lunes, 18 de febrero de 2019

SERRA GELADA Y PEÑÓN DE IFACH

              Después de recorrer la senda que circunvala la sorprendente Sierra de Bernia no nos podíamos ir de estas tierras sin echar el cuerpo a alguno de los lugares más emblemáticos de las montañas alicantinas. Algunos ya los recorrimos, Maite y yo en enero de 2017, como la Sierra de Aitana, Serra Gelada, Punta Moraira con su Torre D´Or...
               Pues nada, repetiremos la Gelada con Alfredo y María Ángeles y, Maite y un servidor, nos encaramaremos  a esa roca que, buscando el cielo, se adentra en el mar y que, pese a algunos, no ha habido arquitecto, ingeniero ni especulador capaces de edificar sobre sus verticales paredes: el Peñón de Ifach.
             Otra montaña emblemática, Puig Campana, habrá de esperar a otra ocasión, hemos de volver a casa, pero seguro que la cima "sajada por la espada de Roldan" permanecerá en su sitio por los siglos de los siglos.
Desde el Peñón de Ifach.

Serra Gelada (Sierra helada)

Serra Gelada (desde Bernia)
Día 11 de febrero de 2019
Andando.
          Con legañas en los ojos, Maite, María Ángeles, Alfredo y yo, comenzamos a caminar, desde la misma puerta de nuestro alojamiento, en dirección al centro de interpretación del "Parque Natural de la Serra Gelada". Este parque se ubica entre las bahías de Benidorm y Alfàs-Altea; se trata de una de las elevaciones montañosas de las sierras litorales valencianas.
         Aquí nacen varias rutas, tomamos la más larga, la que discurre desde L'Albir hasta Benidorm, para recorrer esta montaña de cabo a rabo.
             Los primeros metros de la ruta han de salvar un buen desnivel, por lo que nos lo tomamos con tranquilidad, disfrutando del paisaje y observando algunas de las plantas entre las que destaca el enebro, muy abundante en este entorno.
Bahía de L'Albir-Altea y la Sierra de Bernia.
Antenas en el Alt del Governador.
       Superado este tramo alcanzamos el Alt del Gobernador (Alto del Gobernador), que, cargado de antenas, nos muestra un acantilado de 438 metros sobre las aguas de un Mediterráneo que se pierde entra la bruma. 
              Hacia el interior, la vista se nos va hacia la Sierra de Bernia ––esa que descubrimos hace un par de días–– y más cerca el Puig Campana, llamado así por su forma, que con sus 1406 m. es el segundo en altura, tras el de Aitana, de estas tierras. Nos muestra, esta montaña, una brecha bien marcada en una de sus crestas que la llaman "El Tajo de Roldán" y, como no, tiene también su leyenda que cuenta de cómo el caballero Roldán (sobrino de Carlomagno) estaba enzarzado en una dura batalla con un jefe moro.
Puig Campana.
En el Alt del Governador.
          Sin darse cuenta, ambos fueron subiendo la montaña y, en su cima, Roldán se dispuso a darle el golpe definitivo. Desafortunadamente, su espada chocó con la roca de la montaña. El golpe llevaba tal fuerza que un trozo de la montaña salió disparado y aterrizó en el mar donde se convirtió en la Isla de Benidorm. Este Roldán, según  algunas otras leyendas, andaba asestando golpes a diestro y siniestro por cualquier montaña que se le pusiera por en delante, ¡vaya con el Roldán!. Existe otra leyenda más  dulce pero esa la dejamos para otra ocasión.
Vista hacia el abismo.
          Bañados de paisaje, proseguimos nuestro camino por la senda que bordea los acantilados, un senda que se adapta a la orografía por lo que se torna en un cordal que sube y baja en multitud de ocasiones (comprobar el perfil).
              En algunos tramos el camino se torna bastante delicado, ya no voy a decir peligroso, porque teniendo precaución, minimizas riesgos, pero esas ganas de asomarte al acantilado, sacar una fotografía al borde... Abajo, las limpias aguas dejan ver parte del fondo marino en el que emerge una pequeña isla, la Illeta Penyes D´Arabí.
Emerge la Illeta Penyes D´Arabí.
Naturaleza sobre hormigón.
          Quién lo diría en estas fechas, pero buscamos una sombra para descansar y echar un ligero bocado, este "sube y baja" agota las baterías y es preciso su recarga.
             Poco a poco, allá abajo, van asomando las azoteas de los rascacielos de Benidorm, esas construcciones hijas de "san pelotazo", algunos de cuyos padres duermen entre rejas; sus amigos se juntan en la plaza de Colón de Madrid en defensa de la "unidad de la patria", eso sí, con las cuentas en otras patrias, en paraísos fiscales. "Rascacielos de brillantes fachadas y cimientos podridos".
Benidorm.
Reflejos del Mediterráneo.
             La enésima y última de las bajadas nos acerca a un punto conocido como la "Cruz de Benidorm", ya en la población, aunque observamos que todavía estamos por encima de la mayoría de los edificios, así que toca bajar por una carretera asfaltada hasta el centro de la ciudad a la que la llaman la que "nunca duerme".
                Algunas nubes y algo de viento fresco han desalojado a las gentes amantes de los rayos solares de la blanca arena, tan solo cuatro personajes algo "estalentaos", con botas por chancletas, sentados en cómoda posición, se sientan en un banco del paseo, mirando al mar y dando buena cuenta del "foiegras".
               No ha estado mal esta ruta, no recomendada para quienes padecen de acrofobia, pues su recorrido discurre en buena parte sobre la vertical de respetables acantilados, algo así como las fajas a las que estamos acostumbrados cuando pateamos las de Ordesa, solo que aquí no hay valle, aquí hay un inmenso ibón, -digo mar- el Mediterráneo, cantado y contado por juglares y poetas, y hoy con sus aguas manchadas de tragedia que no deberiámos olvidar cuando disfrutamos de ellas.
Datos técnicos
(El track puedes descargarlo desde la palabra wikiloc del mapa)


