viernes, 23 de julio de 2021

REFUGE DE ALBERT 1er (Alberto 1º) Y GLACIAR DE TOUR

Día 9 de julio de 2021 
Ha escampado
        ¡Por fin!. La Meteofrance y el resto de webs del tiempo anuncian buen día. Efectivamente, tan solo algunas nubes altas visten el cielo con adornos de algodón. Desde el balcón de nuestra habitación, vemos el Mont Blanc lucir más hermoso que nunca.
        En el hall de Les Econtres nos despedimos de Ronan, mozo alpino que nos ha llevado por rincones que desconocíamos. El grupo de hoy está a punto de salir hacia el lago de suizo d´Emosson.
        Nosotros, Maite y yo, con el buga nos desplazamos hasta el mismo parking de ayer, en Le Tour. De aquí sale una telecabina hasta Charamillón y, desde allí, un telesilla sube a lo alto de Les Autannes, en las proximidades del coll de Balme.
Allá que vamos. Sendero hacia el refugio
        Si se puede subir así, "p´a qué vamos a gastar salud". Así que, a precio senior ––que lo somos––, sacamos billete y ¡hale, p´arriba!, hasta la cota 2200.
    Antes de comenzar a caminar, echamos un vistazo a la zona que recorrimos ayer y al cercano y concurrido col de Balme (2191 m.), fronterizo con Suiza.
        Observamos el sendero que vamos a recorrer, se dibuja sobre una enorme ladera que desciende desde más de 3000 metros hasta lo más profundo del Valle de Chamonix.
        Pues allá que vamos. Tras disparar la cámara en dirección al Mont Blanc comenzamos a caminar por la senda que va elevándoselo, poco a poco, sobre la falda oeste de Les Grandes Autanes y Puntas des Grandes con sus afiladas agujas. En casi todo el recorrido disfrutamos de las vistas sobre el Valle de Chamonix.
Algún paso fácil
        El camino es de lo más cómodo, tan solo un paso equipado con pasamanos y algún otro sin hierros, presentan una leve dificultad, 
        Unos metros más adelante ¡oh!, se nos abren los ojos cuando vemos los primeros seracs del Glaciar de Tour.
        Pero nuestro objetivo aún queda alto,  entre nubes aparece y desaparece la silueta del refugio. Pues, nada, allá que vamos.
        Las nubes de ayer nos impidieron divisar el territorio de hoy y no advertimos de la presencia de nieve en los tramos altos de la ruta. Además, las rosetas de los bastones han quedado abajo (pardillos), por lo que se clavan hasta el mango.
Avanzando sobre blanco manto
Un vistazo hacia el glaciar de Tour y aguja de Chardonnet
Impresionante (el paisaje y Maite)
Salvando la morrena
        Con prudencia, salvamos algunos neveros, que en la cota 2500 se extienden más allá de la consideración de estos. Además, comienza a hacer calor y el blanco elemento va perdiendo consistencia. Nada que no se pueda superar con paso firme y seguro. 
        Alcanzamos la morrena del glaciar, por la que subimos, en fuerte desnivel, hasta unos metros por debajo del refugio, metros que vuelven a tornarse en nieve. 
        Acompañados de nuestra amiga, doña prudencia, alcanzamos la terraza del refugio Alberto 1º (2706 m.). 
        La nieve que cubre bancos y mesas delata que la lluvia que tuvimos abajo, aquí cayó en forma sólida.
Refugio Albert 1er (izd. el nuevo, dcha. el antiguo)
Improvisado comedor
        Quedamos en el exterior del nuevo refugio, inaugurado en su actual estado en el año 2015. Su nombre se debe a que el rey belga, "Albert 1er", inauguró el viejo edificio, que aún se conserva, en el año 1930. Cuatro años después, el monarca fallecía en una accidente cuando escalaba la Roche du Vieux bon Dieu.
        La soleada mañana invita a sentarse sobre unas piedras, sacar algo de comida y disfrutar de las vistas que nos regala este impresionante balcón colgado sobre el imponente glaciar de Tour (el primero de los varios con que cuenta el Valle de Chamonix), cuyos seracs nos muestran esos colores azulados que el hielo, milagrosamente, se encarga de transformar.
Glaciar de Tour
Serac
Deshielo
        Entre bocado y bocado, los ojos se nos van hacia el panorama sobre el macizo del Mont Blanc, la Aiguille du Tour, la Grande Fourche, la Aiguille du Chardonnet, la Aiguille d'Argentière, la Verte, los Drus, las Aiguilles Rouges... ¡uf, cuánta e imponente belleza!.
        Lo que se dice alpinistas, nosotros dos no lo somos, los años que irremediablemente van cayendo ponen límite a nuestras aspiraciones, pero alcanzar lugares como este, bien vale un esfuerzo. Otros, que suben y bajan, haciendo parada en el refugio, sí lo son y los admiramos con una pequeña dosis de envidia.
        Con los ojos cargados de paisaje, el espíritu sosegado y el hambre apaciguado, recogemos los bártulos e iniciamos el regreso.
Aguja de Tour
Aguja de Chardonett
Regreso a Charamillon
        El sol, cada vez más fuerte, está poniendo la nieve algo difícil de caminar en descenso, por lo que, emulando a los más atrevidos, ubicamos las posaderas en el blanco elemento y ¡hale, p´abajo!, como niños en tobogán.
        De nuevo, en la morrena, caminamos sobre piedra, tan solo nos queda cruzar algunos pequeños neveros que salvamos sin dificultad. 
        El regreso no lo hacemos hasta el punto de partida, cercano al col de Balme, sino que descendemos hasta Charamillon, para coger la telecabina y regresar a Le Tour.
        Afortunadamente, aunque haya sido en la última jornada, el tiempo nos ha permitido realizar una de las salidas que llevábamos en cartera. Suficiente para regresar a nuestro país con buen sabor de boca. Mañana partiremos hacia el sur, pero antes de llegar a casa haremos alguna parada en algún lugar, probaremos su gastronomía y, qué caray, tomaremos alguna que otra birra.
        Au revoir

Datos técnicos (track, pulsando sobre la palabra wikiloc del mapa)


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