Baracoa
Es lo que tiene recorrer todo un país alojándonos en casas particulares, no solo los desayunos, las atenciones, las conversaciones; también las informaciones: De no habernos comentado Gustavo (Holguín) que el río Toa, que debíamos de pasar poco antes de llegar a Baracoa estaba crecido habríamos realizado el traslado por la ruta normal cercana a la costa nororiental de la isla. El puente sobre el más caudaloso de los ríos cubanos, fue derribado por la fuerza de los vientos y las aguas en la madrugada del 5 de octubre del 2016, tras el paso del huracán Matthew que arrasó la ciudad. Hoy, en Baracoa, no queda más rastro que un par de edificios junto al malecón que, cuenta la prensa, van a ser derribados. El paso sobre el Toa se hace sobre un badén que no habríamos podido salvar por la crecida de las lluvias recientes y como consecuencia retornar a Holguín que dista cerca de trescientos kilómetros.
El viaje, gracias a Gustavo, los hicimos por el este pasando por Guantánamo y la carretera de La Farola pues hemos de atravesar las Sierra del Plurial. En algunos tramos, la carretera parece flotar sobre los acantilados, suspendida por pilotes horizontales aferrados a un costado de la montaña. A uno y otro lado de la carretera se abren grandes valles poblados de impresionantes bosques. En efecto, los cactus y agaves o sábilas, que hemos visto mientras recorríamos la costa, van cediendo espacio a los árboles de mango, a las palmeras reales (árbol nacional de Cuba), a los guapenes (fruto del árbol del pan) y una variedad de otros frutales. El punto más elevado es el Alto de la Cotilla.
Nos iban quedando pocos días y no queríamos dejarnos de visitar esta parte de la isla en la que se encuentra la ciudad más antigua de Cuba: Baracoa, nombre de origen arahuaco que significa "existencia del mar", fundada por Diego de Velázquez de Cuéllar en 1511. Cuentan las historias que Colón cuando desembarcó en la bahía, en Noviembre de 1492, exclamó –¡es la cosa más bella jamás vista! – y si lo dijo Colón...
Baracoa tras el huracán Matthew. 2016. |
Baracoa hoy. |
Desde la Farola. Al fondo el mar Caribe. |
Ante Cristóbal Colón. |
Cuentan sus habitantes que Baracoa tiene cinco mentiras: el Yunque que no es de hierro, el río Miel que no es dulce, la Bella Durmiente que no es mujer, las Tetas de Santa Teresa que no son senos y La Farola que no alumbra.
El Yunque. |
El Yunque es una elevación de unos 575 m. que por su forma se asemeja al de los herreros. Esta montaña fue declarada Monumento Nacional en 1980 por ser un sitio de extraordinarios valores naturales y paisajísticos. Tiene un alto grado de conservación y endemismo.
El río Miel, uno de los más caudalosos de Cuba desemboca en la bahía de su nombre, en Baracoa; las aguas de este río fueron cómplices, según cuenta la leyenda, de la historia de amor entre la joven francesa Daniela, asentada en la región y un muchacho baracoense conocido por el nombre de Alejandro. Por ello los lugareños aseguran la existencia de una profecía que asevera que quien se bañe en el río Miel se queda o vuelve a Baracoa.
El río Miel, uno de los más caudalosos de Cuba desemboca en la bahía de su nombre, en Baracoa; las aguas de este río fueron cómplices, según cuenta la leyenda, de la historia de amor entre la joven francesa Daniela, asentada en la región y un muchacho baracoense conocido por el nombre de Alejandro. Por ello los lugareños aseguran la existencia de una profecía que asevera que quien se bañe en el río Miel se queda o vuelve a Baracoa.
Bahía de Baracoa. Al fondo se aprecia La Bella Durmiente. |
La loma de La Bella Durmiente, accidente geográfico ubicado en las cercanías de la bahía de Baracoa distinguiéndose desde el mar en el extremo derecho del Yunque, es una montaña de escasa elevación que simula la silueta de una mujer durmiendo mirando hacia el cielo.
En el argot popular de esta región dos elevaciones cercanas entre sí son conocidas como las Tetas de Santa Teresa, pero no son partes corporales de alguna religiosa llamada Teresa sino dos montañas gemelas, visibles desde la periferia urbana,
La Farola no es ni más ni menos la carretera por la que hemos llegado a Baracoa, de la que ya he dado cuenta más arriba.
Callejeando. |
La ciudad, por las mañanas, es un ir y venir de bici-taxi y demás vehículos que, como en otras poblaciones, las gentes usan para desplazarse a comprar, trabajar, labores agrícolas y ¡qué se yo!, un ajetreo de locura. Tractores, camiones, carros, motos hacen fila en el cupet (gasolinera).
Nosotros, que gastamos menos en taxi que Tarzán en zapatos, callejeamos para disfrutar de las vistas y placeres (santos) que nos ofrece Baracoa.
Desde lo alto del castillo Seboruco, construcción del s. XVIII en el que hoy existe un hotel divisamos el conjunto de la ciudad y su bahía en la que un viejo barco varado, duerme entre por los siglos de los siglos.
En la Casa del Cacao. |
En la Casa del Cacao nos tomamos una taza del placer mencionado y nos enseñan la tienda de tan sugestivo producto. Ni que decir tiene que los aromas del lugar nos invitan a adquirir una pequeña cantidad para llevarla a casa. Por un par de noches volvimos al local a escuchar música y meternos en el cuerpo unos ricos cócteles con cacao añadido. Estaban de coj... –Dicen que el cacao de Baracoa es el mejor de Cuba. Además, en su interior existe una amplia explicación de la historia del cacao y, curiosamente, habla del primer lugar en que se elaboró el cacao en Europa: "El Monasterio de Piedra" en Zaragoza.
