martes, 9 de mayo de 2017

DE LONGÁS A BIEL POR LAS PEÑAS DE SANTO DOMINGO

Día 6 de Mayo de 2017
             Con una mañana algo mejor de lo que las previsiones meteorológicas anunciaban, arrancamos algo más de una veintena de valientes esbarristas en dirección a las Altas Cinco Villas.
                  En el camino no puedo evitar que viejos sentimientos afloren en mi piel, estas tierras vieron parir a mi madre; vieron, también, el cortejo con mi padre y, además, hoy terminaremos en el lugar de su viaje de novios, o sea, lo que hoy sería "el Caribe" con su Santo Domingo particular convertido en la bella sierra que vamos a descubrir.
             Además, recuerdo mis veranos en Uncastillo con mis abuelos Gregoria y Vicente, un recuerdo que quedó plasmado en esta "Viejamochila". Decía:
Cuando era niño
mi abuelo Vicente me regalaba música,
sus costumbres de labriego,
las jornadas de recogida de la mies, 
las mil vueltas montado en el trillo
arrastrado por la burra Margarita
Me enseñó
a hallar sonrisas
entre la gente triste;
a cantar con los ruiseñores
un himno a la madrugada...
Longás.
         A lo que vamos. Deberíamos haber parado en Sos del Rey Católico, pero la villa se encuentra a tope de gente. Ni un metro cuadrado libre para que nuestro autobús pueda detenerse, se celebra la popular cicloturista "Rompepiernas" en la que van a participar más de 1300 ciclistas llegados de todo el país.
         No queda más remedio que tirar por una sinuosa carretera hasta el mismísimo corazón de la Bal D´Onsella, al pueblo de Longás en el que, ¡albricias!, hay un bar abierto. Como nos pilla de paso, entramos con la mochila a cuestas y las botas bien prietas.
        Desayunados y miccionados, arrancamos a caminar por las calles de esta bella y tranquila villa que descansa en la vertiente Norte de la Sierra de Santo Domingo.
Vadeando el Onsella.
        Nosotros vamos camino del sur y nada más dejar Longás y vadear las aguas del río Onsella, la senda nos anuncia que tenemos "cuesta p´arriba, ¡p´a cutio!".
        Pero el entorno y el paisaje nos hace llevadero el camino.                Abajo va quedando Longás y arriba las murallas pétreas que, como grandes dentaduras, asoman sobre una vegetación compuesta principalmente por pinos, producto de repoblaciones realizadas en el siglo pasado, aunque poco a poco va dejando paso a una densa masa forestal autóctona compuesta principalmente por especies como quejigos, carrascas y en menor medida, por especies como el abedul o el álamo temblón. Destacan, también, las formaciones de hayas comunes  y, cómo no, boj y más boj teñido de verde por el musgo.
"The Boss".
     Eso será más arriba, de momento pisamos verdes y floridos prados hasta el punto en el que se bifurcan las dos opciones para alcanzar el pico de Sto. Domingo. Nosotros seguimos por el de la derecha, que pasa por la fuente de Los Berros que alcanzamos tras una exigente pendiente. Pero, como ya he comentado, el entorno facilita esta tarea y, además un servidor ha alcanzado la cabecera de la "expedición" y junto con el "boss" Javier hemos pillado un "capazo" de los de ¡aúpa! (doy fe de que el asunto no es patrimonio exclusivo del sexo femenino).
        En la fuente, algunos tomamos un tentempié pues aún queda tajo y hay que reponer fuerzas. Como siempre, el plátano de Canarias y el chocolate de Jaulín (corrijo: del de Jaulín) protagonizan el breve descanso.
Acebo alumbrado.
"La aparición" en el Portillo de Sto. Domingo.
        Dejamos correr el agua de la fuente camino del Onsella, nosotros navegamos a contracorriente, es decir: hay que seguir subiendo. Entre este bosque de boj crecen algunos ejemplares de brillante acebo que la poca luz que les alcanza los embellece más si cabe.
