Día 16 de Mayo de 2017
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Alcalá de Moncayo. |
Si no fuera por la información que nos dan los mapas, navegadores y demás conocimientos, hay momentos en los que uno no sabría donde se encuentra. Y, concretamente, me refiero a la salida que hoy hemos realizado el amigo Chema y yo por la zona S.E. del macizo moncaíno. No es la primera vez que garreo (parcialmente) por estos lares pero, aun así, no sé si seré capaz de describir tanta sorpresa en esta página, ni de que las diferentes formas gráficas plasmen la belleza de los rincones de este maravilloso lugar. (
diapositivas aquí) (
fotografías aquí). Lo intentaremos.
La mañana carece del frescor que sería deseable en estas fechas, ya nos habían anunciado que el día será caluroso por lo que he cargado en la mochila buena cantidad de agua.
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Al fondo asoma La Muela del Horcajuelo. |
Partimos temprano en dirección a Alcalá de Moncayo, pueblo que divisamos alzado sobre un alto en el que destaca la torre de lo que fue su castillo y la iglesia de la Asunción del siglo XVI, construida bajo el mecenazgo de los abades del Monasterio de Veruela.
A caballo en el "buga" de Chema atravesamos las estrechas y empinadas calles de Alcalá para tomar la pista que conduce al aparcamiento de la central de Morana que es alimentada por las aguas de los barrancos Picabrero, Horcajuelo y Morana, primeras ubres de las que se amamanta "La Huecha" (río Huecha).
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Barranco de Morana. |
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No es el Pirineo. |
Comenzamos a caminar por el sendero PR-Z-3 que, aunque cómodo, nos anuncia lo que vamos sufrir y disfrutar durante la primera parte de la jornada. Se trata del Barranco de Morana cuya senda tomamos, a la derecha, cuando llevamos caminados unos 1,6 Km. Se adentra en un mundo en el que el agua, plantas, rocas... compiten entre ellas por ver cual de estos regalos naturales luce con más esplendor.
Nos preguntamos -¿estamos en el Pirineo? ¿en una jungla?- Y es que, amigos, las aguas que vadeamos una y otra vez, descienden por el barranco abriéndose paso entre un denso bosque en el que predominan las encinas cubiertas de hiedra y arbustos como el majuelo. Arces, fresnos y otras especies que no reconozco completan la exhibición.
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¿Sendero? |
La senda, felizmente olvidada por los amigos de amueblar el monte, al igual que las aguas, se va abriendo camino entre la vegetación que debemos ir salvando. No quiero decir que no haya que mantener los senderos limpios de maleza pero en algunas ocasiones, es mi opinión, nos pasamos de la raya.
Alcanzamos un refugio de piedra en cuyo interior hay buena despensa para quien necesite cobijarse en él.
Poco más adelante, remontando el cauce, llegamos a la presa de la central de Morana. Cruzamos el dique y caminamos junto a un cauce de agua encajonado que nos trae al recuerdo las Levadas que recorrimos el pasado año en Madeira. ¡Nada que envidiar!.
Unas veces caminamos junto a las aguas, otras las cruzamos y volvemos a cruzar, otras subimos unos metros por laderas... En este barranco, el agua, la vegetación, "el Chema" y un servidor estamos condenados a entendernos.
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No es navidad. |
Pasado el barranco de Valdealonso el terreno se va ensanchando, entra más luz y van apareciendo algunas plantas como la lavanda, el erizón de flor violeta, retama, sabina rastrera, enebro y más y más acebo cuyos ejemplares femeninos nos muestran su rojo fruto.
A nuestra izquierda, cuatrocientos metros arriba, adivinamos el primero de nuestros objetivos que, por un despiste, abandonando el barranco, queremos alcanzar antes de hora. Pues nada de eso, hay que seguir remontándolo hasta su cabecera, la Pradera de la Herrería que, bajo los pies del Pico Lobera, luce un intenso verde salpicado por miles de pequeñas florecillas.
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El Morana en su parte alta. |
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En la Muela del Horcajuelo. |
Aquí giramos fuertemente en dirección N.E. para atacar los últimos metros que nos separan de la Muela del Horcajuelo (1706 m.). Este tramo lo subimos "campo a través", salvando la gran cantidad de erizón y sabina rastrera.
Ya en la cima, el paisaje se nos abre en todo su esplendor, aunque la mirada se nos va hacia el próximo objetivo que tenemos enfrente, casi a nuestra altura, pero el fuerte barranco que nos separa nos lo va a poner durillo.
Descendemos hasta el mismísimo nacimiento del barranco del Horcajuelo, por fin caminamos por una senda en condiciones.
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Erizón |
Conforme vamos perdiendo altura alcanzamos los dos corrales del Horcajuelo: el de Arriba (en ruinas) el de Abajo y, posteriormente, la pradera del mismo nombre (1420 m.).
