jueves, 13 de diciembre de 2018

PUNTA RAMÍREZ (o Remílez)

Día 8 de diciembre de 2018
Punta Ramírez y Barranco Bernaza.
            No tiene la altura del Aneto, ni la estampa de Collarada; no tiene las paredes de sus hermanos Ezcaurre o Güerri; no se llama Bisaurín, ni Castillo d´Acher, se llama, simplemente, Ramírez o Remílez. ¿Que por qué se llama así?, ni idea, si alguien lo sabe cuéntemelo; eso sí, subir hay que subirlo, sus mil metros de desnivel lo atestiguan y arriba las vistas son impresionantes. Así que Maite y yo, en esta templada mañana de invierno ¡allá que vamos!. 
            Dejamos el "buga" aparcado junto a esas famosas granjas cuya construcción afea la bella estampa de uno de los pueblos más bonitos de Aragón que es Hecho.
                    Convencidos que hoy la cosa es de subir y bajar, los falsos llanos los dejamos para otro día, comenzamos a caminar cruzando el barranco de Bernaza por encima de las gradas de hormigón que ejercen de colchón hidráulico. Aquí, las sendas se dividen en forma de "Y", a la izquierda queda la que nos verá llegar, cogemos, lógicamente, la de la derecha.
Hecho
Sendero por encima del barranco.
         Los primeros metros los recorremos por un sendero, algo aéreo, que va subiendo por la margen derecha del citado barranco.
            Abajo va quedando Hecho, sus gentes desadormecen, los enamorados que en la noche anterior cantaban en cheso aquello de "S'ha feito de nuei", ya van espabilando; los que lo hemos hecho en Siresa, al menos a mí "Lo peito me brinca'n tornarte a besar" (lo siento, "s'ha feito de nuei" es una canción que me encanta).
       El sendero se va introduciendo en un espeso bosque de pinos, hayas, robles, boj, algún acebo y otras plantas; las de hoja caduca, poco a poco, van desnudándose para recibir las nieves que, digo yo, tienen que venir.
Por camino alfombrado.
                La subida es continuada, una pista que serpentea la atajamos cruzándola tres veces por atajos de alfombrada senda.
         Alcanzamos la cresta divisoria con el valle de Urdués siguiendo senderos, más o menos marcados, ascendentes. Tras alcanzar un alto relativo topamos con una nueva senda que desciende hacia la misma cuenca y que por un momento confunde nuestros pasos, pero pronto corregimos el error recuperando la cresta esta vez durante un tramo con un camino más definido correspondiente a una antigua trocha.
          Caminamos a paso de montañeros entrados en años, de vez en cuando me vuelvo a ver que tal va Maite, llevamos ya un buen palizón de subir y subir y, ya se sabe, dice la canción: "cuando l'uno caye, l'otri a devantar"
Un alto en el camino.
Tramo sin definición
            A partir, aproximadamente, de los 1470 metros el camino pierde definición, hay que ir orientándose por el GPS, sabiendo que hemos de tirar "p´arriba" hacia el norte-nordeste por la línea de cresta, campo a través, sin mayores dificultades que el desnivel acumulado en nuestras "garras". 
          Arriba ya se ve el vértice geodésico de la cima, un empentón más y ya estamos en lo más alto de Punta Ramírez o Remílez (1824 m.), que de ambas formas lo llaman.
            Como decía al principio, las vistas son impresionantes: algunas nubes no impiden la contemplación de montañas tan emblemáticas como Bisaurín, Agüerri, Ezcaurri, Los Alanos coronados por Peña Forca, Peña Oroel, Santo Domingo, Collarada, Pala de Ip... 
En la cima.
Peña Oroel.
Tras Las Cutas asoma el Bisaurín.
Agüerri.
Descenso hacia Los Cubilares
           En fin, imposible de plasmar en esta página las sensaciones que se sienten en estos momentos, tras realizar un esfuerzo y recoger la recompensa de esta acertada afición a la montaña. Además, el hecho de no haber encontrado un alma en todo el ascenso, de encontrarnos con los ojos apuntando al mismo objetivo y volverlos el uno hacia el otro... "Dicen que un querer ye dos no más".
            Pero, amigos míos, hay que despertar; desde aquí está claro el camino de descenso. Bajamos por la cresta que, en dirección oeste, delimita el valle del Barranco de Bernaza y Los Cubilares; si lo hiciéramos en el otro sentido iríamos hacia Las Cutas y el Collado de Lo Foratón. El fuerte desnivel lo atacamos, en algunos momentos, zigzagueando entre los varios senderos surcados por el ganado. En el camino, una vaca de buen ver, se aparta para dejar libre nuestro paso. Poco más abajo, un joven pastor nos pregunta si hemos visto una vaca que está a punto de parir, ¿será esta?.
¿Será esta la vaca perdida?
Nuestro mesón
               Atentos a no despistarnos en un tramo del que parten varios senderos, alcanzamos un refugio forestal en cuyos alrededores descansan unas vacas ignorando, desagradecidas, nuestra presencia (con el fondo de Los Alanos forman una bella estampa). En la puerta de la caseta unas piedras acogen con gran cariño las nalgas de ambos, el sol calienta el resto; espléndido lugar y momento para darle rienda suelta al bigote y meternos al cuerpo unos filetes de jamón turolense entre unas rebanadas de pan de Bailo. Se echan de menos algunas botas de vino como la de Toño o la de Valentín, ¡qué le vamos a hacer!.
Bella estampa.

Descendiendo.
           Tras un buen rato, con mucha pena, abandonamos el lugar pues aún queda un buen trecho de descenso que por el momento transita por el cordal, ahora en dirección sur. Poco a poco la vegetación, principalmente compuesta por pinos, robles y boj, va apareciendo. El sendero, con trazado más evidente que el de la subida, conforme va bajando lo hace más bruscamente pero su trazado en zig-zag lo agradecen nuestras tabas como si se tratara un regalo pre-navideño.
          Hecho se ve cada vez más cerca, por encima de la villa, otra, Siresa nos muestra con arrogancia su impresionante monasterio románico de San Pedro.
Siresa
Finalizando.
        El sendero sigue descendiendo, ahora cruzamos una pista que nos va acercando al Barranco de Bernaza, auténtico artífice del espectacular valle que hemos circunvalado y que, alcanzado su fondo, nos devuelve al punto de arranque de esta mañana.
             Finalizada la jornada, echamos una mirada atrás, no sé si a la montaña, no sé si a la vida, ves la cumbre que unas veces alcanzamos y otra se nos resiste, pero no importa, en el camino descubrimos cosas bellas. Subimos despacio, con firmeza, disfrutando de cada momento y al llegar a la cima la recompensa es el regalo perfecto de este "gran viaje".
               Ya en casa, aporreando las teclas, miro a través de los cristales de la ventana y "s'ha feito de nuei"
               Hasta pronto
Datos técnicos
(El track para GPS lo tienes haciendo clic sobre la palabra wikiloc del mapa)


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