martes, 12 de febrero de 2019

SIERRA DE BERNIA /Circular)

Día 8 de febrero de 2019
En la mina de ocre con Maite y Mª Angeles
(esta última con sus bastones de Nordic)
         Cambiamos de aires, dejamos las blancas montañas pirenaicas y nos acercamos a una de las sierras más emblemáticas del Levante hispano, con el Mediterráneo de telón, ante un escenario protagonizado por los montes alicantinos. ¿Será que con los años vamos buscando climas menos fríos? ¡No sé, no sé!.
                El asunto es que nos hemos venido, como dije hace un par de publicaciones, a la tierra en que se inició el Nordic Walking como disciplina deportiva: L´Alfas del Pi. Incluso hay quien se ha traído los "bastones dragoneros" para lucir su depurado estilo en un paseo que realizamos ayer hasta el faro de L'Albir, aunque le pusimos un poco de picante descendiendo hasta la cala de La Mina y los restos de una actividad ligada a la extracción del ocre. Se la conocía como la Mina de la Virgen del Carmen y estuvo en marcha desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Aún se conserva la vivienda del capataz y una línea de pilares que bajan por el barranco que servían de soporte para los raíles de las vagonetas que llevaban el mineral hasta la orilla, para ser embarcado y transportado por mar.
Instalaciones de La MinaVirgen del Carmen (arriba, el faro de L'Albir).
Faro de L'Albir.
                     Una vez en el faro pudimos disfrutar de un paisaje se nos abre hacia el mar y a una tierra que parece querer penetrar en su fondo como, por ejemplo, el Peñón de Ifach. Desde aquí las vistas son impresionantes, la bahía de Altea, la piscifactoría, los cortados de Serra Gelada con la antena en su punto más alto, la Punta del Gobernador, y el mar Mediterráneo.
Bahía de Altea, bajo la Sierra de Bernia.
Alto del Gobernador
              Pero esto fue ayer; hoy, cuatro de los integrantes de la media docena de entusiastas jubilados que nos hemos venido a pasar unos días por climas menos fríos que los de nuestra tierra, nos vamos a descubrir las entrañas y rincones de la Sierra de Bernia que, con sus 1.129 metros de altura, es un macizo rocoso formado principalmente por roca caliza de época oligocénica y cretácica, complicada por sus numerosas fallas entrecruzadas. Formando parte del borde sur oriental del extremo Norte de la Cordillera Bética desemboca con dirección sudeste en el Mediterráneo por el Morro de Toix, separando las comarcas de la Marina Alta y de la Marina Baja. En este caso, la denominación de "sierra" le va como anillo al dedo, pues su perfil quisiera pillar el más artesano de los carpinteros.
           Por serpenteante, estrecha y, en algunos momentos, vertiginosa carretera nos acercamos hasta el parking que se encuentra junto a Casas de Bernia.
             Con las botas bien prietas, los bastones adaptados a la medida de cada cual, el cielo despejado y escoltados por los almendros en flor comenzamos a caminar.
           El primer tramo trascurre por una pista, primero asfaltada y después de tierra, que discurre por el paraje denominado Bancal Llarg. Es un buen terreno para calentar tabas y disfrutar con los colores que la flor del almendro pinta en estas templadas latitudes.
Vistas sobre la Marina Alta.
"Invierno levantino".
Esto se pone rocoso.
                 ¡Ay, amigos! pero esto se acaba. Alcanzada la Fuente de Bernia tomamos una estrecha senda que, sin mucha dificultad en principio, nos lleva por un terreno que, a nuestra izquierda nos muestra las extensiones de la Marina Alta salpicadas de casitas solitarias hasta llegar al azul infinito donde el mar se mezcla con el cielo, eso sí, algo tapado con algo de bruma y nubes. A nuestra derecha, montañas escarpadas; parecen inaccesibles, sin embargo en algún momento y de algún modo tendremos que cruzarlas para llegar al otro lado y continuar nuestra ruta; ya veremos.
Habrá que salvar esta dura pared, pero ¿por dónde?...
                 Con una pareja de belgas que se nos han unido, pasamos junto a algunos abrigos que en el pasado utilizaban los pastores y su ganado y que quizás sigan utilizando, pues en su cercanía se siente cierto olor a cabra. Pero en ausencia de estas, nos toca a nosotros recoger los bastones y usar las cuatro extremidades para salvar algunos pasos de sólida roca.
             La senda se va encaramando a la montaña por la cara norte de las paredes verticales del macizo, hemos de alcanzar la sur pero, ¡leches! ¿por dónde?. Miro p´arriba y pienso ––ya veremos–– pues, además, no muy señalizado, en algunas ocasiones dudamos del camino a seguir.
...¡por aquí!.
                 Cuando parece que no hay salida posible, ¡zas, un boquete en la mismísima roca nos abre las puertas del cielo.
            Estamos en el "Forat de Bernia", un agujero pequeño en una inmensa montaña, que hemos de atravesar, por lo bajo del techo, totalmente agachados, poniendo a prueba la elasticidad de estos "expertos cuerpos", ¡todo un poema!.
