martes, 10 de mayo de 2022

BERATÓN, ALTO DE LOS ALMUDEJOS, CABEZO DEL CAHÍZ (circular) Y ALGUNA LEYENDA


 Día 8 de mayo de 2022
Los "Urales" cinematográficos
        Al parecer, el Moncayo, mejor dicho sus faldas, parecen influir magnéticamente en nosotros, pues repetimos deseosos de conocer otra imagen que no fuera la clásica que las gentes del valle divisamos desde cualquier altozano cercano a nuestra morada. Pocas son las postales de la cara sur del "monte cano"; aun así recuerdo la imagen de la película del Doctor Zhivago convirtiendo esta digna montaña en los lejanos Urales.
Hercules y Caco (Sebald Beham)
        A lo largo de la historia, además de fascinación, el Moncayo generó explicaciones mitológicas, como aquella leyenda apócrifa que cuenta cómo Caco robó a Hércules su carro de bueyes, que escondió en una cueva de la zona. Tras descubrir Hércules, el robo de su amigo Caco, los dos gigantes de la mitología greco-romana se enzarzaron en una violenta lucha. De la magnitud de la pelea, de las piedras que se tiraron, de los arañazos y golpes lanzados por ambos, surgió el agreste paisaje de la comarca, el nacimiento de ríos y arroyos, la aparición de roquedales y simas. Hasta que el vencedor Hércules colocó una descomunal piedra sobre el enterramiento de Caco. Esa piedra es el Moncayo.
    Como decía, esta montaña es fascinante.
San Pedro Apóstol
        Pues allá vamos, el buga parece conocerse esta carretera como la palma de su mano; bueno, solo hasta Ágreda, porque de las curvas que nos llevan hasta Beratón, de esas me encargo yo.
        Beratón, con sus 1395 m. de altura, es el pueblo más alto de la provincia de Soria. Entre su patrimonio histórico destaca la iglesia gótica de San Pedro Apóstol, construida entre los siglos XIV y XVIII y protagonista de la leyenda local sobre un asalto bandolero: "Romance del Bandolero", que narra que varios ladrones muy violentos entraron en la iglesia, aprovechando la hora de misa, y reclamaron a los vecinos más pudientes sus pertenencias para después saquear sus viviendas. Algunos pudieron escapar del templo lanzándose desde el campanario, y dieron aviso a quienes no estaban en misa y a los habitantes de pueblos cercanos, que acudieron en su ayuda con hoces y palos. Dieron caza a los cuatreros a los pies del robledal. Del enfrentamiento resultaron “tres bandoleros muertos, dos heridos y cinco presos”. En memoria de esos tres muertos se grabaron tres cruces en el roble mayor del bosque, que en su día se propuso declarar como Árboles Monumentales.
Beratón
Agujero del Viento
        Ya sé que no es habitual comenzar con tanta leyenda, pero me encantan estas tradiciones que van pasando oralmente de generación en generación; esas otras historias, las que se nos ofrecen diariamente a través de los medios informativos, esas me encienden.
        Arrancamos el camino por las solitarias calles de Beratón, en dirección a su cementerio. Frente al "campo santo" vemos un cerro al que llaman "Alto de San Mateo", donde se cree que existió un castro celtibérico.
        Unos metros más adelante, tomamos una senda que discurre por el "Camino antiguo de Aragón"; a nuestra derecha, en lo profundo del barranco del río Isuela, un jabalí, con su "oink, oink" parece avisarnos ––¡ojo, aquí estoy yo!––.
Muela de Beratón
        Un poco más allá, imponente, la Muela de Beratón vigila que no nos desviemos en ningún momento de nuestro camino. Más cerca, descolgadas del Alto de San Mateo, unas rocas nos muestran  el "Agujero del Viento", una oquedad que la naturaleza ha esculpido en la montaña.
        Paso a paso, vamos remontando el camino, florido en estas fechas, hasta alcanzar la fuente del Hoyuelo (1530 m.), lugar en el que se encuentra el nacimiento del citado Isuela, cuyas aguas, a través de otros ríos, irán a parar al Mediterráneo. Cerca nace el río Araviana, este discurrirá hacia el Atlántico.
Hacia el collado

