jueves, 19 de diciembre de 2019

BARRANCO DE LAS ALMUNIAS (Circular)

Día 14 de diciembre de 2019
Tierras abruptas.
            Ahora que se acercan días de celebraciones con mesa, mantel y colesterol como protagonistas, nada mejor que hacerle sitio al cuerpo en esa especie de competición entre la báscula y quienes osamos subir sobre esta cruel máquina. ¿Cómo?: mochila, botas y una dosis de buen humor, cosa que con las gentes de Esbarre cuesta bien poco llevar a cabo.
            Hoy no toca ir al Pirineo, ni vamos a sierras turolenses, tampoco toca viaje de largo kilometraje ni cabezada viajera. Nos vamos, como aquel que dice, a la vuelta de la esquina a recorrer un árido camino en los alrededores de zaragozanos.
Monasterio de Santa María de Santa Fe.
                La oferta esbarriana nos lleva a remontar el barranco de Las Almunias y alcanzar las Planas de María (o de Zaragoza) para descender por crestas y barrancos al mismo lugar de arranque.
        Somos veintitrés almas caminito del barrio de Santa Fe, cuyo monasterio ha sido engullido por las urbanizaciones. Este Real Monasterio de Santa María de Santa Fe fue fundado en el siglo XIV junto a un antiguo eremitorio. En el último tercio del siglo XVIII, el complejo vivió un importante periodo del que es fruto la gran iglesia barroca. Como hacían falta los dinericos para menesteres urbanísticos, el monasterio quedó en un estado de semiabandono que dura hasta la actualidad.
Nos observa.
           A lo que vamos: allá donde termina la locura urbanística comienza el camino que pronto recorremos para introducirnos en el barranco de Las Almunias. Nuestros primeros pasos los contemplan unas cabras montés; allá arriba, desde lo alto de la atalaya, dibujan un bonito perfil sobre un cielo completamente azul.
            El sendero es cómodo de andar, en el suelo crecen romeros y tomillos; abajo, la humedad del barranco ayuda a que crezcan plantas propias como el junco. Las frágiles paredes que encañonan el recorrido nos muestran las afloraciones yesíferas abundantes en el entorno estepario del Valle del Ebro.
Inicio del Barranco de Las Almunias.
El arco y las huestes esbarrianas.
            Alcanzamos un arco natural horadado por el barranco de Los Fantasmas, un buen lugar para el último pose fotográfico del año a cargo del grupo.
          El sendero sigue remontando el barranco de Las Almunias, unas veces por su lateral y otras por su mismo centro que, obstaculizados por la vegetación, debemos abandonar.    
                 Ya se ven (y se oyen) los aerogeneradores de la Plana cual molinos de viento que para sí hubiera querido tener Don Quijote, solo que estos en vez de parecer gigantes, están en manos de otros gigantes, algo más especuladores que aquellos que dio vida Miguel de Cervantes.
                 Seguimos remontando el barranco, comienza a aparecer un singular bosque mixto mediterráneo en el que crecen el pino carrasco, la sabina negral, el enebro, la coscoja y aquellas otras especies que se atreven a sobrevivir en suelos y climas tan duros como estos.
Sobreviviendo al entorno.
Molinos y el Moncayo.
              Un último repecho nos deja en la Plana de María (o de Zaragoza), un verdadero ejército de molinos voltean sus aspas ayudadas por el fuerte viento que sopla aquí arriba. Entre estos "neogigantes cervantinos", allá en el horizonte, asoma el Moncayo (monte cano) que en estos últimos días de otoño, ahora sí, nos muestra su cima encanada por unas nieves que nos auguran un buen invierno. Para quienes no conocéis la Plana, decir que se trata de una meseta ubicada en la depresión del Ebro, con barrancos excavados en los yesos, un enclave natural representativo de la geología de esta depresión. El nombre de María es debido a población que está enclavada al pie de esta meseta, María de Huerva, que su vez tomó el nombre del antiguo Castillo al-Marya que controlaba la vega del río Huerva en época musulmana.
Un descanso.
               Protegidos del viento y a mitad de jornada, hacemos un breve descanso para reponer fuerzas y tomar algún que otro tentempié en el que el plátano es el rey, eso sí, no dejamos las pieles en el suelo pues nos consta que "esta acción afecta al comportamiento de los animales salvajes ya que dejan de ser huidizos con los humanos y, el encontrar alimento sin esfuerzo, hace que sean menos independientes, amén de los problemas digestivos que les puede afectar".