En el Parque (plaza) de la Independencia se concentran las gentes (hay punto wifi), además aquí se encuentra la catedral de Nuestra Señora de la Asunción construida en 1803. En la actualidad se ha sometido a una importante restauración, en un lugar preferente se encuentra un reliquia que se esconde en su interior, la Santa Cruz de la Parra, que según cuenta la leyenda es la que plantó Cristóbal Colón a su llegada a estas tierras, convirtiéndose en el primer símbolo del cristianismo en el Nuevo Mundo. Si bien es cierto que las pruebas del carbono 14 la fechan a finales del siglo XV, la madera parece ser autóctona de Cuba, lo que descartaría la leyenda colombina.
Catedral. |
Santa Cruz de la Parra |
En el centro de la plaza, perdón, parque se encuentra el busto del Indio Hatuey, un cacique de La Española, hoy Santo Domingo, que encabezó una rebelión contra los conquistadores españoles en su comarca. Y en esto, con perdón, me voy a extender pues la historia lo exige:
"Al comprender lo inútil de su resistencia, se vio obligado a emigrar hacia Cuba en unión de un grupo de sus seguidores. En canoas llegaron a esta región para asentarse en la desembocadura del río Toa.
Ante el busto del Indio Hatuey |
A la llegada de los españoles convocó a la población aborigen y la incitó a la guerra hasta alcanzar la expulsión de los invasores; pero no logró el apoyo de los caciques locales. Sin embargo, esta vez con mayor experiencia, llevó a cabo una táctica distinta con el empleo de emboscadas y acciones sorpresivas. Sus seguidores se escondían en los montes de Baracoa y se acercaban a los campamentos para aguardar el momento propicio de iniciar sus ataques y emprender rápidamente la retirada.
La reiteración de estas acciones mantenía en vilo a los españoles. No obstante, a los dos o tres meses de iniciada la resistencia, los españoles, con su armamento superior, controlaban todo el territorio sublevado con ínfimas pérdidas, en tanto los aborígenes eran exterminados paulatinamente. Perseguido tenazmente por sus enemigos, Hatuey fue sorprendido en su refugio por fuerzas de Diego Velázquez.
Una vez capturado, Velázquez lo condenó a morir en la hoguera, por hereje y rebelde. Se cuenta que antes de ser quemado, uno de los religiosos españoles que acompañaban a la tropa, le preguntó si quería aceptar a Jesús e ir al cielo. Fray Bartolomé de las Casas narró en uno de sus escritos que el líder taíno preguntó si los españoles iban al cielo. Ante la respuesta afirmativa, dijo que entonces él no quería ir allí para no tener que volver a ver a gente tan cruel".
Casa de la Trova. |
Alrededor del parque Independencia, en unas calles peatonales, cosa que se agradece, se encuentran la Casa de la Trova, el Fondo de Bienes Culturales, la Casa de las Culturas, y en sus calles coloridas casas que, a diferencia de otras ciudades, aquí eran de madera.
Paseando por el malecón, en el que algunos edificios muestran la fuerza del ataque de los huracanes, nos acercamos hasta el Fuerte de la Punta en el que hoy existe un restaurante. En la otra punta del malecón, como a unos 2 kilómetros, se encuentra el Fuerte Matachín, que alberga un museo y en su jardín una figura de Colón.
El segundo día de estancia lo empleamos en hacer una excursión por el Parque Nacional Alejandro Humboldt, pero de eso hablaremos más adelante.
Antes de "baño". Playa de Baguana. |
En la tercera de las jornadas, el cuerpo nos pedía "relax playero" y aunque el día amenazaba lluvia y hacia el norte no podíamos ir (el río Toa nos lo impedía), tozudos que somos, nos fuimos a la playa de Baguana. Se notaba el daño que los huracanes habían ejercido sobre la vegetación: árboles caídos enseñando sus raíces, corales arrastrados por la fuerza del mar hasta la misma playa, restos de, creo, embarcaciones... No obstante nos sentamos en unas tumbonas y... –¡una nube!– toda, todita ella descargó sobre los únicos bañistas del entorno y bañar, nos bañamos pero no en el Caribe. En nuestra descarga, comentaré que esta es la zona más lluviosa de Cuba, las precipitaciones anuales son de entre 2500 y 3000 mm, amén de los ciclones que puedan afectar al este de la isla.
Cenando en casa de Maira y Tomás. |
A nuestra marcha nos despedimos de los dueños de la casa, Maira y Tomás, dos personas que han dejado huella en este par de parejas. Las recientes lluvias habían roto una tubería del depósito de agua de Baracoa por lo que no llegaba agua a los grifos, pues bien: nunca nos faltó a la hora de darnos un duchazo, lavarnos los dientes, etc. Los desayunos y las cenas tan buenas como en toda Cuba, pero en esta ocasión con la presencia de Tomás, al que yo le bauticé como el "Trovador de Baracoa", ¿que por qué?: dulces palabras dedicadas a su amada Maira dignas del más ilustre de los poetas brotaban desde los más profundo de su ser y, hacia nosotros, todo el cariño de ambos. De los ojos de Tomás brotaron dos lágrimas cuando partimos hacia Santiago de Cuba. No sé si volveremos a Cuba pero , si es así, Baracoa estará en nuestros planes.
Añado que, al llegar a Santiago y antes de volar a La Habana para nuestro regreso a España, nos telefonearon para interesarse por nosotros y para despedirse. Tomás no pudo terminar de hablar. Así es la gente en Cuba.
Añado que, al llegar a Santiago y antes de volar a La Habana para nuestro regreso a España, nos telefonearon para interesarse por nosotros y para despedirse. Tomás no pudo terminar de hablar. Así es la gente en Cuba.
Con Maira y Tomás |
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