Día 2 de junio de 2020
Tras permanecer en el más disciplinado de los confinamientos originado por el estado de alarma, aprobado en el parlamento, aquí estamos de nuevo, ahora toca rapelar la más alta de las montañas del planeta que nos ha tocado ascender: el Covid19.
La partida |
Hemos cancelado los próximos proyectos que requerían el uso y reserva de alojamientos, viajes, etc.; no importa, las montañas y sus senderos siempre estarán allí y si el cuerpo aguanta ¡que tiemblen!.
En este tiempo hemos intentado mantener la forma física con ejercicios en casa y alguna caminata, estilo "nordic walkind macarronico", por las afueras de Zaragoza. ¿Hemos mantenido la forma? Esta primera salida al monte nos ha puesto en nuestro sitio y sí, muchos youtubers y telepreparadores físicos pero nada, el monte, como el camino, se hace andando. Ya no digo nada de la cantidad de deportistas que el coronavirus ha sacado de debajo de las piedras, en los primeros días de desescalada; calles, avenidas, paseos y orillas fluviales se asemejaban a la maratón de Nueva York.
Inogés |
En esta ocasión nos vamos a fabricar agujetas por la sierra de Vicor, o Vicort, o la Vicora que así la llaman los lugareños, sierra que, majestuosa, se eleva entre los valles de los ríos Grío y Perejiles.
No es la primera vez que ascendemos al Pico del Rayo, de hecho en la primavera del 2013 subimos este monte en una excursión circular saliendo desde Viver de Vicort (se puede ver aquí).
Inogés se asoma al valle del río Grío con esa gallardía que le mantiene unido a la Vicora y a las bodegas, con sus lagares, que las pasadas generaciones labraron bajo el suelo de sus calles, bodegas comunicadas entre sí mediante caños y pasadizos. En la plaza, la Fuente de dos Caños parece querer testificar tal hecho; mientras, el lavadero y el abrevadero se encuentran inactivos. Me llama la atención otras bodegas, se trata de cuevas excavadas en la ladera, junto a la carretera por la que hemos llegado, que supongo se emplearían en el pasado para conservar el vino.
San Miguel |
La partida la componemos Alfredo, María Ángeles, Maite y un servidor, componentes que, en compañía de un vecino de Inogés, nos
ubicamos las botas en cada uno de los pinreles, para comenzar a caminar
por una fresca y verde pista desde la que, poco a poco, vamos dejando el peirón, la virgen y la
población atrás.
Hermosa primavera |
Lavanda cantahuesos (Lavandula stoechas) |
Férula común |
Mariposa podalirio o chupaleches (Iphiclides podalirius) |
Entre encinas |
En esta espléndida mañana comenzamos caminando bajo la sombra de encinas y pinos, el camino asciende amablemente en dirección oeste, eso sí, extrayendo de los poros de los cuatro los primeros sudores. No es de extrañar, pues Inogés ya lo vemos, allá abajo, cada vez más pequeño.
A la hora y cuarto de andar, abandonamos la pista para, en un fuerte giro, dirigir los pasos en dirección sur por un florido y agradable sendero local, señalizado con marcas blancas y verdes, en el que comienzan a aparecer, mezclados entre los pinos, algunos ejemplares de acebo.
Desconfinamiento |
Pronto alcanzamos, ubicada en la GR 90.2, la caseta blanca de Inogés o refugio del Acebal; es hora de echar algo de energía al cuerpo y, como de costumbre, el plátano es el rey de tal menester.
Como por la tarde anuncian tormenta, pronto reanudamos el camino.
Dos opciones: seguir la GR 90.2 que sube hacia el pico, o la senda que, más empinada, arranca en la misma pared derecha del refugio. Elegimos la segunda opción y no nos arrepentimos.
Avanzando entre lavanda |
Refugio del Acebal |
Senda del Acebal |
Por verde sendero |
Acebo |
Ya queda poco para la cumbre |
Encabezo el cuarteto, atrás observo que el confinamiento por el coronavirus no ha sido cosa de broma; nada que ralentizar la marcha no pueda curar.
Poco a poco, accedemos a una pista, aquí el bosque ha dado paso al prado verde por vocación y florido por devoción. Ya vemos la cima, sus antenas la delatan.