       Tras descanso, avituallamiento, y "mensaje" reanudamos la marcha por la pista que transita sobre la Vereda de la Plana del Corral de Montañes, camino por el que transitamos durante cerca de tres kilómetros ante un paisaje estepario dominado por los molinos, muy animados por el fuerte viento que sopla y que pone a prueba a los muchos bikers que le hacen frente.
Por la Vereda.
Los daños de la actividad motorizada.
           Echando un vistazo, la Plana parece continua e inmensa. Abajo emergen las copas de los pinos más altos que crecen por las laderas de los barrancos de Las Almunias, La Balsa, Montañés, etc.
           Una balsa ha recogido algo de agua de la reciente lluvia, más adelante vemos la Caseta de Acampo, vacía de personal pero llena de mensaje, en el exterior un cartel informativo, además de explicar lo relacionado con la geología, fauna y flora del entorno, advierte sobre el problema que está generando en el medio el impacto del humano, especialmente cuando este, cual jinete del oeste, monta en su máquina de dos ruedas, en busca de emociones trialeras.
Avanzando.
             Antes de abandonar la vereda, la curiosa forma de una roca, esculpida por el viento, nos llama la atención mostrándonos los caprichos de la naturaleza.
          Dejamos la pista para emprender el descenso de vuelta. Ahora transitamos por sendas castigadas por los "John Wayne", sendas que recorren lomas y crestas, sendas tan yermas que nos abren un paisaje excepcional: allá abajo "La Huerva" alimentando huertas y urbanizaciones; más allá se describe el Ebro que anda crecido  enseñando los dientes al personal recordando cual es su sitio; más allá la otra estepa, la del Castellar; un pequeño giro de testa nos muestra las sierra de Guara y Alcubierre sobre las que se alzan de forma exultante las más altas cumbres pirenaicas.
El Valle, sierra de Alcubirre y el Pirineo (Macizo de Cotiella).
Por el Barranco de las Cabras.
                 El sendero va sorteando lomas y barrancos en un entorno semilunar, la orografía está marcada por la erosión de los barrancos sobre este frágil suelo. Así ha sido hasta ahora, pues hoy dicha erosión la están produciendo los mencionados jinetes a los que alguien tiene que echarles el lazo. Además, a los que no llevamos más motor que un par de botas (además de la de vino), el estado en que quedan las sendas, nos pone el camino algo complicado.
             Salvado este obstáculo, el sendero se descuelga para adentrarse en el Barranco de las Cabras, sendero que aquí se estrecha y se torna escondido entre las hierbas, lo que nos pone más enfilados que las huestes del Cesar.
Pasando ante una escombrera.
              Es fácil de olfatear que ya queda poco para alcanzar el final en Santa Fe, se adivina por las "huellas deshumanizadas del humano": varias escombreras adornan el final del camino. Se ve que en la construcción de las chalecitos, no se supo calcular el material necesario y ––¡hale! el sobrante al monte––
             Ya hemos llegado, hemos caminado por un entorno diferente, estepario, duro y frágil a la vez, que los de la gran urbe debemos cuidar y respetar. No pretendo, comparar este paisaje con otros de densos bosques ni de caudalosos ríos, de hacerlo se me podría, con razón, calificar de ignorante pues, me consta, detrás de cada medio natural hay mucho que descubrir y valorar.
             Sí, hoy ha sido una excursión diferente, varias razones lo demuestran:  a estos zagales y zagalas de Esbarre, no hay molino, ni vaquero, ni estepa, ni gente guarra... ¡ni salida sin desayuno ni cerveza! que nos haga reblar y preparar las tabas para la próxima temporada que, seguro, nos deparará grandes emociones.
           Hasta pronto

Datos técnicos

2 comentarios:

  1. Como siempre, un placer leerte. Si bien el recorrido, como dices, no es verde ni entre bosques, también es paisaje, naturaleza viva, pese a la herencia de los humanos deshumanizados.

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  2. Me gusta mucho fácil y sencillo que lo describes.
    Tambien lo bien que relatas con tus textos.
    Continúa merece la pena-
    Roberto López

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