Desayuno completo (unos más que otros) y... ¡a montar en el micro! pues ha de trasladarnos hacia Zărnești. Desde este pueblo parte una pista que, en buenas condiciones, nos adentra entre espesos bosques en lo más profundo del Parque Nacional de Piatra Crauilui, un auténtico vergel de los Cárpatos en el que la vida se detiene por un instante.
Poco a poco, por bosques y pastos alcanzamos el refugio de Curmatura. Desde la terraza las vistas son impresionantes, toda una excusa para sentarnos, echar un tentempié y disfrutar del momento.
La salida del castillo, con un calor achicharrante, me resulta un auténtico alivio, algo así como la liberación de una tortura que, de vivir ahora, Vlad el Empalador la adoptaría para alguna de sus aficiones.
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Caña en la calle Republicii. |
Nos desplazamos a Brasov: ducha, paseo y caña, bueno lo de caña aquí no existe pues son auténticos tanques de cerveza, que no sientan nada mal tras una jornada tan ajetreada.
En el pequeño recorrido pasamos por el bello edificio del Consejo del Condado de Brasov de estilo neobarroco del siglo XIX.
Posteriormente nos adentramos en el centro de la ciudad, un paseo por la animada calle Republicii para adentrarnos en la Piata Sfatului, corazón del antiguo Brasov. Mirando alrededor no parece que uno se encuentre en Rumanía, más bien da la sensación de estar en cualquier ciudad austriaca.
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Consejo del Condado de Brasov. |
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Piata Sfatului. |
En pleno centro histórico cenamos en un garito en el que no corre el tiempo, más de dos horas que nos facilitan una completa digestión entre plato y plato.
Los brazos de Morfeo nos esperan en las puertas del hotel para acompañarnos en un dulce sueño.
Buenas noches
Datos técnico de la circular por el PN de Piatra Crauilui
(El track, haciendo pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)
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Día 14 de Agosto de 2018 (Piatra Mare)
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Primeros pasos. |
Nos acercamos hacia las montañas de Piatra Mare; Costin nos deja en Timisu de Jos, cuatro casas que van a ser testigos del arranque de los once del equipo.
Caminamos, en dirección Sur, por una buena pista, junto al cauce del río Sipoaia que viene de Piatra Mare. Como auténticos duendes nos adentramos en bellos bosques, que nos trasladan a otros lugares.
Las cascadas del Sipoaia y la esbeltez de los alerces atraen nuestras miradas, así como el cable de una larga tirolina que, sobre nuestras cabezas, nos ponen los dientes largo. Pero hoy no toca enredar con esas cosas.
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Río Sipoaia. |
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La taquilla. |
Extasiados ante lo que nos rodea llegamos a una caseta de madera, donde comienza la Tirolina y donde se realiza el pago para el paso del Cañón de las Siete Escaleras. Nos encontramos a las puertas de esta maravilla de la naturaleza. ¡Al ataque!
Una a una, peldaño a peldaño, con precaución por lo húmedo del entorno, vamos salvando las escaleras. La tercera de las "siete escaleras" tiene nada más y nada menos que 15 metros (= 5 pisos de techo alto).
De las demás, ni hablar; algunas se esconden entre la roca, otras se acercan al cauce de la cascada de turno. ¡P´aqué!
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La tercera. |
Los siguientes 600 metros de desnivel son una agradable tortura, el esfuerzo de la ascensión es recompensado por el entorno que nos rodea: un espectacular bosque, primero de hayas y después de coníferas.
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En la cabaña de Piatra Mare. |
Tocamos techo en la cabaña de Piatra Mare (piedra grande), un prado a 1630 m. de altura, en un privilegiado entorno.
Es un buen lugar para sacar los alimentos de las mochilas y estrujar fuertemente los bajos de las botas de vino. Se trata de aligerar el peso de los porteadores "botovinícolas".
Algún perro y varios asnos, habitantes del lugar, parecen querer compartir las viandas con nosotros. Afortunadamente, Cristian ejerce de pastor y pone a los animales en su sitio.
Algunos nos acercamos a un altero para disfrutar de las impresionantes vistas hacia otras montañas y valles que mi ignorancia me impide distinguir.
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Paisaje. |
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Las flores del bosque |
El descenso lo realizamos por un cómodo sendero que nos muestra, en alguno de sus árboles, las huellas del oso, animal que puebla estas montañas.
Algunas flores adornan nuestro paso.
En el camino nos desviamos hasta una especie de mirador que se cuelga sobre un abismal barranco de más de cien metros.
Puntual como un reloj suizo, Costin nos espera al final de nuestra ruta para llevarnos a nuestro próximo destino, el Lago Balêa, a través de la carretera Transfagarasan que el dictador Nicolae Ceausescu, siguiendo el refrán español "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar", se preparaba para una posible invasión de su país por parte de la URSS por alejarse de su línea política y no haber apoyado la invasión de Checoslovaquia.
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Vista "parcial" de la carretera Transfagarasan |
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Lago Bâlea. |
Así que se radicalizó, buscó aliados como China y Corea del Norte y decidió, entre otras cosas, que necesitaba una carretera que uniese el norte y el sur del país para poder movilizar rápidamente a sus tropas en caso de invasión. El Gobierno rumano puso al Ejército manos a la obra para construir la Transfagarasan: seis mil toneladas de dinamita después, decenas de trabajadores muertos y cuatro años de obras entre la nieve llevaron a construir una carretera que llega a los 2.042 metros de altitud, a su paso por el lago glacial Bâlea, y recorre, durante 90 kilómetros de inusitada belleza, los Cárpatos.
Llegados al lago, observamos mucha animación, lógicamente estamos en fechas vacacionales y las gentes acceden con sus coches a este hermoso lugar.
Largo día el de hoy, de lo más variado: cascadas, montañas, puentes, escaleras, desfiladeros, burros, abismo, carretera, lago y... ducha, cena y cama.
Datos técnicos
(El track, pulsando sobre la palabra wikiloc de mapa)
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