy, pero aún queda camino por recorrer.
             En el siguiente de los lagos, el Ibón Redó (2630 m.), tres unidades dicen aquello de "hasta aquí hemos llegado". El resto seguimos ascendiendo entre rocas y neveros. Casi sin darnos cuenta dejamos abajo, escondido que estaba, el Ibón Negro (2780 m.) que, curiosidades de la vida, presenta una "blanca" capa de hielo.
               El sendero zigzaguea una y otra vez, la gravilla, las lajas de piedra sueltas y el fuerte desnivel lo vamos salvando con precaución (ya veremos de bajada).
Ibón Negro.
                   Pronto alcanzamos la cumbre del Pico Vallibierna (3059 m.), al norte asoma el macizo del Aneto, esta vez divisamos la cara opuesta a la que vimos desde Mulleres. Estas grandes cumbres del Pirineo, las veas como las veas ¡impactan!.
                Realmente estamos a escasos metros de la auténtica cumbre del Vallibierna, separado del Culebras por el vertiginosos "Paso del caballo", pero las nubes, gotas y algunos truenos nos invitan a no perder el tiempo. Así pues, unas fotos y ¡p´abajo!. 
               Las gotas se han convertido en granizo. Nos ponemos las prendas impermeables y vamos perdiendo metros lo más rápida y prudentemente posible. Uno, que anda flojo de cabello en la azotea, siente como la piedra castiga la parte más elevada de su ser.
Chema y el macizo.
Último empentón.
En la cima.
             Afortunadamente, las nubes más negras se ven por otras montañas. Deja de granizar, justo al alcanzar la puerta del refugio; en ese preciso momento "jarrea a cántaros": ¡salvados!.
             Nos reunimos con los tres que han vuelto antes y, como hemos bajado rápidos, procedemos a comer el bocadillo que nos ha preparado Mario de Aneto, acompañado con una cerveza de la tierra.
           El refugio de Cap de Llauset, propiedad de la Federación Aragones de Montañismo, se inauguró hace dos años, es el más alto del Pirineo aragonés. Se construyó siguiendo criterios de sostenibilidad ambiental y energética. 
Refugio Cap de Llauset.
             Nos cuenta el guarda que en Septiembre de este año, se inaugurará la segunda fase del refugio que cuenta con sistema de captación y tratamiento de agua de boca, depuradora de aguas residuales y caseta de toma de datos meteorológicos. Entre otros servicios ofrece cocina-bar, comedor, taquillas, comunicación de teléfono, radio e internet; enfermería y aula polivalente para cursos de formación.
              Tarde de guiñote y parchís, tarde de ambiente montañero. Los garbanzos "trompeteros" de la cena nos colocan a cada cual en su litera.
            Por la ventana del dormitorio veo el cielo engalanado con miles de estrellas, aquí adentro, el cubículo se ha tornado en "l´Escala de Milán", el "coro de la noche" interpreta las mas variadas piezas en las que  barítono, soprano y tenor elevan sus voces a lo más alto del firmamento.
              Buenas noches (¿?)

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                   Mañana, día 25, descenderemos los trescientos metros que nos llevarán a los coches. Pasaremos por Aneto a recoger los equipajes. Pilar hija, de Casa Moliné, nos pedirá que le cantemos una jota: así procederemos y seguro que quedará mejor que en otras ocasiones. Nos despediremos de esa familia y daremos por concluidos nueve días en lo que, no solo hemos acumulado unos buenos kilómetros de distancia y tropecientos metros de desnivel; hemos acumulado, también, una buena dosis de convivencia con estas gentes (locos nos llaman) amantes de la montaña, de sus flores, sus ríos, sus estanques, su fauna, ¡su granito!, su silencio y sobre todo "su paz". Si a esto le llaman locura ¡estamos locos!.
De pie, de izquierda a derecha: José Luis, Maribel, Maite, Armando, Sara, Javier Lacadena, Ana, Marisa, Lola, Luis, Chema;
Agachados: Toño, Félix y Javier Lamiquiz.
Datos técnicos
(Track para GPS pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)

1 comentario:

  1. Gracias amigo José Luis. Con tu relato y fotos he pensado que viajaba y disfrutaba con esos locos estalentaos GRACIAS|!!!!!

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