viernes, 28 de julio de 2023

TRAMACASTILLA-BARRANCO HONDO

Día 27 de julio de 2023
Río Guadalaviar
        En la provincia de Teruel no existen esas altas cumbres del norte de Arag
ón, pero de lo que sí pueden presumir nuestros hermanos bajo-aragoneses es de tener en sus entrañas grandes y hermosas hoces, barrancos, cortados, estrechos en los que cuando te adentras en ellos, uno se siente como un gusano deambulando en las grietas, esculpidas por la fuerza del agua en la roca.
        Aprovechando nuestra huida del calor zaragozano, por unos días, lo hacemos, comenzando por un sencillo recorrido, mojándonos los pinreles en las frías aguas del "Barranco Hondo" horadado por el río Guadalaviar.
Barranco Hondo
        Da gusto salir a la calle, por la mañana, y sentir el frescor del que carecemos en Zaragoza. También da gusto coger el buga y atacar las interminables curvas que, desde Griegos, a través del puerto de Calamocha, nos acerca a Tramacastilla.
        Antes de comenzar, intentamos adquirir algún producto alimenticio para pasar la mañana, pero “na de na”, horarios y fiestas mantienen los establecimientos más cerrados que la azotea del algún mandamás. Decidimos probar en Noguera de Albarracín y, ¡premio!, en el único bar nos preparan un par de ricos bocatas (para llevar).
Así que con la mochila, ya no tan ligera de equipaje, nos acercamos al área recreativa Argalla, a unos pocos metros de Tramacastilla, en dirección a Villar del Cobo, lugar en el que comenzamos a caminar.
Entre manzanos
        La idea es hacer el recorrido circular, aunque luego se verá que no nos sale así, para lo que comenzamos tomando el PR-TE.1 en dirección a Guadalaviar, población que no sé si da nombre al río que va a sentir nuestra presencia, o es al contrario. Es igual, los primeros metros los recorremos por pista; a nuestra derecha, el camino lo delimitan algunos manzanos con el fruto inmaduro (me recuerda a lo de los mandamases).
        La pista pretende adentrarse, por un pinar, en un quiebro con un buen desnivel, pero como a nosotros nos va más el frescor del río, tomamos un sendero que nos acerque a las aguas del Guadalaviar.
Pasado el arroyo de Calomarde, nuestros pasos van sobre el hormigón que reviste una acequia, algo así como las levadas de Madeira.
Por las paredes 
        Pronto estamos vadeando las aguas del Guadalaviar, por un paso en el que Maite decide probar la estanqueidad de una de sus botas (prueba superada). Hemos pasado al margen izquierdo.
        La senda, algo aérea, se eleva sobre las paredes que encañonan el río; allá abajo queda la huella de una obra de arte creada por años y años de trabajo de un río que quiso seguir su camino. 
        Eso ocurre abajo, arriba los buitres describen los característicos círculos con ese volar sin batir las alas, como queriendo alcanzar el sol que se muestra más altivo que nunca.
A por el río
Ruinas del molino
        Poco a poco, la senda va perdiendo altura. Llegamos a las ruinas de un viejo molino, ruinas que nos transportan a un pasado no muy lejano de idas y venidas de caballerías cargadas con sacos del grano de la mies para convertirlos en harina. También eran utilizados como batanes, serrerías, martinetes o, como pasó en este "Molino del Barranco Hondo", reconvertido en fábrica de luz, a partir del siglo XX, para abastecer a Tramacastilla, Villar del Cobo y Griegos. 
        Pero para mover molinos, a las orillas del río, se necesita desviar el agua, para lo que hubieron de construirse azudes.
Azud en el Estrecho del Molino Viejo
        
Poco más adelante, el sonido del agua delata que estamos alcanzando el azud, que en su día desviaba el agua hacia el molino. Es un rincón agradable, el río cae con fuerza; aguas arriba, las paredes del cañón se acercan entre sí, tanto que mirando hacia arriba, el cielo se ausenta en algún tramo. A este rincón le llaman “Estrecho del Molino Viejo”.
        Es un buen lugar para relajarnos y echar un bocado. Hemos traído bañadores con la intención de darnos un chapuzón en estas cristalinas aguas. Pero ¡leches!, está fría de narices, así que no nos mojamos más arriba de la rodilla, no vaya a ser que…
Mojándonos 
Fría no, lo siguiente
Aguas bravas
Hay que seguir
        Cámaras en mano, inmortalizamos el momento pasado en este rincón y, ¡hale!, nos echamos las mochilas a la espalda y nos disponemos a iniciar el regreso.
    
        Sobre la cascada, un puente nos facilita cruzar el río a su margen derecha. El sendero se abre paso entre la vegetación, para desembocar en una explanada, frente al molino por el que antes hemos pasado.
        La pista que en la subida hemos querido evitar, ahora hemos de tomarla en sentido contrario. Poco a poco vamos ascendiendo, paralelos al Barranco Sancha. Aquí se concentra casi todo el desnivel de la jornada.

Es la hora del almuerzo
        Llegados a lo más alto, la pista gira 90 grados para descender hasta la ribera del Guadalaviar. Aquí tomamos el camino que, en línea recta, se abre paso entre cultivos. Un par de caballos, entre bocado y bocado de fresca hierba, nos miran con extrañeza, debemos de ser los primeros humanos que, en la jornada de hoy, ven pasar.
        Desembocamos en el lugar de inicio. Lo que iba a ser una ruta circular la hemos dejado algo capada, pero el paseo ha valido la pena. 
        Ahora nos vamos a Villar del Cobo, allí nos vamos a uno de esos establecimientos “multiservicio”. Con unas birras en la mesa, sacamos la artillería de Noguera y le damos al bigote. Ciertamente, el jamón de esta tierra está exquisito.
        No se trata de que hayamos batido récords de distancias y desniveles, pero de vez en cuando adentrarse en estos estrechos te introducen en un mundo mágico. Creo que habrá que hacerlo en algún otro de los de por aquí.
        Hasta pronto

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Datos técnicos

(El track, pulsando sobre la palabra Wikiloc del mapa)



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