martes, 4 de diciembre de 2018

ALPARTIR - LA BUTRERA - ARCO DE PIEDRA

Día 1 de diciembre de 2018
Allá que vamos.
                   No hace falta ir muy lejos, no es necesario alcanzar altas cotas ni, tampoco, cargar con gran peso mochilero para pasar una buena mañana de monte y concluirla con una rica, abundante y amigable comida. Tan solo se necesita buena compañía, amor a esa afición de gastar calcetín y, ya verás, una buena carga de gula.
                    Allí que nos vamos, la partida consta de diecisiete amigos y amigas del Stadium Casablanca que, tras reunirnos en La Almunia de Doña Godina, nos acercamos hasta Alpartir, municipio asentado a los pies de la Sierra de Algairén, junto al río del mismo nombre; pueblo de buen aceite y mejor vino, y de dos plazas: la de la Iglesia de Los Ángeles y la de la Constitución.
Sierra de Algairén.
La roca del camino.
             No tenemos mucho tiempo, así que con los bugas atravesamos el pueblo para aparcar en las afueras, a orilla del río Alpartir o Tiernas (o viceversa), que aguas arriba se enamorará de su curso, naciendo en lugar visitado por esta Vieja Mochila no hace mucho.
                   La mañana, aunque con algunas nubes, es de esas que animan a caminar, cosa que ya comenzamos esta pequeña comitiva que encabeza el amigo Cubero.
                   Avanzamos en dirección sur por la margen derecha del río Alpartir. Echando un vistazo hacia las rocas de uno y otro lado se adivina el pasado minero de esta localidad, sus minas de plata ya se explotaban en tiempo de los romanos siendo la más importante "La Bilbilitana". Pero hoy no las vamos a ver, caminamos con "hora de caducidad" y hay que abreviar la ruta.
Por el Río Alpatir.
            En las orillas del río Alpartir, el tiempo, contrariamente al nuestro, parece haberse detenido. Pequeñas construcciones junto a los huertos que, seguro, dan buenas hortalizas. Arriba sobre estos, en las rocas un grupo de cabras montés nos observan y, a su vez, son observadas por un buitre pero no sé, creo que se va a quedar con las ganas de desayunar. La verdad es que el bicho está esperando que suba la temperatura para elevar el vuelo.
               Junto a los restos de una construcción nos detenemos a echar un trago de agua y despojarnos de algo se ropa, el día es espléndido y los poros demandan algo de aireación.
Cabras Montés
Picando "p´arriba".
                Reanudamos la marcha cambiando pista por senda, romero y tomillo perfuman el paso de este grupo. Arriba, en el cielo, las nubes y el sol ejecutan una dura batalla por imponer su presencia, pintan un bonito cuadro del que disfrutamos en esta galería pictórica de las orillas del Barranco de las Eras Hondas.
               Poco a poco, chino chano, vamos ganando altura; junto a uno de los carteles que nos indican nuestro próximo objetivo, hacemos una nueva parada. La reanudación de la marcha la realizamos entre pinos y enebros, allí arriba nos espera la Peña La Butrera (979 m.) que no tardamos en alcanzar.
¿Quién vencerá?
En la cima de Peña Butrera.
Santa Cruz de Grío.
            Dicen que desde aquí se ven los Pirineos pero hoy no toca, las nubes lo impiden pero, ¡ay amigos!, no hace falta irse tan lejos para disfrutar del paisaje que que atrae nuestra atención: al Este tenemos el valle del Tiernas que, aguas arriba, se acicalará cuando alcance el Mosomero; al Oeste otro valle, el del Grío con sus pueblecitos Inogés y Santa Cruz; por encima de estos, la Sierra Vicor nos muestra con arrogancia su Pico del Rayo y las antenas que otrora fueran de uso hispano-yanqui; un poco más allá, al NO, la Sierra de la Virgen y el Moncayo con su túnica de blanca nube; como búhos giramos la vista para, siguiendo el cordal de esta sierra de Algairen, adivinar algunos lugares que ya conocemos como Valdemadera, La Nevera, Falaguera...
Sierra de Vicor.
Gaita de boto.
                 Algairén, sierra que, bajo sus faldas duermen pueblos como Encinacorba, Aguarón, Cosuensa, Almonacid, Alpartir, Tobed, Cariñena..., pueblos de buen vino y de canciones de bandurria, guitarra y gaita de boto.
                Hablando de gaitas, por aquí corre una leyenda que dice: "En una época ya olvidada, la gaita de boto no tenía vestido, y llevaba el odre tal cual, al aire. En alguna parte de Aragón (paice que por aquí), vivía un gaitero que era ciego. Tenía una zagala pequeña que enfermó y murió. Y aquel gaitero ciego aragonés, para poder recordar a su niña, puso uno de los vestidos de su hija sobre el boto, de tal manera, que así, cada vez que tocaba con su gaita, se hacía a la idea de tener a su querida hija abrazada... Los demás gaiteros aragoneses, al ver aquella forma de proteger el fuelle, con aquel vestido, fueron poco a poco y por imitación, adoptando aquella forma de vestir a la gaita que ha perdurado hasta nuestros días". 
Arco d Pîedra.