Nos encontramos con el sendero PR-Z-3 que une el Monasterio de Veruela con el Collado del Campo para, enseguida, abandonarlo y dirigir nuestros pasos a una pedregosa canal, de unos doscientos metros de desnivel, que atacamos para alcanzar La Muela (1663 m.).
Sin traza alguna y casi sin perder altura, arribamos en el Cerro Morrón (1730 m.) tercera y última de nuestras cimas de la jornada. Lástima de la bruma existente, es la tercera ocasión que subo a este punto y no deja de entusiasmarme. Aún así divisamos la Peñas de Herrera desde su cara más desconocida, La Muela de Horcajuelo que hemos dejado, el pico de Lobera, La Tonda, a lo lejos las sierras de Algairén y Vicor... Lástima, en día claro se alcanzan a divisar las montañas del norte: Alcubierre, Guara, Pirineos.
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Peñas de Herrera. |
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En primer término la Muela del Horcajuelo, detrás el Pico Lobera. |
He comentado que es la tercera de las veces que subo aquí, pero es la primera en la que el descenso lo hacemos, ¿cómo diría yo?...¡con dos...!, o sea por la vía más recta buscando el mejor de los "toboganes canchaleros", entre el roquedo y matorral que crece en esta canchalera.
De nuevo alcanzamos la PR-Z-3 que no dejaremos hasta el final de la jornada, pero para esto aún queda descender por el barranco de Horcajuelo que si bien es espectacular, el de Morana, a mi entender, le supera en lo relativo a lo salvaje de la naturaleza que les acompaña a ambos. Incluso el cauce del agua, aquí es más escaso. Pero no hay mal que por bien no venga, el de Horcajuelo muestra grandes formaciones de roca que se asoman al camino, a las que les cuesta mantener la verticalidad entre las que destaca la Torre de Morana que flanqueaba el que seguían los segadores cuando, desde esta zona, marchaban a Castilla. Otras formaciones, capricho de la naturaleza, se asemejan a la figura que cada cual pueda interpretar.
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Torre de Morana. |
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¿Andará por ahí la corza blanca? |
Seguimos descendiendo: a nuestra derecha un refugio de piedra nos invita a acercarnos a visitarlo, pero el día no está para refugios, hace calor y conviene seguir. Pronto llegamos al cruce del sendero que hemos tomado por la mañana, el de Morana.
Tras observar el lugar en el que se abrazan los dos barrancos, Morana y Horcajuelo, tan solo nos queda un paseo para finalizar esta sorprendente jornada por estos estremecedores lugares de la Sierra del Moncayo. No en vano, Gustavo Adolfo Becquer escenificó por "aquestos lares" la Leyenda de la Corza Blanca:
En esta leyenda aparece un noble aragonés, llamado don Dionís, que tenía una hija, Constanza, y esta tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés.
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Constanza y la Corza Blanca. |
Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos árboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy bien ya que pensaba que todos los ciervos iban contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, y pensó que si atrapaba a la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada, y la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla, pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, pero Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente.
Hasta pronto.
DATOS TÉCNICOS
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Recorrido |
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Perfil.
Distancia = 19,49 m.
Desnivel acumulado positivo = 1170 m.
Desnivel acumulado negativo = 1170 m. |
Hola José Luis.
ResponderEliminarHe leído algunas entradas del blog, pero en esta del barranco de la Morana, no he podido resistirme a comentar.
Para mi es la joya del Parque Natural, salvaje, precioso, y además solitario, que nada tiene que envidiar a cualquier paraje del Pirineo.
Yo lo he recorrido en varias ocasiones, ahora "la senda" es casi una autopista, las primeras veces que lo visite, allí no había nada, más que algún tramo de trocha, en el que teníamos que ir con el machete abriéndonos paso.
Es una pena, el despilfarro de dinero que se han dejado en los "Caminos Naturales", y que en cambio muchos senderos, se acaben cerrando por falta de mantenimiento.
Para otra ocasión, te recomiendo bajar por las Peñas de Herrera, sale una circular larga, pero merece la pena.
Un saludo.
Hola Eduardo. Te agradezco el hecho de que, de vez en cuando, leas estas humildes páginas.
EliminarEfectivamente, el de Morana es un barranco espectacular, tanto por su recorrido como por su belleza. Ya sé que algunas sendas necesitan del cuidado correspondiente pero, como decía en esta entrada y es mi opinión, que no conviertan sendas en sambódromos. Imaginemos este precioso barranco con pasarelas, barandillas, cadenas, sirgas, etc. instaladas por una empresa por un coste de tropecientos euros, ¿sería igual de bello?.
En alguna ocasión he mostrado mi disconformidad por dineros mal gastados en los llamados "Caminos Naturales" en los que ya solo faltan cafeterías, eso sí, el Alcanadre no se puede cruzar en el "camino" si han llovido cuatro gotas más de la cuenta
Lo que me dices de las Peñas de Herrera, las he pasado varias veces, incluso bajo de ellas, descendiendo por el barranco de los Moros.
Un saludo