      Doscientos metros arriba, se produce el milagro del día: como cubierto por una inmaculada aura se nos aparece Julián (boss de los bosses) que aquejado de una garra no puede acompañarnos y se ha acercado en coche hasta este punto, el Portillo de Santo Domingo. Le acompaña Ana, oriunda de estas tierras, que nos va a guiar por el buen camino hasta el final de la travesía.
Cima N.E.
                    Y bien que nos guía, en pocos minutos nos encontramos en la ermita de Santo Domingo. Desde aquí, un último repecho nos deja en la cima N.E. del pico de Santo Domingo, a la que, poco a poco, van llegando los componentes de la partida. En la cima, una especie de buzón alberga un pesebre; en su interior: tornillos, clavos, arandelas, etc., componen la conocida estampa navideña. Al Norte, las grandes cumbres de los Pirineos se asoman tímidamente entre la nubes que los cubren.
        Descendemos y la inercia nos eleva hasta la cima opuesta, la S.O., desde la que el paisaje se muestra en toda su extensión: Pui Moné, Moncayo, Alcubierre, Guara, Pirineo..., más cerca se adivina la Bal D´Onsella que nos ha visto partir y bajo nuestros pies, un universo vertical de murallas de conglomerado.
"Esbarre" en la cima S.O.
¡Abre la muralla!
Aquel viejo roble.
           A toque de pito - ¡toos paraos, toos quietos! - hay que sacar la foto del grupo y más vale que no salga movida. Buena gente.
             Abajo, en la ermita, parece que tocan a fagina y bajamos a vaciar las mochilas de lastre gastronómico. La pena es que no haya venido el amigo Valentín, le tenemos en mucha estima pero más a su bota de vino. ¡Qué le vamos hacer!, regaremos la tortilla con agua.
         Encabezados por Ana, comenzamos a bajar los once Km. que nos separan de su pueblo y, si bella era la subida, tanto lo es la bajada hacia el sur de la sierra.
         A nuestra derecha vamos dejando las murallas, entre los prados emerge el refugio de pastores del corral de Melchor. Poco a poco vamos adentrándonos en un bosque similar al de la ascensión por la cara Norte.
Barranco de Paniagua.
     Resulta verdaderamente sorprendente que en este espacio crezcan tantas especies, pero así es, no en vano nos encontramos entre los dos Arbas, el de Biel y el de Luesia, perfectamente alimentados por varios barrancos como el que, ahora mismo, estamos vadeando una y otra vez. Se trata del Paniagua. Sus aguas saltan de remanso en remanso creando múltiples pozas (así les llamamos por aquí) en las que, bien a gusto, nos daríamos un chapuzón. Pero ¡hoy no toca!, hay que seguir soñando mientras que, chino chano, vamos tragando millas.
El barranco, definitivamente, desemboca en el Arba de Biel, río que, entre rocas, se abre paso para enseñarnos los últimos metros que nos conducen a esta bella villa de Biel de la que no voy a dar más explicaciones que las que di en su día cuando, desde ella, subimos al Pui (o Puy) Moné y que puedes ver aquí.
Biel.
Bellas flores.
         Con los deberes hechos, se pasa a la exhibición de ropa interior, hay que escoscarse antes de recibir el mejor de los premios tras una travesía como esta: ¡una buena birra!, en una buena terraza, de un buen bar, de un bonito pueblo.
         Volvemos a casa con el bus atacando las curvas con la misma alegría que los pasajeros para llevarnos con prontitud a casa, algunos repetiremos mañana, nos vamos a patear un pequeño suelo de la vecina y querida Soria.
       Termino estas humildes líneas, agradeciendo a las mentes de Esbarre que recojan en sus calendario, excursiones como esta que sin ser de alta montaña, lo es de altas sensaciones.
                Hasta pronto

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DATOS TÉCNICOS
Recorrido

Perfil.
Distancia = 18,7 Km.
Desnivel + = 1002 m.
Desnivel - = 969 m.









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