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Peñón de Ifach
Peñón de Ifach.

Día 13 de febrero de 2019
Allá vamos.
            Día tras día, en nuestros paseos y excursiones, casi sin querer, la vista se nos va hacia ese enorme pedrusco que, desde la ciudad de Calpe (otro monumento al pelotazo) se adentra en el mar, ya en la Marina Alta, alcanzando una altitud de 332 metros.
          En esta ocasión, somos Maite y un servidor los que nos acercamos a concluir nuestras "andanzas" por estas latitudes levantinas.
           La ruta comienza en un aparcamiento del que arranca un camino con pendiente bastante asequible, que va zigzagueando entre pinos y carrascas, para regalarnos preciosas e increíbles vistas y estampas de las dos playas de Calpe separadas por el Peñón.
En la cueva.
           Pasado el Centro de Interpretación del Parque, el camino se encuentra empedrado y asequible a cualquier tipo de visitante, hasta que alcanza un túnel, una oscura boca cavada en la montaña que nos ofrece un suelo irregular con rocas resbaladizas, habilitado con gruesas cuerdas unidas a las paredes del túnel para facilitar el paso del personal.
             A partir de aquí, la senda se torna en algo más delicada, pues discurre por terreno compuesto de rocas calcáreas muy pulidas y resbaladizas, que salvamos ayudándonos de grandes cuerdas y cadenas sujetas a la piedra de las paredes. Aquí, nos encontramos con nuestra vieja amiga "Doña Prudencia" que nos aconseja que vayamos con cuidado de no resbalar para no "hacernos pupa", en caso de "esbalizar".
¡P´arriba!.
En la húmeda sombra.
               Tras estos pasos y alguna sencilla trepada, alcanzamos la cresta que nos coloca en la cima en la que, si no fuera por las amenazantes y numerosas gaviotas patiamarillas, reinas del lugar,, seríamos los "reyes del pedrusco". Cuentan que en época de nidificación y cría, durante los meses de abril, mayo y junio, es posible ver los nidos de estas gaviotas, incluso a los polluelos y sus madres, defendiéndolos de la presencia de extraños junto a la senda (algún que otro curioso ha caído por ser eso).
                La compañía de un gato, completa una bella postal en esta sorprendente cima.
          En el descenso nos acercamos hasta la Punta de los Carabineros, un mirador natural situado en el extremo más oriental del Peñón, que nos adentra sobre el Mediterráneo, en un paisaje que nos muestra un acusado contraste: el del mar y la montaña a un mismo tiempo; la horizontalidad de la superficie marina y las empinadas escarpaduras del Peñón.
Gaviota patiamarilla.
En la cima del Peñón de Ifach.
En la Punta de los Carabineros.
                Solo nos queda descender con cuidado de no resbalar por este sendero que, en poca distancia, nos ha llevado a un impresionante y vertiginoso balcón para disfrutar de una gran panorámica de la tierra que, durante unos días, nos ha acogido: el Parc Natural de la Serra Gelada flanqueado por Benidorm y l’Alfàs del Pi, con la pequeña Illeta Mitjana a su izquierda y el extremo este de la Illa de Benidorm asomando por detrás. La Serra d’Aitana y el impresionante Puig Campana de 1.406 m de altitud sirven de telón de fondo a la Serra de Bèrnia, que penetra en el mar con el Morro de Toix cerrando la bahía de Calpe. Delante de Bèrnia,  la Serra d’Oltà, con Calpe y las salinas a sus pies. Al norte, tras unas lomas, el Montgó, otra sierra situada entre Dénia y Jávea; la playa de la Fossa y al final de la línea de costa la punta de Moraira con su Torre D´Or.
Admirando el paisaje.
           Este balcón, también es un buen lugar para apreciar los dos tipos de vegetación dominante en el parque, la maquia litoral por la que asciende la senda y la vegetación rupícola en el paredón rocoso.
             Ahora toca volver a casa, nos vamos de esta tierra levantina en la que la montaña y el mar luchan por hacerse un hueco en las orillas de este paraíso perdido entre las estaciones de la memoria.
         Ya andan floreciendo los árboles, el almendro incuba la primavera; las montañas pobladas de aridez, de pinos, de matojos; mar de reflejos y tragedias, de pasado y futuro; y amigos, nuestros amigos.

                   Hasta pronto
Datos técnicos:
Recorrido

Perfil:
Distancia, 4,8 Km.
Desnivel de ascenso, 325 m.
Desnivel de descenso, 325 m.

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