lunes, 10 de diciembre de 2018

JARABA - CALMARZA (Por el Barranco de la Hoz Seca y Río Mesa)

Día 6 de diciembre de 2018
Comienzo reflejado
            Esta vez nos vamos a tierras de baños, de buitres, de paredes, de sabinas, de hoces..., nos vamos a Jaraba; somos tres, Toño, Maite y yo.
            Un café con "torrezno", en el camino, y pronto estamos atravesando la zona de balnearios. Es pronto, hace algo de frío y este impactante rincón en el que agua y tierra se hermanan, se encuentra desierto de personal.
             Pasadas las instalaciones de balnearios y embotelladora de agua dejamos el "buga" de Toño, bajo las impresionantes paredes rocosas de La Pedriza. Tan solo queda calzarnos las botas, cargar las mochilas, atarse los machos y "p´alante". Buena parte del recorrido discurre por los senderos GR-24 y su variante GR-24.1.
Santuario.
                   Un pequeño tramo de la carretera que sube a Calmarza (Z-453), a orillas del río Mesa, nos acerca a la entrada del Barranco de la Hoz Seca. Enseguida descubrimos, arriba incrustado en la roca, el Santuario de la Virgen de Jaraba. Cuenta la leyenda que la Virgen, realmente se apareció al otro extremo del Barranco pero lo escarpado del terreno llevó a edificar el santuario, en el siglo XVIII, en este lugar. Se trata de un templo de fábrica barroca constituido por la ermita, situada parcialmente bajo la roca, y la casa del ermitaño a la que se accede por una puerta en arco de medio punto.
Barranco de la Hoz Seca
             Por este desfiladero discurre la Cañada de Campillo, por lo que se advierte, a lo largo del recorrido, del uso ganadero del barranco; en nuestro recorrido vamos encontrando apriscos (lugares cercados donde se recoge el ganado por la noche para resguardarlo de la intemperie), corrales, algún brosquil (corral cerrado y oscuro para separar a los corderos a fin de que su carne salga más blanca), todos ellos construidos bajo los abrigos de la roca y cerrados con muros de piedra caliza.
               Conforme vamos avanzando observamos las edificaciones nombradas; el sendero, como el barranco, serpentea una y cien veces. Arriba, sobre las  altas rocas de las enormes paredes que nos escoltan, algunos buitres esperan que suba la temperatura para introducirse en una corriente térmica y elevar su majestuoso vuelo hacia el cielo.
Entre apriscos.
Brosquil.
Camino de las pinturas rupestres.
               Los pastores a los que hacía referencia no debieron de ser los primeros en habitar estos territorios, así lo atestiguan las pinturas rupestres descubiertas en el otoño de 2009, de forma casual, por el vecino de Jaraba Serafín Benedí. Tras su estudio, los investigadores concluyeron que se trataba de figuras adscritas estilísticamente al arte rupestre levantino. Un estilo de datación compleja dictaminó que su antigüedad ronda los 7.000 años. Las cinco figuras se encuentran en una pared rocosa: se pueden apreciar un hombre, una mujer, un ciervo, otro de interpretación más compleja (un ciervo o una cabra) y una figura arbórea, que se realizaron como aviso o marca del territorio. Para alcanzar esta obra debemos realizar un pequeño esfuerzo, pues hay que superar un buen desnivel pero vale la pena, las pinturas se encuentran en un buen estado de conservación.
Pinturas rupestres.
¿Forajidos?
           Desandamos el camino hasta llegar, nuevamente, al fondo del barranco para adentrarnos en este sorprendente desfiladero moldeado durante miles de años por la acción del agua sobre la roca kárstica y caliza creando grandes y hermosos relieves. Aquí abajo, pese a que el sol entra con dificultad, algunas plantas se desarrollan en este inhóspito barranco como la sabina, carrasca, guillomo, escaramujo, espliego, majuelo... Arriba, en el cielo, los buitres comienzan a desplegar sus enormes alas e iniciar su majestuoso vuelo (el entorno recuerda a aquellos desfiladeros de las películas del oeste en que los forajidos se esconden en lugares como este hasta que llega John Wayne y...).
Salvando el último tramo.
           Empequeñecidos, entre enormes paredes, seguimos nuestro serpenteante camino que en algunos momentos se estrecha, en otros nos regala algo de espacio, en otros... no hay más, el barranco se acaba (o comienza, según se entienda), los últimos metros los salvamos por unos tramos equipado con grapas, clavos y sirga.