               Descendemos unos metros por una pequeña cresta para llegar al Collado de Horcajo y, aquí, girar en dirección Norte y alcanzar otro collado, el de Juan Fernández y, ¡hale!, otro giro, esta vez hacia el Este. En el camino, a la izquierda, observamos la piedra caliza del cerro Casca Alta que, incluido en el programa, lo ignoramos pues, como ya he comentado, vamos con el reloj pillado.
                Pues nada, descendemos unos metros y llegamos al Arco de Piedra, una horadada roca que, entre otras cosas, sirve de decorado para las diferentes poses fotográficas.
Marco natural.
En el balcón Juan Fernández, ellos y...
           Volvemos al Juan Fernández, balcón que mira al Valle del Ebro. Nos detenemos a echar un vistazo al paisaje y observar una vez más el Moncayo, las Peñas de Herrera, pueblos como Épila, La Almunia de Doña Godina, los generadores eólicos de La Muela... También aquí desarrollamos una sesión de fotografía con los más variados poses de los y las modelos luciendo lo más chic de la moda montañera...
––Posemos chicos (¿?)
––¡Hala pues!
––¿Y nosotras qué?
––¡Hala pues, también!.

...ellas.
Por el Barranco de Valdelagüés.
         Desde aquí tomamos el camino que desciende por el Barranco de Valdelagüés, agradable sendero de verde suelo adornado con algunas plantas que trepan en los troncos de los árboles. Los restos de algunas edificaciones advierten del pasado  ganadero de estas tierras.
            Pronto estamos en las orillas del Río Alpartir que ahora las recorremos siguiendo el curso de sus aguas para, poco a poco, retornar a nuestro punto de arranque.
              Nos acicalamos, unos más y otros menos, para acercarnos a Almonacid de la Sierra, allí nos espera una buena y abundante comida que engulliremos con buena gana y agradable ambiente.
"Buen trago y buen zoquete y a enseñarle los..."
         Sí, ya sé, todo el mundo come a estas benditas horas, pero estos 17 hombres y mujeres, ¡leches, nos lo hemos currado!. Además, estas ricas viandas son regadas con los exquisitos caldos de Almonacid, pueblo de cantes de bodega, de buen vino, de gentes alegres que cuando se juntan entonan aquello de
"Buen trago y buen zoquete
y a enseñale los cojones a la muerte.
Si quieres tener al músico gordico,
después de comer, un traguico".
      Ahora toca digerir, también, esta agradable excursión, humilde en su recorrido, pero gratamente enorme en su sabor.
                   
                  Hasta pronto.


Datos técnicos
(El track para GPS pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)

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