Pico del Rayo |
Aquí nos encontramos con la primera (será la única) persona de todo el día; se trata de Miguel, hombre fuerte y de aspecto bonachón, encargado de, desde su confortable caseta, observar la posibilidad de incendios. A Miguel se le nota el agradecimiento de poder conversar con alguien.
Además de ofrecerse a fotografiarnos, el hombre nos explica algunas curiosidades que en la otra ocasión nos pasaron desapercibidas, como una cruz labrada en una piedra o en otra, en la que él pintó una rosa de los vientos.
En la garita de Miguel |
Cruz tallada |
La rosa de los vientos de Miguel |
Próximos a la cumbre (detrás el valle del Grío) |
Más hacia el O. se ve la sierra de Armantes, bajo la que se alberga Calatayud y su castillo de Ayud; más cerca el río Perejiles, afluente del Jalón, discurre por su valle, cuyo color verde intenso delata la fertilidad de su tierra, Serán los agricultores del valle, quienes recojan los frutos que, como la actual cereza, tan ricos nos parecen a los consumidores.
Belmonte de Gracián desde el castillo |
Girando la vista 180 grados, otro río, el Grío, parece envidiar al Perejiles y pinta otro magnífico valle en el que se albergan varios pueblos entre los que destaca Tobed con su rico patrimonio mudéjar y Santa Cruz de Grío, pueblo en el que el barro se torna en arte.
Por la senda de Las Borderas |
Cierra el valle la sierra de Algairén, tantas veces recorrida por nuestras botas.
Podríamos ver mucho más allá pero, como he dicho, la bruma nos lo impide, además comienza a confundirse con las nubes que se elevan hacia el cielo para, convertidas en "cumulonimbos de desarrollo vertical", terminar en la temida tormenta de tarde que queremos evitar. Así que ––amigo Miguel, date por despedido que nosotros no vamos "p´abajo"––.
Como habíamos decidido realizar la ruta de forma circular, el descenso lo hacemos tomando la senda de Las Borderas, que parte unos metros más abajo, a la derecha de la cumbre y desciende bruscamente, vamos, con poca compasión para con estas piernas desacostumbradas a tal menester. Además del fuerte desnivel, la huella de los ciclistas, amantes del derrape que les facilitan los modernos frenos de disco, han dejado algunos tramos algo peligrosillos. Aquí, el que suscribe, no solo no tiene nada en contra del uso de la bicicleta, sino que apoya su uso para el ejercicio, la salud, el medio ambiente, el turismo, el transporte, pero ¡leches!, alguien, en los montes de Aragón, tendrá que poner un poco de orden, por no decir sentido común. La verdad es que no confío mucho en el estadista mayor del reino.
En la cantina |
Sí, muy bien, pero el cielo nos aconseja realizar la sobremesa en el camino, así que lo hacemos agitando el aparato digestivo al ritmo que nos marca el descenso.
Alcanzada la pista que baja en bucle, la abandonamos por un cortafuegos en el que unos mojones indican el camino a seguir.
Atrás parece que algunas rodillas empiezan a quejarse; no es extraño, pues el tiempo que han permanecido confinadas, las ha dejado más flojas que la mollera de algunos "seudo-expertos en temas víricos".
¡Esas tabas! |
Camino de casa paramos en El Frasno a adquirir unas cajas de sus ricas y famosas cerezas que tan bien cultivan los frasneros y frasneras.
Agotados en las puertas de la ermita |
Hasta pronto
Datos técnicos
Perfil: Distancia, 9, 2 Km Desnivel positivo, 710 m. Desnivel negativo, 710 m. |
Hola.
ResponderEliminarBueno, veo que como todos, les estamos sacando partido a estas sierras cercanas a la ciudad, yo el otro día estuve en la sierra Modorra, subiendo al pico Codos, que nunca había estado y salí muy contento.
Esta circular al pico del Rayo es preciosa, casi toda por unos senderos muy atractivo, mucho bosque y en la cima, con unas vistas estupendas, aunque yo tengo que decir, que las dos veces que he subido, en ninguna me percate de esa cruz tallada en la roca.
Un saludo
Como siempre una envidia de paseo, pero temo, vista la fase de recuperación, que habré de hacerla tras un entrenamiento adecuado de cuádriceps y rodillas.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo y con Labordeta
Observo que tú capacidad para relatar tus emociones, continúan cómo las dejaste, son muy concisas sin nada de florituras.-
ResponderEliminarUn saludo, José Luis
Roberto.-