            Es hora, ya nos lo vamos ganando, en una agradable solana nos detenemos a descansar y tomar el plátano reglamentario junto a unas dosis variadas de chocolate y un trago de "isostar" de Cariñena.
           La parada nos ha dejado como nuevos, así que "los tres adebán". 
                      Alcanzamos el camino a Campillo que nosotros lo recorremos, entre cultivos, viejos corrales y pinares colgándose al abismo del Barranco de los Hocinillos, hacia Calmarza.
Calmarza.
Fuente de Calmarza.
             Por las calles del pueblo ¡ni un alma!, tan solo un gato observa a "los tres mochileros" cómo se detienen ante una curiosa fuente jalonada por una cruz y cubierta por las hojas que el otoño ha depositado sobre el entorno.              Recuerdo que cuando, hace años, anduvimos por aquí con los de Esbarre, había un bar pero
––¿dónde está? 
––preguntemos
––¿a quién?
––¡qué sé yo!
––mira, en esa pared, escrito sobre una flecha, pone "bar"
         Con unas aceitunas, unas cañas y buen humor brindamos por estar pasando un buen día, además el zagal, Francisco, hijo de la regente del garito nos deleita con su simpatía.
Peirón.
               Hay que seguir, aún queda tajo que cortar, así que nos echamos las mochilas al lomo y "p´alante".           
                 Entre viejas casonas, ante un peirón que se yergue en lo alto de una tapia junto a verdes huertos regados por la abundante agua que corre por las acequias, vamos abandonando Calmarza, pero no del todo pues nos acercamos a ver esa maravilla hidráulica de Pozo Redondo que el río Mesa, nacido en Castilla, nos regala formando una cascada que con una altura de unos cuatro o seis metros, inunda de ruido agradable y de pequeñas gotas de agua todo lo que le rodea. Después, mansamente abandona el pueblo para seguir su camino.
Pozo Redondo.
Salto de Pozo Redondo.
Por la vereda del río Mesa.
              Como el río, abandonamos este embriagador lugar, lo abandonamos por la carretera que conduce a Jaraba que no tardamos en dejar, adentrándonos en las orillas del cauce, verdadero artífice de esta maravilla que son "Las Hoces del Mesa".
                  El sendero discurre  junto a las aguas transparentes y cristalinas, protegidas casi siempre del sol por la sombra de un bosque de ribera formado por chopos, fresnos, sauces y otras especies vegetales que, a estas alturas del año, han tapizado el suelo "cual alfombra persa". Una y otra vez nos detenemos a dosificar nuestras emociones, en cada uno de los rincones esculpidos por las aguas del Mesa.
Río Mesa.
Alfombra.
               De nuevo volvemos al asfalto de la carretera, arriba, en las altas paredes los buitres van retornando a sus buitreras, aquí abajo unas piedras que caen sobre el suelo nos hacen volver la vista y, junto a nosotros, unas cabras montés se alimentan en los matorrales. Estos animales, poco a poco, se están acostumbrando a la presencia del hombre y, "como si nada", ahí se quedan a que las fotografiemos en la pose que sea menester.
             Antes de alcanzar la entrada del Barranco de la Hoz Seca, por donde hemos comenzado en l´albada, bajo una pared coronada por un par de buitres, nos sentamos en un merendero con la honrada finalidad de meterle mano a la mochila y extraer de ella esos bocadillos que en los senderos saben a gloria, la bota de vino de Toño pone el resto.
Buitres.
Cabra.
                   Se nos acerca un hombre de abundante y grata conversación, nos habla de las cosas que se están realizando en Jaraba, de la labor de reconstrucción de apriscos y corrales, de marcaje de senderos, y del hallazgo de las pinturas rupestres que "él descubrió"... efectivamente, se trata de Serafín Benedí.
         Cumplidas nuestras necesidades gastronómicas atacamos los últimos metros del día que, una vez cerrado el círculo, nos llevan por el mismo camino por el que comenzamos esta sorprendente e histórica ruta por tierras de pastoreo, de agua, de piedra y de buitres, espacios que han sido testigos de una dilatada andadura histórica y tapizados de una extensa nómina de rincones naturales y monumentales.
               Hasta pronto.

Datos técnicos
(Algunos de los datos de la aplicación no coinciden exactamente con los registrados en mi dispositivo, no obstante puedes acceder al track pulsando sobre la palabra wikiloc de abajo)


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