        Delante tenemos un repecho que, una vez superado, nos deja en el collado del Hoyuelo (1595 m.), frontera natural entre las provincias de la castellana Soria y la aragonesa Zaragoza y, a su vez, de la divisoria sur y norte de la sierra. De lo último no cabe duda: en nuestro ascenso hemos observado el robledal ansioso de echar sus primeros brotes, no así el norte en el que el pino tiñe de verde aquellos rincones en los que no lo hacen las hayas.
        Bajo nuestros pies, los prados de la Hoya de Horcajuelo dan la última pincelada a una bella estampa que ya hemos recorrido en otras ocasiones (dejo enlaces abajo). Así de caprichosa es esta montaña, te asomas a sus ventanas y admiras unos de los jardines más hermosos de por aquí.
Hacia Los Almudejos
        Por no perder la vista al paisaje, seguimos la divisoria de ambas provincias, lo que nos lleva a ascender por un terreno, ausente de senda, hasta alcanzar el Alto de los Almudejos (1697 m.). La forma piramidal de este cerro nos permite disfrutar de unas inmejorables vistas con el Morrón (1730 m.) en primer plano; a su izquierda asoman las Peñas de Herrera. El Cabezo Cuartal y La Atalaya, entre otros, completan el paisaje del este. Al norte, bien cerca, vemos la amplia Muela de Horcajuelo (1708 m.); el Moncayo, tan solo nos enseña el pico Lobera (2226 m) al que unas manchas de nieve se resisten a desaparecer. Al oeste, nuestro próximo objetivo, pero para eso aún queda un rato. Aquí no acaba esto, pues a lo lejos, entre la bruma, adivinamos algunas sierras del Sistema Ibérico como la de la Virgen y la Vicora.
Vistas 
Cara sur
Sierras de la Ibérica y...
...autorretrato
Camino del Collado del Muerto
        Como todo lo que se sube, hay que bajarlo, ¡hale!, descendemos por la vertiente opuesta, dotada de otra inexistente senda, hasta alcanzar una pista, la Vereda de Castilla, coincidente con la GR 90.1.
        Remontamos la pista en dirección NO, para dejarla y ascender por un sendero, en el que el pasado temporal sembró de pinos caídos, hasta el Collado del Muerto (1721 m.) del que no consigo averiguar su toponimia; lo cierto es que con el viento que suele soplar en este punto, te podrías "morir de frío" (no es el caso de hoy).
            De nuevo nos toca subir con la única señal de la intuición y los pocos espacios que deja la abundancia de sabina rastrera y erizón. 
            Marcando continuos zigzags, vamos ganando altura hasta alcanzar la cumbre de hoy, el Cabezo Cahíz (1935 m.). La amplitud del cabezo, no nos enseña más paisaje que el que hemos visto desde los Almudejos, lo que sí vemos es unas cuantas mariquitas sobre las piedras de la muga fronteriza, ¿serán castellanas, serán aragonesas?, ¡quién sabe!
En el Cabezo del Cahíz
Mariquitas en la muga
Plaza Mayor de Beratón
        Aunque teníamos previsto alargar la ruta, nuestra avanzada edad (je, je) nos aconseja descender del cabezo, asunto que atacamos salvando ––algunas veces–– la densa vegetación rastrera hasta alcanzar una pista que tras tres kilómetros nos deja en Beratón.
        Nos aseamos "una miaja" y nos acercamos al "bar municipal" que nos ofrece una amplia gama de productos acalla-borborigmos, entre los que destacan los torreznos, que acompañados de unas birras, dan por concluida esta mañana auténticamente primaveral.
    ––¿No ves Leonor, los álamos del río  con sus ramajes yertos?  Mira el Moncayo azul y blanco;  dame tu mano. Y paseemos––. (A. Machado)
        Hasta pronto

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