miércoles, 9 de agosto de 2023

IBÓN DE ESTANÉS - ESPELUNGÈRE (circular desde Sansanet)

 Día 6 de agosto de 2023
Bosque de Sansanet
        No es ni la primera, ni la segunda vez que Maite y yo realizamos este recorrido, popular en su primer tramo y espectacular en el segundo. Así que allá vamos.
        Bajo la impresionante estampa de la Iglesia de San Pedro de Siresa, arrancamos con el buga en dirección al túnel de Somport, que, así, como por arte de magia, nos deja, ya en Francia, en la cara norte del puerto del mismo nombre, para, en unos minutos, alcanzar el parking del bosque de Sansanet.
        La temperatura es algo baja para las fechas en que nos encontramos, así que por el momento vestimos de largo, además ayer estuvo lloviendo y el grado de humedad es alto. No importa, esto ayuda a que el bosque, recién lavado, nos regale unos vivos colores.
Cruzando la Gave d´Aspe
        Inauguramos la marcha cruzando el torrente de la Gave d’Aspe, para realizar varias lazadas, bajo la sombra del hayedo, y alcanzar el desvío, por el que descenderemos, que lleva a la cabaña d´Escouret. Además, llevamos intención de adquirir algo de ese rico "fromage" que elabora el pastor. 
        La sombra, poco a poco, va desapareciendo: es momento de despojarnos de alguna prenda y proceder a extender crema protectora contra el sol, hasta que no quede ni un solo poro libre de milagroso ungüento.
        Lo del "fromage" será a la vuelta; nosotros seguimos ascendiendo, chino chano, entre prados y bosque, entre sol y sombra, ascendiendo hasta la muga que ejerce de frontera entre España y Francia, Aquí enlazamos con la antigua GR. 11.
        El camino se ve animado, es una ruta muy popular, algo así como si al final de la subida hubiera playa con chiringuito. Incluso, pese a no estar permitido, algunos perros suben con el dueño sin atar (la fauna del lugar queda tremendamente agradecida); de hecho uno de ellos se me ha cruzado entre las piernas (el perro).
Por el bosque de Sansanet
Macizo  del Aspe
        El terreno es un amplio prado; a nuestra izquierda, por encima de su valle, asoman los gigantes del Aspe. Bajo ellos vemos el paso de La Chorrota, canchal inestable donde los haya. Más adelante se adivina la salida del valle de los Sarrios.
        La senda, aunque algo erosionada por el paso del "ganado", está muy marcada, por lo que es sumamente sencillo alcanzar el Puerto de Estanés. Una vez coronado se nos abre la vista del ibón, que advertimos algo bajo de nivel.
        Para no perder altura, no descendemos a la orilla que, además, está bastante concurrida, en algunos casos de bañistas playeros, pero no me creas lo del chiringuito, es sorna (Jose Luis, no des ideas).
Ibón de Estanés
Un alto en el camino
Quién me trae una escalera para...
        Alejados de la aglomeración, buscamos unas piedras con buenas vistas, para aposentarnos, descansar y echar un bocado.
        El día es espléndido, buena temperatura y algo de viento, ideal para el disfrute de quienes padecemos de esta afición. Entre bocado y bocado, echo la mirada al ibón, veo la luz reflejada en sus aguas; veo, también, entre bocado y bocado, el chapoteo de algunos amigos que, felices ellos, creen estar en Cambrils. No obstante, los bocados sientan de maravilla.
        Recogemos los bártulos y, siempre sin perder altura, nos acercamos hasta el Pas de L´Echelle. Menos mal que ya conocemos el lugar, pero asomarse al patio por el que vamos a bajar da un poco de "yuyu". 
        No pasa nada, unas cuantas y pronunciadas lazadas, que en algunos tramos están acondicionadas con cadenas, nos llevan hasta un resalte que se salva descendiendo por una escalera metálica. De nuevo estamos en las Galias.
        A partir de aquí, la senda suaviza su desnivel, aunque a nuestra izquierda tenemos una buena caída que de medirla nos pondría en el bello Valle de Espelungère en un momento. Una explosión floral se abre a nuestro paso, las mariposas añaden, aún más colorido al camino; sigo el vuelo de una de ellas y "clic", capturo toda su belleza. Creo que era una apolo, pero admito correcciones de los amigos que sois duchos en la materia entomológica.
¿Apolo?
Descenso
        Este tramo de la ruta,  más tranquilo que el de subida, lo transita menos personal; también es mucho más agradable, pues el sendero discurre por un fresco hayedo, bajo la sombra el mallo de Espelunga.
        Nuevas lazadas nos ayudan a perder altura hasta alcanzar, en el fondo del valle, el desvío de Espelungère. Aquí podríamos acercarnos a ver la cercana cascada, pero lo dejamos para otra ocasión en que los caudales pirenaicos sean más benévolos.
    Una ligera subida nos vuelve a introducir en el bosque. Recuerdo aquella otra ocasión en la que realizamos esta misma ruta con las amigas del trabajo y familia, de lo sorprendidos que quedamos ante la importancia que tiene la mente para salvar desniveles desconocidos (dejé reflejada aquí). También conté una más de las leyendas que, en el Pirineo, caminan de valle en valle.
¿Ninfa, hada, duende...? No, es Maite
Bosque de Espelungère
        De nuevo estamos transitando por las entrañas de un hermoso hayedo: la luz, a duras penas, entra a través de las hojas, como los focos de un escenario en el que un personaje realiza un número mágico. Miro a un lado y otro, por ver si descubro alguno de aquellos seres de los bosques, que creí ver en otras ocasiones. ¡Ah, recuerdo!, eran tan solo alucinaciones o algo parecido.
        Es un buen momento para sentarnos a la sombra de las hayas y acabar con las últimas provisiones gastronómicas. Por este improvisado restaurante no se ve alma alguna, la tranquilidad nos acompaña en este agradable momento.
       Con la sesión gastronómica concluida, retomamos la marcha, que ahora nos acerca a la cabaña de Escouret. Como decía, es intención nuestra adquirir algo del queso que el pastor elabora artesanalmente aquí mismo, pero, ¡cachis!, no hay nadie. Tan solo una cerda con su piara de siete retoños y un par de verracos, advierten nuestra presencia.
Mamá cerda y sus retoños
        Compuestos y sin "fromage" seguimos el camino que, a pocos metros, enlazamos con el de subida, cerrando así el círculo de nuestra ruta. El resto, lo hacemos por el mismo tramo por el que hemos iniciado el camino.
        Pero  lo del queso no lo perdonamos, el buga nos acerca a "Les Forges d´Abel", para adquirir un "fromage" que aquí denominan "Flor del Aspe". La birra no la tomaremos en Siresa, que un servidor, el que aporrea las teclas, tiene que conducir.


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Datos técnicos
(El track, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)




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