           Mientras lo cruzamos pienso en aquellos tiempos prehistóricos y las vistas que desde la salida del "agujero" contemplaban nuestros antepasados, claro está, la monstruosa ciudad de Benidorm no estaba en el escenario ni, tampoco, el resto de urbanizaciones que ocupan las laderas de estas preciosas montañas.
El Forat de Bernia.
Agacha el lomo.
¡Libres!
Nubes sobre la Marina Baja.
           El final del "forat" (forau en aragonés) es algo más alto de miras y permite estirar las articulaciones y ¡oh!, como diría mi nieto Noah: ¡qué vistas!. Pues nada, una paradita de descanso (que ya toca), un tentempié y a disfrutar del momento; ya estamos en la cara sur de la sierra.
          Más tiesos que la una nos echamos las mochilas a la espalda y proseguimos la marcha, ahora las paredes verticales quedan a nuestra derecha, a la izquierda, entre las nubes adivinamos buena parte de la Marina Baja con multitud de invernaderos y urbanizaciones a "tutiplén". Por encima asoman las cumbres del Pui Campana, Serra Gelada y la Sierra de Aitana.
Serra Gelada
Hacia la Penya de l'Ermita del Vicari.
               Pronto tomamos un desvío a la derecha que nos acerca a las pinturas rupestres de la "Penya de l'Ermita del Vicari", protegidas por una reja metálica y, como muchas otras, apenas perceptibles y muy difíciles de observar. No obstante conseguimos ver algunas de ellas gracias a los paneles informativos que, entre otras cosas definen a estas pinturas dentro del arte esquemático caracterizado por representaciones humanas y animales simples, reducidas a sus líneas básicas, y por la presencia de motivos geométricos a modo de ídolos. Pertenecen al periodo Neolítico, hace más de 5.000 años, cuando sus pobladores se dedicaban a la agricultura y a la ganadería.
Detalle de una de las pinturas.
Siguiendo la senda,
               No tan lejanos en la historia, retomado el sendero, van apareciendo varios "sesters i ramadeira" (sesteaderos y ganado), abrigos, cuevas o majadas en zonas altas que los pastores empleaban en verano para proteger a las cabras y ovejas durante las horas centrales del día (sestear) o dejar a los animales más jóvenes, todavía no aptos para pastar.
             La estrecha senda serpentea adaptándose perfectamente a las caprichosas formas de la cordillera; unas veces sube, otras baja, atraviesa canchales, pero nunca deja de mostrarnos una buena parte del paisaje alicantino: el mar, montañas, barrancos, plantaciones de nísperos, el pinar de Calces...
"Sesters i ramadeira".
Restos del Fuerte de Bernia.
           Con una temperatura que en nuestra tierra quisiéramos pillar, alcanzamos las ruinas del Fuerte de Bernia construido en 1562 por orden de Felipe II con la finalidad de prevenir las revueltas de moriscos y defender la costa de los ataques de los piratas berberiscos. Entre 1612 y 1613 se procedió a desmantelar el fuerte, ya que su aprovisionamiento era complicado, debido a su remota ubicación.
¡Ah!, pero nosotros sí hemos traído provisiones y, como auténticos piratas, atacamos tan bélico lugar sentándonos en la solana y descargando algo de peso mochilero. No debe ser malo el lastre, pues un rebaño de cabras nos miran con "esos ojitos de querer..."
Fuertes en el fuerte.
Bóvedas del fuerte.
Hay que seguir el camino.
           No se está nada mal en el fuerte, pero hay que seguir la ruta que nos va a devolver a la cara norte de la sierra, cosa que hacemos salvando dos collados en poco tramo: el L´Orenga y Xalo.
          Primero senda y después pista, nos devuelven a nuestro punto de inicio, Casas de Bernia, en donde nos despedimos de nuestros compañeros de viaje belgas.
          Hemos descubierto una sierra de sendas sorprendentes, de rincones con historias; una sierra que separa dos mundos comunicados por un "forat", mundos que la sinrazón especulativa del Levante hispano, ha convertido en una amalgama de urbanizaciones que dañan los ojos de quienes las divisamos.
Fuentes del Algar.
                 Mañana nos iremos a conocer las Fonts D´Algar, un rincón en el que el agua se deja querer, escondido entre tropecientos puestos de comidas, bebidas, atracciones... Iremos, también, al Castell de Guadalest, veremos como la piedra de esa sorprendente y bella construcción, erigida sobre una roca, se esconde tras multitud de restaurantes, tiendas de souvenirs y muchos, muchos "museos" (miniaturas, microminiaturas, micro de microminiaturas, belenes, microbelenes, saleros y pimenteros, etnológico, micro...). En fin, el turismo llevado a los más insospechados extremos.
Hasta pronto

Datos técnicos
(El track para GPS, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)

2 comentarios:

  1. Muy buena crónica y magnifico viaje.

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  2. José Luis, ni aun de vacaciones dejar descanso a tu blog.
    Para nosotros fenomenal, que nos trasladas a otras latitudes....
    A disfrutar!

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